POCA CRÍTICA FOTOGRÁFICA EN MÉXICO: RODRÍGUEZ

 
Galo Ramírez

Historia Natural001A falta de espacios para ejercer la crítica de arte, el camino alterno es la curaduría que “es una forma de emitir opinión”, aseguró Santiago Espinosa de los Monteros moderador de la mesa Curaduría y critica de arte, que se realizó en el Museo de Bellas Artes como parte de las actividades del Coloquio Iberoamericano de Crítica de Arte.

 En el espacio de reflexión participó el crítico y curador, José Antonio Rodríguez, quien por dos décadas ejerció la crítica fotográfica a través de las páginas del periódico El Financiero con su columna Cliks a la distancia, que aparecía en las páginas de la sección cultural que editaba el periodista cultural Víctor Roura.

 Su etapa como curador comenzó en 1989 con una exposición que se presentó en el Museo Carrillo Gil. A manera de anécdota, recordó que Roura lo respaldó cuando una institución le pidió al editor que lo despidiera del periódico: “Me han pedido que te corra, ahora escribirás semanalmente tu columna”, le habría dicho Roura en ese entonces.

 El ahora doctor en Historia del Arte explicó que hay pocas personas que se dedican a la crítica de fotografía y que fue apenas a mediados de los años 80 cuando aparecieron “los primeros textos analíticos” sobre fotografía, de los autores Olivier Debroise y Rosa Casanova.

El editor del catálogo Agustín Jiménez: memorias de la vanguardia (Museo de Arte Moderno/ RM, 2008), expresó que “el lenguaje es un ejercicio esencial de la crítica” y consideró que los críticos de arte en México ”son aburridos”. Ésa es la causa de que no los lean, dice: “Por academicistas” que, además, no se atreven a usar adjetivos.

Explicó que los historiadores de arte “no reconocen sus debilidades”  y no saben cómo abordar ciertas disciplinas como la fotografía.

 Criticó que en el periodismo se pensara que hablar de fotografía es “exhibir notas informativas sobre el medio y no una búsqueda de la reflexión”.

 Disentir es otra práctica de la crítica, la cual define como “hacer visible la obra de otros artistas contra las instituciones”.

Como testigo de su historia, dijo, el crítico debe ejercer su oficio como un relato de su tiempo. Como ejemplo, señaló que en 1994, además de la crisis social y política que se vivía en México, surgió el Centro de la Imagen y se dieron los primeros talleres de fotografía digital.

Con la crisis surgió una nueva generación de fotógrafos a los que nadie en el mundo del arte conocía. Relacionó este hecho con la aparición del libro Historia Natural de las cosas: 50 fotógrafos, una publicación que considera importante pues hace una confrontación entre la fotografía que se venía haciendo en México con la nueva forma de mirar de algunos fotógrafos.

Criticó que haya sido un poeta quien escribió el texto de esta publicación.

“A mí los escritores y los poetas me parecen nefastos intentado hablar sobre fotografía”. Para él, Elena Poniatowska “es un bloque pesado” y Monsiváis “repetitivo”. Consideró una práctica recurrente pedir textos sobre fotografía a literatos “que escriben puras ocurrencias impresionistas”.

Explicó que para él no hay conflicto entre curador y crítico, pues ambos construyen historias.

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