HASTA SIEMPRE, CARLOS FUENTES
Entre aplausos y ovaciones, el féretro de Carlos Fuentes llegó al Palacio de Bellas Artes a las 12:00 horas para ser recibido por el Presidente de la República, Felipe Calderón; el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard; la presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar, y Silvia Lemus, viuda del escritor.
Distintas personalidades se dieron cita al homenaje de cuerpo presente, entre ellos el escritor Federico Reyes Heroles; el rector de la UNAM, José Narro Robles; el ex rector universitario, Juan Ramón de la Fuente, y la astrónoma Julieta Fierro.
En la primera guardia de honor, el presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, acompañaron a Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes y a su hija Cecilia; lo mismo que Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta; José Ángel Córdoba Villalobos, secretario de Educación Publica, así como Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF, y su esposa.
Durante la ceremonia, el chelista Carlos Prieto interpretó en honor a Carlos Fuentes la pieza Sarabanda, de Bach, además de estar presente en la segunda guardia, a la que se sumaron José Luis Cuevas, Eduardo Matos Moctezuma y María Luisa La China Mendoza.
También participaron la escritora Elena Poniatowska, el rector de la UNAM José Narro Robles, Jaime Labastida, Eduardo Lizalde, Vicente Quirarte, Gonzalo Celorio, Felipe Garrido y Xavier Velasco.
La presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, afirmó en su intervención que Carlos Fuentes hizo más grande el tiempo mexicano, un escritor que amplió las fronteras de nuestro idioma, un intelectual irrepetible cuya voz resuena con autoridad en todos los rincones del mundo y un hombre con un pensamiento tan luminoso como su prosa.
“Es preciso decirlo, difícilmente podríamos entendernos sin Carlos Fuentes. Sus libros forman parte del paisaje cultural de México, el centro de sus inquietudes literarias e intelectuales.
“La generosidad siempre renovada de Carlos Fuentes abrió siempre sus puertas a los escritores y artistas jóvenes, entendió que una manera vital de mirar el porvenir es a través de los ojos de quienes habitarán el futuro después de nosotros, un hombre que leyó con igual atención a los clásicos, a sus contemporáneos y a los de la nueva generación”.
En la última guardia de honor del día, la viuda del escritor, Silvia Lemus, estuvo acompañada por Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, así como por Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal.
Carlos Fuentes, quien un día antes de fallecer había recibido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de las Islas Baleares, ha escrito importantes novelas y ensayos a la literatura mexicana y latinoamericana: La región más transparente (1958); Las buenas conciencias(1959); La muerte de Artemio Cruz (1962); Aura (1962); Cantar de ciegos (1964); Zona Sagrada (1967); Cumpleaños (1969); Terra Nostra (1975); La cabeza de la hidra (1978);Agua Quemada. Cuarteto Narrativo (1983); Gringo Viejo (1985); Cristóbal Nonato (1987); La Campaña (1990);La Frontera de Cristal. Una novela en nueve cuentos (1995); Los años con Laura Díaz (1999); Instinto de Inez(2001); La Silla del Águila (2003); Todas las familias felices (2006); La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en Edén (2009), entre otras.
Algunos de los reconocimientos que ha recibido son: Premio Mazatlán de Literatura por Tiempo mexicano (1972); Premio Xavier Villaurrutia (1976) y Premio Rómulo Gallegos por Terra Nostra (1977); Premio Internacional Alfonso Reyes (1979); Premio Nacional de Literatura de México (1984); Premio Cervantes (1987); Condecoración de la Legión de Honor (1992); Premio Internacional Menéndez Pelayo (1992); Premio Grizane Cavour (1994); Premio Príncipe de Asturias (1994); Medalla Picasso de la Unesco (1994); Doctorado Honoris Causa por la Universidad Veracruzana (2000); Premio Internacional don Quijote de la Mancha (2008); Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Quintana Roo (2009); Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2009); Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (2010).
Universalizada y peregrina, para Fuentes nuestra cultura era una corriente, un flujo que impulsa a trabajadores y sus familias, sus memorias y su forma de saludar, de cantar, de reír, de desear. Y en ese trámite, también desafiando prejuicios, reclamando equidad e identidad. Y con ello también vio necesario sostener un perfil propio capaz de nutrir “las identidades nacionales a las que se integran en un mundo móvil, determinado por la comunicación instantánea, la velocidad tecnológica y el flujo de los mercados, tanto del capital como del trabajo”.
Aunque a sus ojos el siglo XX fue una centuria de progreso inigualado, lo fue también de desigualdad incomparable. Pero a los conflictos, Fuentes también los supo ver como oportunidades para el intercambio, el diálogo, la concordia, la imaginación y la humanidad. A su juicio, la voluntad política había demostrado “que es posible reducir el imperio de la violencia y darle un rostro actual al deseo homérico de respetar al antiguo enemigo y de amar a quienes sufren la historia”.
La carroza avanzó entre la multitud entre una lluvia de rosas blancas arrojadas sobre su toldo; último gesto de respeto y cariño en honor al escritor mexicano que transformó con su pluma la novelística mexicana.
Distintas personalidades se dieron cita al homenaje de cuerpo presente, entre ellos el escritor Federico Reyes Heroles; el rector de la UNAM, José Narro Robles; el ex rector universitario, Juan Ramón de la Fuente, y la astrónoma Julieta Fierro.
En la primera guardia de honor, el presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, acompañaron a Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes y a su hija Cecilia; lo mismo que Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta; José Ángel Córdoba Villalobos, secretario de Educación Publica, así como Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF, y su esposa.
Durante la ceremonia, el chelista Carlos Prieto interpretó en honor a Carlos Fuentes la pieza Sarabanda, de Bach, además de estar presente en la segunda guardia, a la que se sumaron José Luis Cuevas, Eduardo Matos Moctezuma y María Luisa La China Mendoza.
También participaron la escritora Elena Poniatowska, el rector de la UNAM José Narro Robles, Jaime Labastida, Eduardo Lizalde, Vicente Quirarte, Gonzalo Celorio, Felipe Garrido y Xavier Velasco.
La presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, afirmó en su intervención que Carlos Fuentes hizo más grande el tiempo mexicano, un escritor que amplió las fronteras de nuestro idioma, un intelectual irrepetible cuya voz resuena con autoridad en todos los rincones del mundo y un hombre con un pensamiento tan luminoso como su prosa.
“Es preciso decirlo, difícilmente podríamos entendernos sin Carlos Fuentes. Sus libros forman parte del paisaje cultural de México, el centro de sus inquietudes literarias e intelectuales.
“La generosidad siempre renovada de Carlos Fuentes abrió siempre sus puertas a los escritores y artistas jóvenes, entendió que una manera vital de mirar el porvenir es a través de los ojos de quienes habitarán el futuro después de nosotros, un hombre que leyó con igual atención a los clásicos, a sus contemporáneos y a los de la nueva generación”.
En la última guardia de honor del día, la viuda del escritor, Silvia Lemus, estuvo acompañada por Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, así como por Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal.
Carlos Fuentes, quien un día antes de fallecer había recibido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de las Islas Baleares, ha escrito importantes novelas y ensayos a la literatura mexicana y latinoamericana: La región más transparente (1958); Las buenas conciencias(1959); La muerte de Artemio Cruz (1962); Aura (1962); Cantar de ciegos (1964); Zona Sagrada (1967); Cumpleaños (1969); Terra Nostra (1975); La cabeza de la hidra (1978);Agua Quemada. Cuarteto Narrativo (1983); Gringo Viejo (1985); Cristóbal Nonato (1987); La Campaña (1990);La Frontera de Cristal. Una novela en nueve cuentos (1995); Los años con Laura Díaz (1999); Instinto de Inez(2001); La Silla del Águila (2003); Todas las familias felices (2006); La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en Edén (2009), entre otras.
Algunos de los reconocimientos que ha recibido son: Premio Mazatlán de Literatura por Tiempo mexicano (1972); Premio Xavier Villaurrutia (1976) y Premio Rómulo Gallegos por Terra Nostra (1977); Premio Internacional Alfonso Reyes (1979); Premio Nacional de Literatura de México (1984); Premio Cervantes (1987); Condecoración de la Legión de Honor (1992); Premio Internacional Menéndez Pelayo (1992); Premio Grizane Cavour (1994); Premio Príncipe de Asturias (1994); Medalla Picasso de la Unesco (1994); Doctorado Honoris Causa por la Universidad Veracruzana (2000); Premio Internacional don Quijote de la Mancha (2008); Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Quintana Roo (2009); Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2009); Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (2010).
Universalizada y peregrina, para Fuentes nuestra cultura era una corriente, un flujo que impulsa a trabajadores y sus familias, sus memorias y su forma de saludar, de cantar, de reír, de desear. Y en ese trámite, también desafiando prejuicios, reclamando equidad e identidad. Y con ello también vio necesario sostener un perfil propio capaz de nutrir “las identidades nacionales a las que se integran en un mundo móvil, determinado por la comunicación instantánea, la velocidad tecnológica y el flujo de los mercados, tanto del capital como del trabajo”.
Aunque a sus ojos el siglo XX fue una centuria de progreso inigualado, lo fue también de desigualdad incomparable. Pero a los conflictos, Fuentes también los supo ver como oportunidades para el intercambio, el diálogo, la concordia, la imaginación y la humanidad. A su juicio, la voluntad política había demostrado “que es posible reducir el imperio de la violencia y darle un rostro actual al deseo homérico de respetar al antiguo enemigo y de amar a quienes sufren la historia”.
La carroza avanzó entre la multitud entre una lluvia de rosas blancas arrojadas sobre su toldo; último gesto de respeto y cariño en honor al escritor mexicano que transformó con su pluma la novelística mexicana.