Reciclar la memoria

Anasella Acosta

Contra quienes se han empeñado en deshechar la historia, el fotógrafo César Saldívar propone reciclarla, y mediante la memoria llegar a su comprensión, reconciliar orígenes, identidades y forjar mejores condiciones.

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©César Saldivar

Si se requiere de explicación para la elección de este tema, dice el fotógrafo, es que para el mexicano el campo lo ha sido todo; “nuestro cuerpo e identidad nacional tienen grandes anclas en el campo, ahí está el latifundio, el caciquismo, la crisis y el hambre, y así siguen, y de esa no-resolución se han generado nuevas condiciones, como el movimiento migratorio y posteriormente la cultura chicana”.

Hace mucho —continúa Saldívar— que los fotógrafos no voltean al campo, a esa realidad atrapada entre lo indígena y lo citadino.

La exposición que se presentará durante febrero en el Instituto de México en Madrid está integrada por ocho retratos, impresos en papel artesanal, elaborado a través de las técnicas del reciclaje, con lo que se busca evocar el concepto que da título al trabajo y que encierra la propuesta de rescatar lo que se empeña en tratar como deshecho, pero que es fundamental.

“No se trata de retratos idealizados. La búsqueda fue captar aquello que aparentemente no tiene carga estética pero que al seleccionar se convierte en una cápsula con significado dentro de una narración visual”.

Saldívar aclara que este trabajo no es un discurso político, sino una forma de contrarrestar su particular nostalgia por un país del cual se marchó hace más de 15 años, y su condición de “fotógrafo español”, siendo mexicano. En dado caso, aclara, su postura apunta más a una condición universal más que política.

Establecer una especie de vínculo o continuidad con los muralistas, fue otro de los alicientes en este proyecto. Imaginaba, dice, algunos aspectos que esos pintores hubieran captado del campo actual. Pero insiste que a pesar de esto, no se trata de algo pintoresco, por el contrario buscó escapar del  retrato de grupos étnicos y vestimentas locales a través de una dosis de realismo que, no obstante, se  aleja de lo documental, dada la clara subjetividad que marca la visión del autor, lo que llama “post documentalismo”.

Así Saldívar decide salir del estudio y arriesgarse en un terreno no explorado, ¿su justificación?: “Lo peor que le puede pasar a un fotógrafo es aburguesarse,  tener como prioridad el gusto por el dinero y los cócteles en los que el sistema pasa lista. Se vale crecer y vivir del trabajo, tener seguridad económica, el riesgo está cuando el fotógrafo se deja seducir por la comodidad”.

Precedieron a Reciclar la memoria, otras dos exposiciones que forman parte de su trabajo sobre México en el marco del Bicentenario.

Recientemente Saldívar realizó retratos para el libro Las verdades de Chavela, de Chavela Vargas y María Cortina. El libro fue presentado por Carlos Monsiváis y Eugenia León, en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

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