Transmitir emociones: Rafael Navarro

Anasella Acosta

©Rafaél Navarro
©Rafaél Navarro

Hace un par de meses estuvo de visita en México el fotógrafo español Rafael Navarro (Zaragoza , 1940) reconocido por su amplia y original exploración de la fotografía de desnudo, para inaugurar la exposición Cuerpo y Luz, integrada por más de 50 piezas, entre éstas, obra perteneciente a su serie inédita Elipsis. Navarro, quien fue invitado por el Centro Cultural de España,  concedió una entrevista a Cuartoscuro, la que ahora compartimos.

¿Cómo se acerca a la fotografía de desnudo?

Lo que me interesa transmitir son sensaciones, los sentimientos. Los sujetos que fotografío suelen estar siempre descontextutalizados. Sorprendentemente no tenemos costumbre de ver el cuerpo humano desnudo, pese a que existan muchas posibilidades de verlo, no es cotidiano, estamos acostumbrados a ver trocitos, como a mí lo que me interesa es crear una cierta tensión entre el autor y el espectador, el mero hecho de mostrarle una cosa que no se muestra pues ya es mostrarle un trabajo interesante, se crea una especie de tensión.
“Por eso mismo trabajo en blanco y negro, por esa especie de alquimia, de transgredir lo que estoy fotografiando. Estamos acostumbrados a ver el espectro cromático y al traducirlo al monocromo creas una segunda realidad que el espectador tiene que interpretar; cuando se ve una fotografía en color es evidente lo que está pasando, entra en directo, cuando la vemos en monocromo tenemos que interpretar, interpretar que el cielo era azul, que la persona tenía cierto color de piel y todo eso hace que el espectador tenga que trabajar, aunque sea a nivel subconsciente, obvio que cuando nos paramos frente a una fotografía no pensamos en todas estas historias, pero es suficiente si funciona en esa dirección.
“La percepción es distinta con una imagen monocroma. Normalmente se percibe lo que son las formas y luego las partes grises, los colores monocromos”.

¿Qué significados tiene el cuerpo, en términos fotográficos?

Pues tiene una riqueza de formas maravillosa, tengo mucha sensibilización hacia todas las partes del cuerpo; hay parte como malditas. Por ejemplo, normalmente no se fotografían los pies, es como una parte especial del cuerpo. Cuando fotografío no busco cuerpos arquetípicos, todos los cuerpos tienen sus sinfonías, sus ritmos, y es buscar eso.
“Defiendo la idea de que si es sincero lo que el artista hace entonces realiza obras autobiográficas; lo que expresa es una especie de autorretratos, aunque no tenga nada que ver.
“Una vez hablando con Ralph Gibson dijo una cosa de esas que se te quedan grabadas, eso no se te puede olvidar. Él decía que cuando está trabajando en el cuarto oscuro hay que aprender a sentir como va bajando la luz, y es verdad, si no sientes eso no terminas de comprenderlo, y con las cámaras digitales llega la luz pero no la terminas de masticar. Hasta ahora no he firmado ninguna obra en digital, sigo enfocado en los procesos químicos”.

¿Se pueden representar problemáticas mundiales a través del desnudo, por ejemplo, la crisis económica?

Yo no me lo planteó; me plateó sentimientos, sensaciones, emociones. No me planteó una crónica de la crisis mundial. Puedo fotografiar consecuencias de la crisis, puedo intentar trasmitir angustias, tristezas, desesperaciones, intento fotografiar los sentimientos puros no la crónica de unos señores en el poder.

Usted ha dicho que la Fotografía ha implicado buscar en su subconsciente, ¿qué es lo que ha encontrado ahí?

Básicamente emociones. De diferentes maneras pero siempre emociones. A veces busco de una manera dramática con un boceto y un planteamiento y otras veces, las más, son intuitivas; en un momento dado hay un objeto que llama mi atención porque la reverberación de la luz  en ese vaso me está sugiriendo algo. Es muy simple, se plantea siempre una cosa muy sofisticada, pero es muy simple, ir viendo y oyendo, si llevas las antenas abiertas las cosas salen solas porque el mundo está lleno de cosas maravillosas y de otras muy desesperantes.
“Creo que el cerebro del artista, y esto va para cualquiera, funciona como el proceso de la esponja, está chupando, chupando, y dice necesito aligerar y es el momento en que sale la obra, cuando ya tienes suficiente carga, suficientes materiales, pero te lo tiene que decir él, yo no puedo trabajar deliberadamente. Picasso lo dijo muy bien, al artista le puede llegar la inspiración en cualquier momento pero es preferible que lo pille trabajando. No te puedes quedar en el desierto a iluminarte”.

¿Hace fotografía diario para que lo pille la musa?

No. Trabajo de una manera muy anárquica, llevo cuatro, cinco trabajos a la vez, los paro, sigo avanzando con uno, tengo bocetos, o copias de trabajo pequeñas y las cambio el orden y quito esto, va por allá y no, así como cuarenta veces, hasta que un día a trabajar en serio en eso. A veces te atascas tienes un proyecto que te interesa mucho pero no se termina de adaptar porque vas variando tu cultura personal o a veces es el descubrimiento.

¿Cómo surgen sus dípticos, fue insuficiente un cuadro?

Me pareció interesante fotografiar dos realidades y contraponerlas, porque los dípticos no tienen nada de abstracto o muy poco. Fueron pensados en vertical porque como tenemos un ámbito de lectura de izquierda a derecha, si los pones verticales los lees de golpe que es lo que quería. La unión de esas dos piezas da una tercera, y ese es el juego de los dípticos.
“El proceso técnico partía de un boceto sobre las sensaciones y las ideas. A partir de ello decía, aquí arriba una escalera que conduce y abajo un personaje que no puede subir, pero tenía que buscar una escalera que me gustara y me dedicaba a la caza de escaleras, a veces ocurría que en el transcurso de ese proceso me encontraba además de la escalera una ventana que me sugería muchas cosas, entonces la fotografiaba. Trabajaba con una cámara grande y el sistema era fotografiar lo que a priori era más dificultoso, y una vez que tenía una copia en la mano entonces componía la segunda”.

¿Hay una preocupación por llegar al espectador de una manera distinta?

Hay una preocupación por llegar al espectador. Estamos sometidos a un bombardeo de imágenes de todo tipo. Esto es como un puente, yo tengo que construir medio pero el espectador tiene que construir el otro medio. En las obras hay diferentes niveles de lecturas hay quien se queda siempre con decir que bonito y ya está, le ha funcionado y está satisfecho, y hay quien hurga y empieza a encontrar más cosas. Y luego está el trazo meramente especulativo de las historias, uno hace la imagen con un nivel de información, luego llega alguien con una fantasía desbordada.

¿Las lecturas ahora también quedan determinadas por la intervención del  museógrafo que juega un papel más activo?

No. Bueno, depende de lo que haga el museógrafo. Lo ideal es que el lugar donde se exhiba sea relativamente neutro, que no haya que luchar con la arquitectura y que la museografía se haga en servicio de la obra. Una buena museografía es la que de alguna manera ayuda a la lectura correcta de la obra.

¿Cuáles son los retos de hacer fotografía de desnudo?

Son los mismos que de cualquier otra materia artística. El verdadero reto es conseguir expresar lo que llevas dentro, es así de simple, podemos darle todas las vueltas que quieras, pero en definitiva es eso. El arte auténtico es cuando consigues expresar los sentimientos que llevas dentro y producir un objeto de la índole que sea y que le espectador se emocione con él.
“Suele resultar mucho más difícil llegar a sintetizar. Tengo un trabajo de desnudos que son sólo desnudos sugeridos: un cuerpo humano y los pliegues de una tela, es prácticamente abstracto, se puede intuir qué parte del cuerpo es pero no se tiene la seguridad de que lo sea; posiblemente es el trabajo más erótico que he producido en toda mi vida, y no se ve nada”.

¿Cómo evitar caer en lugares comunes en el terreno del desnudo?

Primero teniendo una cierta cultura visual, viendo lo que han hecho otros, y luego siendo capaz de olvidar todo eso rápidamente y haciendo los tuyos. No son nunca iguales, las influencias son inevitables.

¿Se piensa en el mercado del arte cuando se produce?

Yo no, yo pienso en el mercado cuando decido el número de piezas que se van a hacer, si se van a enmarcar de tal o cual manera, entonces sí, eso ya es un pedazo de marketing que se tiene que manejar. En el momento en el que estás haciendo la imagen no puedes pensar si se venderá bien o mal, no piensas en vender pero si tienes que dedicar una parte de tu trabajo a eso, aquel viejo proverbio de que el buen paño en arca se vende se ha quedado obsoleto, si no abres el arca…
“Crear ago es sencillo, a mí me lo parece, pero yo necesito el diálogo con el espectador y para eso es necesario que te editen, te compren, te cuelguen, y tienes que maniobrar para que eso vaya funcionando, pero unas cosas te llevan a otras”.

©Rafaél Navarro
©Rafael Navarro

©Rafael Navarro/díptico
©Rafael Navarro/díptico

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