TODO PASA
Como si fueran fotogramas de una película, las imágenes de Todo pasa, recién publicado por la Editorial RM, conforman una secuencia que muestra personas y escenarios de la calle Junín, una de las más célebres vías de Medellín, Colombia, en los años 50 del siglo pasado.
La fascinación y nostalgia producidas por las fotografías de los transeúntes de esta calle, hechas por fotógrafos callejeros llamados fotocineros, fueron el motor que impulsó su concepción.
Las series de fotografías incluidas en Todo pasa transportan a la época en que la calle de Junín era un recorrido obligado para algunas perosnas que viviían en Medellín, pues esta calle era considerada -en términos de comercio- la más importante de la ciudad, además de que contaba con epacios de reunión embleméticos como El Astor (un salón de té fundado en 1930), el Restaurante Versalles (donde se vendieron las primeras gaseosas que llegaorn al valle), o el Teatro Junín o Club Unión, lugar frecuentado por la alta sociedad.
El libro, idea original y edición de Isabel Garcés, cuenta con los textos de Alfonso Morales, los cuales corren en forma perpendicular a las imágenes, haciendo referencia al movimiento… al caminar. Así, las fotografías, tesoros invaluables de alianza de amor y memoria para sus poseedores, nos transportan a una época y dan cuenta de la vestimenta, los autos, los edificios, los anuncios, las tiendas y los aparadores que enmarcaron el caminar efímero de los transeúntes en Medellín.
Los fotógrafos callejeros o fotocineros combinaban dos técnicas: la de la fotografía como tal y la animación tipo cine a través del movimiento. Incluso en sus inicios, usaban película fotográfica como la que se usaba en las producciones cinematográficas.
Los registros fotográficos se llevaban a cabo específicamente en espacios públicos. Los fotocineros disparaban aleatoriamente, retratando a los que serían sus clientes potenciales: los peatones-modelos que, una vez fotografiados, recibían un papelito con un número para poder adquirir posteriormente su retrato, en tamaño billetera.
En Colombia, la fotocinería se dio en ciudades como Medellín, Cali, Bogotá y Cartagena. Paralelamente, este fenómeno tuvo lugar también en ciudades como Nueva York, Buenos Aires y Madrid, entre otras.
Durante casi tres años, entre 2005 y 2008, se recolectaron cerca de 400 fotografías que fueron base para la edición de este libro. En él se abordan temas del retrato callejero, de la fotocinería colombiana y de las instantáneas peatonales que se hicieron, por miles, en Junín. Se trata pues de un receptáculo cargado de ecos y reflejos, de unos pocos pasos perdidos detenidos en el tiempo por la magia de la fotografía.