Son dos, los instantes decisivos: G. Iturbide
Por Anasella Acosta Nieto
Para la fotógrafa mexicana más reconocida en el mundo no hay un sólo instante decisivo como lo concibió Henri Cartier-Bresson, sino dos: cuando se toma la foto y cuando se elige la fotografía que realmente te da el resultado que buscabas. Así lo expresó durante el anuncio de la exposición Retrospectiva (1969-2008), que se inauguró la tarde del viernes en el Museo de Arte Moderno (Paseo de la Reforma y Gandhi s/n, Bosque de Chapultepec).
Luego de iniciar una itinerancia en 2009 por España, Suiza y Latinoamérica, esta exhibición, integrada por 180 piezas, incluyendo además de plata sobre gelatina algunos heliograbados y platinos, llegó al país natal de la creadora, quien muestra “una capacidad fuera de la común para captar aspectos que la representación fotográfica tiende a eludir”, de acuerdo con la curadora de la muestra, la española Marta Dahó.
La muestra, propiedad de Fundación MAPFRE, está integrada por ocho secciones, que como la propia autora dijo “son sólo una pequeña muestra” de su trabajo, “todo, sería imposible”. Estas secciones abarcan trabajos como Seris: los que viven en la arena y Juchitán de las Mujeres, además de Rituales, fiestas y muertes. Sobre las seris anteriores series, Dohá consideró que en Estados Unidos y algunos países de Europa Iturbide ha sido “malinterpetada” o interpretada de forma “excesivamente literal”, atribuyendo una “objetividad al lenguaje documental que no siempre tiene”, e incluso se ha llegado a calificar su trabajo como fotografía antropológica.
Otras secciones que integran la muestra son Otras fronteras, que abarca su etapa como viajera e incluye imágenes de bandas como los cholos en Los Ángeles, o un travesti hindú, y algunas fotos inéditas tomadas en Panamá; En el nombre del padre, sobre a matanza de cabras como parte de un ritual de los jornaleros mixtecos, y sobre el que la curadora dijo apuntala las “reverberaciones del significado del sacrificio”.
Para Graciela Iturbide, reconocida con el que se considera el Nobel de la fotografía en 2008 —Premio Hasselblad— sus interese van cambiando continuamente: “Siempre voy descubriendo nuevas maneras de ver el mundo”, porque, explicó, todo va cambiando y hay una alimentación constante de su imaginación. Lo anterior como respuesta a una de las transiciones más importantes del trabajo de la fotógrafa mexicana, cuyo interés en las personas se trasladó a los paisajes, objetos y animales, a finales de los noventa, cuando además tomó consciencia de la importancia de las aves en su trabajo inicial, el que fue inspirado en el poema “Las condiciones del pájaro solitario”, del poeta San Juan de la Cruz y quien escribió que tales condiciones son cinco: “La primera, que se va lo más alto;/ la segunda, que no sufre compañía, aunque sea de su naturaleza;/ la tercera, que pone el pico al aire;/ la cuarta, que no tiene determinado color,/ y la quinta, que canta suavemente”.
La muestra concluye con una selección de la serie El Baño de Frida y la exhibición de los libros publicados por la fotógrafa, algunos de los cuales pueden ser vistos página por página.
Luego de un recorrido personalizado con la prensa, de compartir concepciones en torno a la fotografía, entre éstas su máxima: «la fotografía como pretexto para conocer la vida», y uno que otro secreto a voces: como que una de las fotos que mayor sorpresa le ha causado es la de «Mujer ángel» —porque ella no recuerda haberla tomado, y por lo mismo la considera un «regalo del desierto»—, Iturbide fue contundente y eficaz como una de esas imágenes que se encuentra en el camino: «El día en que no me sorprenda con la vida dejaré de ser fotógrafa».