Reflexiones sobre el fotoperiodismo mexicano por Pedro Valtierra

Texto por Pedro Valtierra

En el número 100 de Cuartoscuro, publicado en marzo de 2010, el fotoperiodista Pedro Valtierra escribió una reflexión sobre la fotografía que hasta la fecha tiene impacto. Te presentamos un fragmento del texto:

DESPUÉS DE VARIOS AÑOS de hacer fotografías para la prensa de este país, y seguir el pulso de los temas sociales y políticos del momento, insisto en creer en pleno siglo XXI- que, para hacer fotografía no es suficiente tener la cámara más espectacular y una tarjeta con la más vasta memoria. Hacer foto, y quiero referirme sobre todo a la foto de prensa, requiere un equipaje personal mucho más sofisticado: concepto, conocimiento y sentimiento llevan a lo que realmente es crear con luz. A esa cámara, a esa simple herramienta de trabajo, le hace falta la intuición, la educación visual, el saber del mundo, las ganas de descubrir y comprender que la labor de un fotógrafo va mucho más allá del disparo del obturador.

La cámara, un mero instrumento, requiere estar acompañada de un compromiso que va más allá de la foto en sí misma, más allá de nosotros mismos. Además de sus cualidades técnicas, la foto de prensa hoy tiene la obligación de desbordar un contenido, de hacer llegar información, puntos de vista, detalles que a la lectura y a la voz pasan inadvertidos

El fotógrafo de prensa no puede conformarse con cumplir. No puede pensar que su trabajo es sólo llegar, tomar una foto y marcharse. Para convertirse en los ojos de quienes ven los diarios, el fotógrafo tiene que involucrarse, saber su cuento, conocer la historia, mantener el respeto, permitir que los demás se conmuevan, se enojen, se informen, se indignen, se sonrían. En fin, que comprendan. No, no es suficiente tener una cámara y dominarla técnicamente. Quien hace fotos en la calle cuenta entre sus mejores armas con el conocimiento de los temas, con la búsqueda de la vida, el sabor el dolor, la lucha, la pasión, el gusto, con las vibraciones que la calle desprende para ser aprehendidas.

Insisto en esto porque veo que muchos jóvenes se preocupan más por el tipo de cámara que por tener inquietudes de tipo social. Hace falta la conciencia, el compromiso, el trabajo de informarse para informar, el dejarse atrapar por la vida para poder mostrarla en imágenes a los demás.

Eso es en cuanto a su labor como transmisores. Hay también otra labor que estamos descuidan- do. Quienes llevamos muchos años en el oficio quizá tengamos un poquito, sólo un poquito más de conciencia sobre la creación de documentos históricos, su permanencia y su supervivencia.

Hoy con tantos adelantos tecnológicos y cuando el mundo está más fotografiado que nunca, corremos un gran peligro: perder la memoria fotográfica por la falta de conciencia y conocimientos verdaderos para guardar adecuadamente nuestras imágenes, archivarlas. Si no hacemos algo por remediarlo, quizá las siguientes generaciones se estén lamentando de un vacío en la historia.

Quiero volver un poco al pasado para que quienes son muy jóvenes ahora comprendan lo que no hace tantos años implicaba ser fotógrafo de prensa. En esa historia está quizá la razón del valor que se le debería dar a la preservación de la imagen.

Tomar fotos y enviarlas fuera de la ciudad, o desde otro país, era prácticamente una odisea Además de preocuparse por contar con suficientes rollos (¡de 36 disparos!) y de que estos fueran del ASA adecuada, había que improvisar un laboratorio, cargar con los químicos y saber prepararlos, revelar, imprimir y, sobre todo, valerse de los medios menos ortodoxos para enviar las fotos al periódico, agencia o revista.

Trabajar con la foto era complicado. Se necesitaba paciencia y capacidad para la toma, el revelado, la impresión y el envío. Pero al final quedaba siempre una constancia del trabajo: negativos, transparencias, originales. Aunque en muchos casos por la premura se descuidó su resguardo, es indudable que hoy conocemos gran parte de nuestra historia reciente gracias a aquéllos que se preocuparon por conservar su trabajo. Ahí están no sólo los archivos de los Casasola o los Mayo, sino los de muchísimos fotógrafos que dan cuenta de los acontecimientos.

¿Qué pasa hoy? Lo que veo y oigo me asusta, la misma facilidad para hacer fotos existe para des- hacerse de éstas. La filosofía consumista usarse y tirarse pone en peligro la preservación de las imágenes. Además, no está comprobado que los archivos digitales tengan una garantía de futuro. Eso más los cambios tecnológicos que hacen obsoleto lo que apenas hoy era novísimo.

 

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