PARAJES DESHABITADOS DE MÉXICO

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes, por medio del Museo Nacional de Arte, continuando con las actividades en torno a la celebración de los 30 años del museo y la revitalización de su colección permanente, invitan a Gabinete de fotografía del siglo XIX (sala 20, recorrido permanente, primer piso).
Con esta propuesta curatorial de Víctor T. Rodríguez Rangel, se busca mostrar al visitante la riqueza de imágenes que retratan el México bucólico e idílico, pero, a la vez, en plena transición de modernidad del siglo XIX.

Castillo de Chapultepec, ca. 1880 © Anónimo
La muestra Parajes deshabitados. Vistas del México de ayer, invita al espectador a reflexionar sobre los propios inicios de la fotografía y la contradicción inherente a sus limitaciones. El retrato imposible del movimiento, hace de estos primeros daguerrotipos un testimonio fantasmal de una sociedad pujante y dinámica.
Para ello, es necesario recordar que el principio fotográfico para la retención y la fijación espontánea de la imagen sobre una placa químicamente preparada, se debe en buena medida al francés Louis-Jacques-Mandé Daguerre, quien patentó el mecanismo llamado desde entonces Daguerrotipia (1787- 1851), aunque no fue el único que trabajó en la obtención y estabilización de la imagen, siendo Nicéphore Niépce quien logró obtener la primera imagen en la historia, postal de la vista desde su ventana en Francia, a la par de Henry Fox-Talbot en Inglaterra, que desarrolló los talbotipos.
Sin título (Iglesia de San Hipólito , ca. 1896) © Charles Fletcher Lummis
La proeza tecnológica demandó en la sociedad un proceso de asimilación para entender que el artefacto reproducía mecánicamente todo aquello que hay en la “naturaleza a partir de ella misma”, sin la intervención de un dibujante, como sucedía con la cámara óptica tradicional que reflejaba una vista del natural como instrumento auxiliar de precisión sobre todo para los pintores de paisajes.
Los aparatos de daguerrotipia se comercializaron en ambos lados del Atlántico. Los primeros experimentos y demostraciones con esta máquina fijaron vistas urbanas suscitándose un paradigma, ya que la fotografía reprodujo con exactitud los objetos de la realidad, sin embargo había algo inquietante y disímil de la experiencia óptica cotidiana: el tiempo considerable para afianzar los perfiles de las formas sobre la placa no daba pie a la reproducción de los objetos en movimiento, en este caso los viandantes en su dinámico tránsito, quienes escapan a la imagen perdurable del producto final: una insólita escena despoblada en una localidad arquitectónico-urbana.

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