MIRADA Y MEMORIA: JUAN CARLOS REYES
Las imágenes del oaxaqueño Juan Carlos Reyes García están pobladas por seres humanos enfrentados al sinsentido de la existencia, habitantes de espacios caóticos y desolados. Esos múltiples espejos que representan a los “otros” y donde se puede observar la propia fragilidad, componen la muestra Mirada y memoria, que abrió sus puertas en la Fototeca Nacional, en la ciudad de Pachuca, Hidalgo.
A la par de la toma inmediata que marca el diarismo, Juan Carlos Reyes camina y busca escenas que reflejen estados anímicos, emociones y pensamientos que “nos ahogan o nos liberan”. Este hilo fino, pero inquebrantable, es el que conecta las historias detrás de las 40 fotografías que integran la exhibición organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Mirada y memoria es una pequeña y emblemática muestra de las imágenes capturadas por el fotógrafo de prensa en los últimos siete años. Lejos de reflejar signos de modernidad, lo que el público puede observar es la permanencia de atavismos que mantienen en la marginalidad a muchas de las poblaciones de México, así como expresiones de resistencia a esta opresión.
“Algunas de las piezas tienen por protagonistas a personas que proyectan un dejo de tristeza e incertidumbre aun estando en medio de un carnaval o en la representación de la Batalla del 5 de Mayo en Peñón de los Baños, Ciudad de México. Sucede lo mismo en comunidades rurales, que en urbanas: el despojo que generan la falta de oportunidades, los desastres naturales, los conflictos sociales… incide en un estado anímico que te ausenta del entorno.
“Ese sentimiento me embargó cuando llegué a la Ciudad de México a trabajar, una urbe caótica que me fascinó, pero a la vez me produjo rechazo. Me sentí perdido en medio de todas sensaciones. Mirada y memoria es un esfuerzo por seguir viendo al ser humano y al entorno como un reflejo de lo que somos”, expresa Juan Carlos Reyes, quien ha ejercido el fotoperiodismo durante más de tres décadas.
En las fotografías de formato medio —impresas en plata/gelatina, en blanco y negro—, el autor despliega calles, paisajes y la quietud de muros que sufren el embate del tiempo, vidas que siguen unas a otras con lentitud y desesperanza, otras de celebración, pero siempre bajo la mirada vigilante de quien pareciera restringir libertades.
“Son construcciones visuales que están más definidas por emociones, aunque formen parte de un reportaje específico. La exposición fotográfica es una oportunidad para mostrar lo que ha emocionado mi mirada a lo largo de este recorrido: la fotografía como una ventana por donde te asomas y expones a la experimentación de emociones muy diversas al mismo tiempo, y a través de la cual vas reuniendo fragmentos de tu propia memoria”.
Entre las imágenes se encuentra la intitulada Sueño de maíz (2014), en la que una niña de la zona amuzga de la costa oaxaqueña duerme tranquilamente sobre una inmensa cama de elotes, una escena que —confiesa el autor— en cuanto la vio le trajo a la memoria una célebre fotografía de Lola Álvarez Bravo: El sueño de los pobres, en la que un niño vestido con overol duerme en medio de filas de huaraches, y que para él ha representado un referente de lo que desea transmitir mediante la fotografía.
“La muestra inicia justo con esa fotografía, Sueño de maíz, porque la niña nos representa a todos de alguna manera, una inocencia que irá despertando a las maravillas y los horrores de este mundo, pero que aguarda adormecida”.
Otros personajes retratados aparecen “desorientados” entre la horda de xinacates o tiznados del carnaval de San Nicolás de los Ranchos, Puebla; o en un grito desesperado frente a un Cristo; pero también se plantan en actitudes desafiantes y de resiliencia, como un grupo de trabajadores entre los escombros de una iglesia, o una mujer istmeña cuya voluntad parece sostener su derruido hogar.
Juan Carlos Reyes concluye que la exposición fotográfica es una visión absolutamente personal, y con ella pretende que el espectador deje de serlo e invitarlo a un ejercicio reflexivo sobre las razones o sinrazones de su existir.
Mirada y memoria permanecerá hasta el 11 de agosto en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional, ubicada en el Ex convento de San Francisco, Pachuca, Hidalgo.
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