JUAN RULFO Y NONOALCO

Por Rita Santiago
Con alrededor de 6000 imágenes resguardadas en la vastedad de un archivo reservado al olvido, un grupo privilegiado de 62 fotografías de Juan Rulfo verá la luz por tercera vez en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, en una excposición titulada «Nonoalco y sus alrededores», situada en el marco de la Cátedra Extraordinaria Juan Rulfo, que se realizará los días 23, 24 y 25 de septiembre del 2013.
Las imágenes, publicadas por primera vez en 1956 en la extinta revista Ferronales –órgano de difusión de Ferrocarriles de México- constituyen una serie sobre los patios de la estación Nonoalco-Tlatelolco compuesta por aproximadamente 100 fotografías en blanco y negro que el escritor realizó con la colaboración de José Luis Martínez (encargado de cultura y educación de la empresa).

Con una clara conciencia de la publicación de las imágenes en la revista, Rulfo se lanzó a documentar los traspatios y la vida alrededor de ellos en las estaciones de Peralvillo, Nonoalco, Tlatilco y la ex aduana de Santiago, además de la del Valle de México, ubicada en Tlalneplantla, y es de aquel trabajo de documentación de donde se propone esta exposición, curada por el director del Museo de los Ferrocarrileros en el 2010, Salvador Zarco y presentada por primera vez allí.
Para Paulina Millán, investigadora del acervo fotográfico de Rulfo, esta exposición busca salirse del lugar común de vincular la fotografía de paisaje con la literatura, donde el espectador casi siempre quiere ubicar a los personajes de sus novelas con la imagen, tergiversando el carácter propio de ellas, destacando además su importancia por ser una serie poco conocida.
La importancia de las imágenes es la preocupación del fotógrafo en la composición y el encuadre, en su mirada clásica y su cuidada técnica al capturar los espacios que componen la serie, además de haberse registrado con una cámara Rolleiflex 6×6, lo que da una perspectiva –a la altura de la cintura- diferente.
De acuerdo a la investigadora, si bien Rulfo no se consideraba el gran fotógrafo, la importancia de su quehacer reside en su sensibilidad al paisaje, en el que casi se pueden sentir las texturas, las atmósferas, el protagonismo de las nubes y el cuidado en la estética a través de filtros que exageraban el contraste.
En el libro “100 fotografías de Juan Rulfo”, Susan Sontag lo catalogó como “el mejor fotógrafo latinoamericano del momento” y, como señala Víctor Jiménez, director de la Fundación Juan Rulfo, el aclamado escritor comenzó primero en la fotografía que en la literatura, contrario a lo que se piensa.
Rulfo publicó por primera vez, en 1949, una fotografía en la revista “América”, a sus 17 años de edad, y en 1962 es ya reconocido en la revista “Sucesos para todos”. Se presume que Juan Rulfo se formó de manera autodidacta y es sabido que mantenía una preocupación equitativa entre su literatura y su fotografía (incluso acompañaban sus textos).
En 1980 se presentó una exposición en el Palacio de Bellas Artes sobre su trabajo fotográfico, donde el mito de “un escritor que hace fotos, como si hubiera tomado las fotos ayer“ según Víctor Jiménez, el mundo literario lo constriñe a una mera afición, perpetuando la “repetición del dato inexacto” en el sentido de la importancia de su quehacer fotográfico.
Dentro de las actividades de la Cátedra, también se presentará el documental “Juan Rulfo visto por sí mismo”, realizado por Paulina Lavista, en donde se pretende que, como bien lo señala su nombre, la obra hable por sí misma, con el eje central en “Las cartas a Clara” destacando lecturas en 19 idiomas diferentes, testimonios de expertos, su acontecer como fotógrafo, etc.
El documental se estará proyectando de 10 a 19 horas -cada hora- en la sala de Videoconferencias del Instituto de Investigaciones Filológicas el 23 y 24 de septiembre.
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