ÓSCAR MUÑOZ, EN MARCO
La muestra consiste en una selección de sus trabajos más representativos de 1985 a 2014. En ellos, el artista hace patente su interés por los procesos necesarios para que una imagen se apuntale o no en la memoria, e invita al espectador a repensar este concepto. Detrás de sus obras surgen, además, temas como la identidad, el olvido, así como Cali, ciudad que lo vio nacer como artista.
El curador Gonzalo Ortega explica que el sentido político —si es que lo hay— de la obra de Oscar Muñoz es ir más allá de aquello que la imagen muestra en primera instancia; es aludir a su temporalidad y materialidad específicas para desmembrarlas —a través de una instalación, encuadre o iluminación— y reconstruirlas bajo una nueva luz, dentro de una nueva configuración.
A través de las 29 obras que componen la exposición es posible apreciar los variados materiales y medios que utiliza el colombiano en los que sobresalen el agua y los elementos pulverizados como el carbón, azúcar y arena, con los que dibuja, o más bien se desdibuja, la percepción que tiene la sociedad de la realidad.
Ejemplo de ello son las piezas «Narcisos, 1995-2011», serigrafías realizadas con polvo de carbón sobre agua; «Pixeles, 1999-2000», dibujos elaborados a base de tintura de café sobre cubos de azúcar que hacen referencia a la fotografía; la serie «Cortinas de baño, 1985-1986», dibujos en acrílico sobre plástico que plasma deslavadas figuras en la ducha, y por último, «Línea del destino, 2006», video sin sonido que muestra el reflejo del rostro del artista sobre agua contenida en una mano.
Nacido en Popoyán, Colombia, Muñoz terminó sus estudios en 1971 en la Escuelas de Bellas Artes de Cali, ciudad cuya efervescencia cultural y social de aquella época influyó significativamente en su obra y provocó su encuentro con artistas emergentes y consolidados como Edgar Negret, Pedro Alcántara, Fernell Franco, Luis Ospina, Andrés Caicedo y Carlos Mayolo.
