HORIZONTALES Y VERTICALES
¿Cómo describirías el mundo que te rodea?
Un poco brusco, dice ella, quizá desde su rostro de asombro.
Como inestable, raro. Aquí en México hay mucha inseguridad, no sabes bien cómo te va a ir en el futuro porque no sabes si vas a triunfar o no, cómo le vas a hacer…
Sucio, espiritualmente y físicamente, dice la voz en Playa del Carmen.
Una mierda total, algo podrido porque el mundo está muy mal, la sociedad está muy mal, las personas están mal de hecho…[…] Yo tengo una frase: Aquí en México tienes que chingar y rechingarte para ser alguien, viendo para arriba porque viendo para abajo tienes que chingarte a alguien. Catorce años de ¿dolor acumulado? desde Tijuana.
Y entonces el contraste:
La naturaleza es muy bonita. El mundo es enorme para todos, dice ella desde Tamaulipas.
Como un campo de pruebas, expresa la voz de 15 años en Chetumal.
Pasajero, comenta ella.
Un rostro sonríe veladamente desde Quintana Roo. Y luego estalla en sonrisas.
Las preguntas se suceden: ¿qué quieres ser de grande? ¿en qué te pareces a tu familia? ¿qué es la felicidad? ¿a quién admiras? ¿cuándo te sientes frágil? ¿qué es lo que no te gusta en otros? ¿qué es lo que más deseas? ¿cuál es el sueño que más recuerdas?
Si murieras y reencarnaras en un objeto o persona, ¿cuál serías? Y hay quien quiere ser una casa, una persona poderosa, una cámara, una muñeca, un foco, un árbol, una tele, una hoja “o un celular… porque al menos no me quedaría yo sola en algún lugar, andaría siempre con alguien”.
Revelador. Y por revelador, entrañable. El libro Horizontales y verticales / Adolescentes en México, del fotógrafo y diseñador mexicano León Muñoz Santini y editado por Alas y Raíces, es un libro que habría que leer y ver para entender.
El autor recorrió el país de norte a sur para entrevistar y retratar a cerca de 3 mil adolescentes de secundarias públicas y privadas, de zonas urbanas y rurales, de Comunidades para Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal, para retratarlos y conversar con ellos. El resultado: una muestra de la heterogeneidad y los contrastes de este sector de la población, generalmente olvidado, que es la adolescencia.
Hay una diversidad de rostros y respuestas de quienes viven en la frontera norte, en Ciudad Juárez, como los de la frontera sur, en Comitán; adolescentes indígenas de San Juan Chamula y Zinacantán, en Chiapas, huicholes de Mezquitic, en Jalisco, y huastecos de Lolotla, en Hidalgo, pasando por escuelas de San Pedro Garza, en Nuevo León, y de San Fernando, en Tamaulipas, además de los adolescentes jornaleros migrantes de San Quintín, en Baja California, y los adolescentes internos.
Se trata, dice en su texto Muñoz Santini, “de abarcar el país desde lo horizontal –geográficamente– y lo vertical –del penthouse al sótano del edificio social– no sólo es un intento de elaborar una versión del nutrido y diverso mosaico que este país es a través de la mirada y entendimiento de sus adolescentes. También es el esfuerzo por hacer justamente lo contrario: mezclar los colores para abatir dichas divisiones y coordenadas; poner en un mismo lugar a personas cuya circunstancia –geográfica, social, cultural y económica- muy posiblemente nunca va a unir, aunque habiten en el mismo país…”
Y sobre las fotografías, retratos que nos permiten descubrir tanto en cada rostros adolescente:
“En contra de las reglas del ensayo fotográfico que prescriben que para capturar la esencia hay que construir confianza, en este caso la premisa fue simple: Fotografiar personas anónimas, comunes y normales como gente única, irrepetible e importante. Por un instante, poner toda la atención sobre alguien que generalmente no la recibe”.
Y así, página a página, descubrimos las expresiones de ojos adolescentes, las risas desparpajadas o las sonrisas veladas, la tristeza o desesperanza, o la confianza en el futuro. Son ellos, los adolescentes con los que podríamos cruzarnos en la calle cualquier día. Esos, a los que casi no vemos y que tienen tanto qué decir.
En su prólogo, Diego Enrique Osorno dice que el libro permite que los mexicanos del mañana se conozcan: “Que se miren y los miremos a los ojos. Que tratemos de descifrar sus sonrisas. Que los conozcamos y, por ende, que también nos conozcamos a nosotros mismos para iniciar de una vez el camino hacia el alivio”.
Más contundente la cita tomada del libro Los jóvenes en México, de Néstor García Canclini: “Cuando indagamos qué está ocurriendo con los jóvenes estamos anticipando cómo va a ser el país en las próximas décadas… En las contradicciones y fracasos de las nuevas generaciones se perfila nuestro inquietante futuro”.
(Todas las fotos: © León Muñoz Santini/ Texto: Ana Luisa Anza)