Guillermo Arias, mención en el WPP



Cuando los muertos nos alcanzan

Anasella Acosta

Reconocido a finales de 2009 con el premio Fernando Benítez, el fotógrafo Guillermo Arias inauguró 2010 recibiendo la designación de una mención honorífica a nivel internacional por parte del World Press Photo;  aunque el tema, lo subraya él mismo, es completamente desafortunado: la violencia en la frontera norte de México.

¿Cómo surge la imagen que se hace merecedora de la mención honorífica en el World Press Photo?

Se dio como resultado de la cobertura diaria; un domingo por la noche me llamaron para avisarme que había un policía muerto, al llegar a la escena del crimen me encontré que no era un policía  sino un supuesto vendedor de droga local, a quien mataron afuera de su casa.

¿Cómo tienes acceso a la escena del crimen?

Estamos alrededor del perímetro policiaco; era domingo por la noche, en momentos como esos la autoridad se relaja un poco y da facilidad  para trabajar, éramos tres compañeros, entre televisión y foto, y hubo chance de moverse un poquito para el encuadre y todo eso, pero nunca estuvimos a más de veinte o treinta metros del cuerpo.

¿A esta distancia cuáles son los retos para resolver la foto?

Es complicado, todo depende de la escena. Lo ideal es enterarte a tiempo de los hechos y ganarle a los investigadores, quienes se ponen un poco más quisquillosos, que dicho sea de paso sólo el 2 por ciento de sus investigaciones son resueltas… A veces sólo tienes un tiro y te tienes que poner creativo  porque no tienes otra opción. Y contar con la parte técnica: tener algún lente luminoso, una cámara que sea buena para luz nocturna, de buen pixelaje.

Este premio se une al que recientemente recibiste en Guadalajara también sobre un tema de violencia en la frontera. Háblame de esa frontera, ¿qué percibes?

La frontera es un lugar muy especial. Desafortunadamente en las series que he hecho no se alcanza a ver la otra realidad: que es tierra de gente buena y chambeadota, en su mayoría migrantes del interior del país o de otras partes del mundo; son personas muy abiertas a recibir a la gente, pero sí está lleno de problemas por la misma razón: la población flotante y muchas personas con los sueños rotos.

Originario del Distrito Federal, registrado en Oaxaca, habitante de Nayarit y Guadalajara y con una residencia de dos años en la frontera como enviado de la agencia Associated Press, para la que trabaja desde hace ocho años, Arias, expresa su punto de vista sobre quienes acusan a la prensa  de ser amarillista y hasta violenta:

«El país es muy violento. Desafortunadamente a un gran bloque de la población le interesa el amarillismo y el morbo, no sólo en cuestiones de violencia, sino de espectáculos y deportes. Estamos en un país morboso, nos gusta el chisme, no por nada el diario más vendido del país es un periódico de nota roja, eso te habla un poco de cómo somos; hay un problema de educación, pero en cuanto a la violencia del país, ésta es innegable, no la puedes esconder. En mi caso trato de hacerlo de una forma más amable, respetuosa, pero ahí está, el que las imágenes salgan o no, no evitará que la gente viva con miedo en el país».

¿Sientes algún compromiso con la sociedad como fotoperiodista al abordar este tipo de temas?

De entrada tengo un compromiso conmigo, después con lo que fotografío, en este caso es un tema delicado y trato de ser muy respetuoso con los actores: los muertos, los familiares, los representantes de la ley, trato de ser respetuoso de su trabajo, de sus identidades, no es fácil  para nadie.

La sangre vista en la fotografía no necesariamente nos da mayor  consciencia…

No nos va a ser más conscientes, pero cerrar los ojos no hace que no exista o que sea menos violento. Hay que poner las cosa en su justa dimensión, y la foto periodística creo que hace un poco en ese sentido, deja las cosas como son, claro, a través de un proceso subjetivo, pero no deja de ser una situación real de lo que está sucediendo, ya la responsabilidad de cómo se muestra cae en el fotógrafo y muchas veces ni en él, sino en los medios que se abastecen de las imágenes y del ángulo que le quieran dar a su información.

Esta edición el WPP reconoce el trabajo de un aficionado. ¿El fotoperiodismo, como profesión, está perdiendo exclusividad?

El fotoperiodismo está cambiando, como cuando surgió lo digital o cuando pasaron del medio formato y gran formato a reflex; todos nos vamos a tener que adecuar a los nuevos cambios pero cuando una foto viene de un periodista hay una diferencia. Hoy es más importante que nuestro trabajo sea aún más limpio, pulcro, con un discurso. Una foto del momento se impone, pero el fotógrafo de prensa debe preocuparse más por su fotografía, su propio ojo y desarrollo que por la competencia que puedan ser millones de personas con un camarita  en su celular, i-phone o lo que sea.

¿Se ha impuesto en algún momento la autocensura al momento de abordar este  tipo de temas violentos en los que pones en juego tu vida?

No, no se ha impuesto la autocensura. Obviamente hay fotos que no voy hacer o intentar hacer.

¿Cómo cuales?

No me voy a ir a Durango o a Sinaloa a tocar puertas buscando hacer un retrato del Chapo Guzmán; hay cosas que uno no hace por sentido común, ahí es donde entra la cuestión de cuál es el valor real de una imagen y qué se puede decir con ésta. Más allá de que al momento sea impactante, qué es lo que quieres decir. El ejemplo de la foto reconocida es claro, no es la escena del crimen más aparatosa, no es donde hay más cuerpos; al final se reconoce más el discurso que la imagen de oportunidad, en este caso la vulnerabilidad y lo fácil que es morirse en este país.

¿La foto reconocida pertenece a alguna serie?

Es una foto individual, pero todo el tema de violencia lo convertí en un proyecto personal; de cada lugar y escena del crimen trato de hacer una imagen más personal, pensando en un proyecto más grande. No escogí el tema, la oficina me ofreció venir a la frontera, pensé en el tema de la migración  al que le tengo cariño, había hecho algunas cosas ya, ese era mi objetivo, pero los muertos me alcanzaron, y para darle  cierto sentido a tanta violencia y muerte sin razón y como una especie de salud mental, me puse la meta de hacer un proyecto de forma diferente, nada más.

¿En que consiste esa forma diferente?

En sensaciones más que en cuadros violentos, que sí los hay pero trato de que las imágenes te dejen una sensación de vulnerabilidad de desesperanza, de lo que sentimos la mayoría de los mexicanos ante este problema.

¿Es el criterio que premió cuando decidiste enviar la foto a concursar al WPP?

Yo creo que sí, aunque yo no concursé la foto, lo hizo directamente la oficina, ellos seleccionan un grupo de imágenes de sus distintos fotógrafos de los temas que son importantes en el mundo. Desafortunadamente no es sólo a una imagen y a un fotógrafo al que  se reconoce sino a una situación muy grave; incluso la categoría en la que  fue reconocida: «asuntos contemporáneos», lo reconoce como algo común que sucede en México, eso muestra cómo el mundo nos percibe y eso es desafortunado.

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