Fotos Malditas*
David Aponte
Los gritos, el sudor y la adrenalina corren todo el día por una sala de redacción. Los periodistas toman decisiones colegiadas con los temas y las agendas. Los contenidos se ponen en la mesa y ellos los debaten, jerarquizan y deciden cuándo y cómo ponerlos en las distintas plataformas: impresos, antenas de radio y TV y páginas web. No se trata de ejercicios que salgan del mero impulso o que busquen la venta per se de contenidos en un mercado de oferta y demanda. Al final de cuentas, ellos no son los encargados de la comercialización ni están metidos en los planes de negocios de las empresas. Por supuesto, los objetivos de los periodistas son tener la mejor información y la mejor manera de contar las historias.
La publicación de la fotografía del futbolista Salvador Cabañas, tendido en el baño de un antro con una bala en la cabeza, ha abierto un debate entre analistas, académicos y periodistas sobre la responsabilidad de los medios de comunicación y el respeto a las víctimas. No han dado otro tipo de argumentos; solamente una supuesta moralidad en la conducción de las noticias y en publicación poco ética de las imágenes. Con la utilización de aforismos claman contra los medios de comunicación, que únicamente degradan la vida pública de México por colocar fotografías tan horribles a la vista de los lectores y las audiencias.
Pero los analistas, académicos y periodistas no hablan del registro de los hechos, tarea fundamental del periodismo. Es muy probable que tengan razón en cuanto al tratamiento de una imagen (una edición correcta que evite la innecesaria escena del charco de sangre, una decisión sobre si la foto se publica en color o en blanco y negro) y la eventual falta de contextos. Una fotografía sin la información adecuada puede ocasionar distorsión y falta de comprensión.
Los que debaten fuera de las mesas de redacción olvidan una parte del registro periodístico de México y de cómo se comenzaron a vivir escenas de violencia contra la sociedad mexicana; se olvidan también que los medios de comunicación no son los que generan los heridos y los muertos que aparecen todos los días en las calles del país. Al contrario, muchos periodistas han sido asesinados, como parte de esta espiral. Muchos de los reporteros han entrado a una fase de autocensura, para evitar agresiones. ¿Eso es lo mejor para el país? No, la censura no es el camino.
¿Dónde está la desmemoria del tratamiento periodístico de sucesos que han convulsionado al país? ¿Por qué es importante el registro de las imágenes? Los que discuten cómo hacer el trabajo periodístico no hacen referencia a los grandes asesinatos ocurridos en los años 90, para no ir más atrás en la historia. Sin las imágenes, sin el registro fotográfico, no recordaríamos el homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el 24 de mayo de 1993 en el aeropuerto de Guadalajara; el magnicidio del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994 en Tijuana; el asesinato del secretario general priísta, José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre de 1994 en la ciudad de México.
Los medios de comunicación publicaron las fotografías del cardenal Posadas y su chofer, abatidos en los asientos de un Gran Marquis blanco. Los diarios mostraron la fotografía de Luis Donaldo Colosio con su cuerpo inerte sobre la tierra. Los periódicos publicaron la imagen de Ruiz Massieu en una camilla. ¿Fue esto una irresponsabilidad de los medios de comunicación? ¿Lo hicieron por vender más ejemplares? No, son hechos que merecían el registro periodístico con la información adecuada y contextualizada. Sí, sí hubo sangre en las imágenes, porque fueron hechos sangrientos.
El mismo tratamiento periodístico recibieron los muertos y heridos en la plaza ensangrentada Melchor Ocampo de Morelia, cuando la noche del 15 de septiembre de 2008 manos asesinas lanzaron granadas contra la multitud. Las fotografías y las imágenes estuvieron en la prensa y la televisión. Los hechos se registraron y no hubo voces de analistas, académicos y periodistas que censuraran la actuación de los medios de comunicación. ¿Cuál es el punto de quiebre?
El debate informado parece conveniente. Los medios son entes públicos que deben rendir cuentas a la sociedad, ante los lectores y las audiencias inteligentes y capaces de discernir entre lo que ofrece la radio, prensa, televisión y los portales web de noticias. Sin embargo, no parece correcto el linchamiento cargado de moralidad y de supuestas violaciones a la ética profesional. ¿Quiénes establecen las reglas éticas? ¿Los académicos? ¿Los abogados? Los periodistas tomamos decisiones todos los días de manera colegiada y reflexiva, incluso entre mentadas de madre. Lo que no debemos hacer es perder el registro de los acontecimientos.
Otro punto de análisis será el resultado final de los contenidos y cómo ellos en su conjunto están mostrando ante los ojos del mundo un México extremadamente violento, un México en el que cualquiera puede morir en las calles, en los caminos de terracería o ser atacado con un arma de fuego en el baño de un bar. Desde la redacción no disparamos contra nadie.
daponte@ejecentral.com.mx
*Este artículo fue publicado el 27 de enero.
Cuartoscuro lo reproduce con autorización del autor