FOTORREPORTAJE. LOS LIMPIADORES DE HUESOS

Información y fotos de Maira Tulia Pérez Bocanegra para Cuartoscuro.com

FOTO: MAIRA TULIA/ CUARTOSCURO.COM

Polvo eres y en polvo te convertirás

Benancio Tuz Chi llega a limpiar hasta 50 esqueletos por día. Por sus manos pasan los restos de las personas que algún día caminaron, rieron y amaron en Pomuch, Campeche. Es el sepulturero de un poblado donde en las vísperas del 1 y 2 de noviembre los habitantes van y vienen del camposanto para limpiar las osamentas de sus seres queridos y darles la bienvenida cada Día de Muertos en su visita desde el Xibalbá, el inframundo maya.

Tienen que pasar por lo menos tres años antes de que los restos de un ser querido sean exhumados, fraccionados y almacenados en un osario: una caja de 30 por 60 centímetros que albergará por décadas sus huesos sobre coloridos paños bordados con el nombre, la edad y figuras que van desde ángeles hasta rosas, de acuerdo al sexo, personalidad y edad del difunto. La tradición dicta que las cajas deben permanecer abiertas con los cráneos en la cima de los huesos para que les de la luz del sol y el aire fresco.

Los huesos se blanquean a medida que pasa el tiempo. Petronia Collí Pantí, habitante de Pomuch,  observa como limpian los restos óseos de su tatarabuela, la señora Casimira Tuz, quien falleció hace 35 años. Transcurrido ese tiempo, los huesos del difunto suelen tornarse de un color casi blanco, a diferencia de los más recientes, oscuros y con restos de tejido.

El Choo Ba’ak o lavado de huesos es una costumbre heredada desde tiempos prehispánicos en Pomuch, Hecelchakán. Es un acto de amor: recordar a los fieles difuntos, ponerles un nuevo paño para el resto del año y se sientan queridos, platicarles o cantarles una oración a la luz de las velas.

Fue su abuela quien le enseñó a María Concepción esta tradición. Ahora es ella quien la practica en compañía de su hijo y su nieta para transmitirles la misma enseñanza que heredó de sus antepasados. Desde un mes antes se dedica a bordar los paños para su papá, esposo e hijo que yacen en el cementerio, desde hace treinta años el que más. Recientemente acaba de fallecer Evelia,  y señala que tienen que hacer un “huequito” pues ya no cabe en la osamenta familiar. 

En el emblemático panteón también existen osarios abandonados, muchos porque sus familiares se casan o porque se convierten a otra religión y ya no van a visitar sus difuntos. Eso no es impedimento para la misa que se realiza el 1 y 2 de noviembre en el cementerio del pueblo. Las familias acuden puntuales y alegres a  recibir  a sus difuntos para culminar la celebración del Día de Muertos. 

Galería de fotos

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Un comentario

  1. Gracias por compartirnos esta tradición, siempre he querido conocer más y ustedes me han transportado con sus imágenes. Compartan más fotos si es posible!

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