EL SUJETO QUE IMPORTA A HOSOE
Casi con un paisaje pintado a sus espaldas, la figura de Eikoh Hosoe se posa en el espacio de una azotea semitropical. Su semblante afable y una disposición de narrador de cuentos, nos acompañan a conocer el libro que sostiene: un objeto delicado y con espíritu propio que nació de manos que preparan papel arroz y lo arman artesanalmente.
El maestro Hosoe es una energía desbordante de 79 años, con parsimonia para hablar y movimientos pausados que recuerdan al tai-chi, pero que junto con su espíritu desenfadado y juguetón, conjuga una personalidad encantadora y sensible que todo lo mira desde las profundidad de sus lentes de pasta negros y unos ojos casi infantiles.
Eikoh Hosoe es quien inició un nuevo tratamiento en el desnudo moderno y la introspección hacia los imaginarios personales, explorando las partes más íntimas de sí mismo y cómo eso se vierte en la obra artística.
Para el maestro Hosoe el dilema, el punctum en la fotografía, dijera Barthes, es llegar a conocer al sujeto que uno tiene frente a la cámara, darle su dimensión real dentro del desarrollo del proyecto y más que eso, dentro de su complejidad humana, adentrarse y conjuntar esa simbiosis que retroalimente tanto al proyecto fotográfico como al proyecto personal de vida. Depende del tema, pero más del sujeto que posa enfrente de su cámara, cómo se hace esa conexión con ese sujeto… “el sujeto importa”.
Su trabajo con el escritor Yukio Mishima surgió a raíz de una solicitud de portada para un libro, pero lo que pudo ser una simple asignación se convirtió, en las manos de Hosoe, en un proyecto que lo catapultaría a convertirse en uno de los fotógrafos más famosos de la historia de la imagen.
Entre ellos se dio un diálogo en el que no sólo el modelo era sujeto de observación, sino también el fotógrafo: fotógrafo y fotografiado, Mishima concluyó el proceso de creación titulando el proyecto Barakei u Ordeal by roses, que quiere decir sufrir por las rosas, una de las muestras del carácter apasionado y atormentado del escritor.
Entre ellos se estableció una relación de confianza y lealtad que se nota: “Lo que yo quería crear era mi propio mundo y su propio mundo, que no tiene nada que ver con la vida o el espacio público, es la historia personal de él, sobre él, a través de mis ojos”.
Hosoe ha enseñado a varias generaciones de nuevos fotógrafos, entre ellos Daido Moriyama, quien fuera su asistente, y señala que dentro de esa experiencia como mentor la herramienta principal que debe tener un fotógrafo es involucrarse con el sujeto a fotografiar, desarrollar esa relación y tener un mundo personal que expresar, ideas en la cabeza que tengan algo qué decir; no es sólo llegar a un lugar y tomar lo que está ahí puesto en la calle, sino transformarlo en un universo íntimo y personal donde se decanta el imaginario.
Joyce García
El maestro Hosoe es una energía desbordante de 79 años, con parsimonia para hablar y movimientos pausados que recuerdan al tai-chi, pero que junto con su espíritu desenfadado y juguetón, conjuga una personalidad encantadora y sensible que todo lo mira desde las profundidad de sus lentes de pasta negros y unos ojos casi infantiles.
Eikoh Hosoe es quien inició un nuevo tratamiento en el desnudo moderno y la introspección hacia los imaginarios personales, explorando las partes más íntimas de sí mismo y cómo eso se vierte en la obra artística.
Para el maestro Hosoe el dilema, el punctum en la fotografía, dijera Barthes, es llegar a conocer al sujeto que uno tiene frente a la cámara, darle su dimensión real dentro del desarrollo del proyecto y más que eso, dentro de su complejidad humana, adentrarse y conjuntar esa simbiosis que retroalimente tanto al proyecto fotográfico como al proyecto personal de vida. Depende del tema, pero más del sujeto que posa enfrente de su cámara, cómo se hace esa conexión con ese sujeto… “el sujeto importa”.
Su trabajo con el escritor Yukio Mishima surgió a raíz de una solicitud de portada para un libro, pero lo que pudo ser una simple asignación se convirtió, en las manos de Hosoe, en un proyecto que lo catapultaría a convertirse en uno de los fotógrafos más famosos de la historia de la imagen.
Entre ellos se dio un diálogo en el que no sólo el modelo era sujeto de observación, sino también el fotógrafo: fotógrafo y fotografiado, Mishima concluyó el proceso de creación titulando el proyecto Barakei u Ordeal by roses, que quiere decir sufrir por las rosas, una de las muestras del carácter apasionado y atormentado del escritor.
Entre ellos se estableció una relación de confianza y lealtad que se nota: “Lo que yo quería crear era mi propio mundo y su propio mundo, que no tiene nada que ver con la vida o el espacio público, es la historia personal de él, sobre él, a través de mis ojos”.
Hosoe ha enseñado a varias generaciones de nuevos fotógrafos, entre ellos Daido Moriyama, quien fuera su asistente, y señala que dentro de esa experiencia como mentor la herramienta principal que debe tener un fotógrafo es involucrarse con el sujeto a fotografiar, desarrollar esa relación y tener un mundo personal que expresar, ideas en la cabeza que tengan algo qué decir; no es sólo llegar a un lugar y tomar lo que está ahí puesto en la calle, sino transformarlo en un universo íntimo y personal donde se decanta el imaginario.
Joyce García
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