DF Penúltima región. Entrevista a Gerardo Suter

Anasella Acosta

Una ciudad convulsa, que crece a los lados, hacia arriba, una encima de otra, que es promesa y posibilidad, lo mismo de una región más nítida que de otra doblemente  caótica, territorio habitado que es consecuencia y reflejo de todo lo humano, monumental pero lúgubre, derruida pero en construcción,  es en la que nos sumerge Gerardo Suter en  DF, Penúltima región, a través de una exploración perceptiva que no sólo  apela a la vista, el tacto, el oído y el olfato también son invitados a esta obra  artística.

Hace dieciséis años Gerardo Suter presentó en el Centro de la Imagen la exposición Anahuac. Radiografías de un Valle (revista Cuartoscuro 13, julio-agosto, 1995), entonces sorprendió la peculiaridad de la impresión, dimensión, instalación de todo aquello que conformó la muestra. Ahora, luego de un poco más de tres lustros, Suter repite la hazaña redimensionada, con la experiencia que otorga estar inmerso en un continuo proceso de ensayo-error, y que le permite alcanzar la meta de todo artista: transmitir de manera efectiva su visión del mundo.

Esta exhibiciòn reúne  foto (en soportes como el yeso, plomo, acrílico, lona, etc), sonido, video y espacio para  crear una región que incite a sus espectadores a la reflexión del caos que el hombre genera dentro de su ambiente.  Suter muestra el paso del tiempo y las alteraciones causadas en la imagen del  pasiaje urbano, debido al asentamiento de unas ciudades sobre otras más antigüas, así  esta exhibición se convierte en compilación de las exploraciones creativas de  su autor, quien charla  con Cuartoscuro, sobre esta exposición que  permanecerá  abierta al público hasta el 15 de enero de 2012 en el Antiguo Colegio de  San lIdefonso, Justo Sierra 13, Centro Histórico,  México D.F.

¿Por qué te ha sido insuficiente sólo la imagen por la imagen para expresarte?

—Una parte importante que caracteriza mi trabajo desde sus inicios es la experimentación con materiales. A mí me interesó probar cosas nuevas, eso fue evolucionando y me llevó a tratar con distintos soportes y formatos, siempre en el campo de la foto. En 1994, cuando empecé con todos los proyectos de especialidad de la imagen, me metí en el campo de las nuevas tecnologías, el hecho de mudarme de plataforma y empezar a trabajar con digital, me abrió un campo en la experimentación no sólo con la imagen (el sonido, la imagen en movimiento, el texto), entré a un universo donde todas las herramientas funcionaban prácticamente igual, a pesar de ser diferentes lenguajes, así fue como me empecé a colar poco a poco en el uso de componentes, de elementos más allá de la imagen, donde lo último que he estado trabajando es justo la parte espacial.

“No entiendo Penúltima región como una exposición de fotografía, es una exposición de imágenes, y sobre todo de imágenes colocadas en un espacio, hay un recorrido muy claro, hay una serie de condicionantes  en el lugar de exposición que van más allá de la imagen,  la presencia sonora y cómo ésta te acompaña en todas las salas es un factor importante.  La necesidad de abrirme al campo de la imagen en movimiento está ahí porque con la foto no me es posible desarrollar ese discurso, entonces uno empieza a echar mano de todo aquello que te sirve para construir esa narrativa. Todo es una sola obra, una sola pieza con distintos elementos relacionados entre sí, y colisionan, chocan entre ellos. Eso te permite generar un estado de ánimo distinto. En la exposición no sólo lo visual es importante, sino el movimiento y el desplazamiento del espectador para que él aprehenda lo que está viendo.

Mencionas el espacio que ha sido fundamental en tus trabajos, ¿qué significado ocupa en tu obra?

—Curiosamente mi primer proyecto fue en el 95 en el Centro de la imagen con un proyecto que tenía que ver con la Ciudad de México que se llamó Anahuac . Radiografías de un Valle, donde de alguna manera el cuerpo era el hilo conductor, pero era un revisión del mismo espacio, el mismo que estoy realizando ahorita, pero desde una perspectiva distinta en cuanto al contenido, pero ahí arrancaba este proyecto de espacializar la imagen, colocarla, romper, hacer un planteamiento visual, donde el espacio jugara un papel importante, en ese momento las fotos se imprimieron en un papel transparente, el espectador podía transitar alrededor de la imágenes y se adecuaron al espacio, el proyecto estaba en su inicios, y casualmente la primera nota la sacó Cuartoscuro con fotos de la instalación. Ahora, si bien retomo piezas de otras exposiciones, la gran mayoría  fueron hechas para este lugar.

“La forma que tengo de trabajar desde mediados de los noventa es ver el lugar, conseguir planos y empezar a pensar la obra para ese lugar concreto. Es un proceso largo, muy cercano a diseñar la exposición. Estar en el proceso de montaje para mí es asistir al momento en el que aterrizo lo que tengo en la cabeza, es muy importante ese último paso hacia la puesta en arquitectura de la obra.”

Penúltima región es síntesis de 16 años de experimentación ¿por qué es así?

—Lo que uno hace a lo largo de la carrera es tratar de perfeccionar la forma en qué ves el mundo y la forma en cómo quieres contarlo y quieres que los demás lo entiendan. En ese proceso uno hace trabajos buenos y otros malos, no es siempre una línea ascendente, es prueba-error… Siento que este proyecto está muy redondo, porque si bien hay obras que había tratado de poner en otros lugares, no pude tener la escala suficiente, lo que yo quería era envolver al espectador, tratar de  saturarlo de principio a fin con imágenes.

“Hace dos o tres años iniciamos con la idea de la exposición en San Ildefonso, pero  en aquel entonces no tenía toda la obra resuelta, entonces no hubiera tenido la madurez, aunque emocionalmente me hubiera encantado, la obra no hubiera estado preparada para el espacio. Ahora la obra está en eso que he tratado de hacer durante estos años, aunque nada lo veo como terminado, sino como un proceso, en esta parte del proceso se conjuntaron muchos elementos que me permitieron  llegar a dónde quería.”

Antes fue el cuerpo y ahora la ciudad,  hay una  correspondencia, cuéntanos cómo se  relacionan

—La idea de territorio, de conocimiento, de entender y definir ese territorio ha sido muy importante. En la otra serie el cuerpo trabajaba como hilo conductor o pretexto para hablar sobre pertenencia, territorio, y ahora es un poco lo mismo, es tratar de encontrar una explicación visual a lo que nos rodea, a las particularidades de esta ciudad que cultural y arquitectónicamente está hecha de capas que se sobreponen, no tiene un orden, responden a su propia lógica.

“Me nacía retomar esta reflexión del paisaje de la ciudad desde el propio habitat. Si decido arrancar con una obra que hace referencia la terremoto del 85 es porque a partir de ese momento la ciudad de México renace en todos los sentidos, socialmente también es una ciudad distinta. No es gratuito que el texto que haya tomado sea el de Monsivási para hablar de eso, él estuvo muy consciente de ese nacimiento de una sociedad ante un crisis natural… El cuerpo sigue estando presente, somos todos nosotros los que estamos habitando esa ciudad, somos presencias en este espacio que nos rodea.

Esta penúltima región es gris-oscura…

—Uno la puede ver con el estado de ánimo que traiga. Es dramática, no es perita en dulce, es un lugar dramático, porque así lo veo, es un lugar de roces, de fricciones, choques, pero eso es precisamente lo que le da la vitalidad, y es muy negro todo, gris, denso, oscuro, dramático… Técnicamente está todo en blanco y negro, todo es muy opresivo… Le puedes poner muchos adjetivos, pero así lo siento, ahora no la puedo ver de otra manera, no quiere decir que sea malo, con todo la ciudad ha salido adelante, es parte de toda la vitalidad que la hace mantenerse en pie. Muchos paisajes ya cambiaron, y lo hacen a una velocidad impresionante: cambian, desaparecen, se sobreponen, algo que no pasa en otras ciudades del mundo.

¿A qué corresponden los  grande formatos?

—Corresponden al sentido del espacio y de la monumentalidad y grandiosidad de la ciudad. Ninguna imagen es contenible por su proporción, es algo que en todo momento tú sientes que te rodea, no hay intimidad en las fotos,  siempre hay una presencia mucho mayor que hace que uno se sienta rodeado, poseído por esa gran ciudad. Eso es muy importante, si yo hiciera las mismas fotos a otra escala esa sensación de monumentalidad no se podría generar en el espectador.

¿Qué esperas del espectador en un tiempo de saturación visual y adormecimiento al mismo tiempo?

—Si en algo la obra los puede tocar o conmover me doy por bien servido. Lo que me interesa es poder transmitir eso, no a través de la razón sino a través de la sensación, de la emoción.  Mucha gente que está viendo las exposición y va al zócalo percibe las cosas de otra manera, hay un eco, por la misma cercanía con lo que sucede fuera, muchas fotos están tomados aquí enfrente, son puntos de vista cercanos al espacio de exhibición… Me gustaría que se llevarán una sensación y cuando salieran estuvieran recordando o sintiendo algo.  Es difícil que se les quede una imagen muy puntual, no puede ser por la misma diagramación de la expo; te llevas una sensación, un estado de ánimo que después lo particularizas en algunas piezas, y eso es lo que me interesaría.

“Sí estamos saturados de imágenes pero hay que encontrar la manera en que esas imágenes todavía puedan transmitir algo, por lo general es a través de la emoción que se logra, sean o no placenteras las imágenes.”

Los soportes tampoco son gratuitos…

—Tampoco. Hay una pieza que está impresa sobre plomo; me quedé con ese paisaje aéreo de la ciudad de México donde el tono plomizo del cielo iban muy bien, porque finalmente mucho del cielo, del aire es eso (plomo), había, de alguna manera, una relación entre lo que estaba diciendo y cómo lo estaba diciendo.

“Otra pieza está impresa en yeso,  cerca de esta nube de polvo que se levanta después del  terremoto, es cómo si ese polvo de los derrumbes se pegara en una superficie y sobre esa tuvieras un paisaje de la ciudad.

“Hay una serie de vínculos que funcionan emocionalmente sin tener que verbalizarlos. No es gratuita la selección del material.  Las últimas fotos de las lonas están impresas exactamente en el mismo material que están impresos los espectaculares, porque es su  soporte natural, así tiene que ser. También fue importante probar con eso.

“Las sobre-exposiciones de la ciudad de México, son como ventanas, así existen, están puestas como si tú te asomaras y vieras através de ellas

“Son importantes todas estas relaciones con los materiales. No es nada más la foto, es más allá, la foto es sólo una parte de la obra. La forma en que tú la lees depende mucho del soporte. Por ejemplo, el daguerrotipo es un objeto que puedas abrir, descubrir la imagen, moverla, es esa parte objetual que trasciende al propio contenido. sS hago una reproducción del daguerrotipo, lo pongo a otra escala y no lo puedes tocar, no es lo mismo. La foto sí tienen una cuestión objetual… El soporte es muy importante, que esté más contrastado o menos, en papel de fibra, en resina, en plotter, la imagen cambia.

“El enmarcado es también fundamental, el montaje es importante pero es lo que pide la foto. Eso es parte de la imagen, es un complemento que a veces no valoramos y cuando nos equivocamos la imagen no tiene el impacto que pudiera tener.  La buena foto no lo es en solitario, aunque a veces lo pensemos. Los videos tu los ves en el monitor y no es lo mismo, hay una cuestión de espacialidad que es necesario que veas así de grande y te perturbe por el tamaño.”

¿Han cambiado tus preocupaciones artísticas, cuáles son hoy?

—No sé qué es lo que vaya hacer ahora… Quería tratar de hacer un juego con espacios abiertos–cerrados,  con lo público-privado,  trabajar por ese lado pero un día uno se levanta con una idea y otro con otra.

¿Qué busca un artista en el fondo?

—Tratar de comunicar su visión del mundo. Es lo mismo que hace cualquier otra disciplina. El tema de la ciudad lo han abordado desde distintas perspectivas. Carlos Fuentes tiene su perspectiva literaria, Pablo Ortiz Monasterio tuvo su visión cuando hizo su libro, Néstor García Canclini tiene una visión desde la sociología y la antropología, Juan Villoro desde la crónica… Lo que uno quiere es tratar de transmitir una visión desde lo que uno cree que sabe hacer. El artista trata de dar su visión personal. El físico o el químico tendrán  la suya. Lo rico es tener todas esas aproximaciones, no hay ninguna que sea mejor que la otra, todas están en el mismo lugar.

Aunque es claro que el mundo no puede clasificarse en blanco y negro, qué te gusta de tu visión del mundo y que no

—Como artista me interesa  mostrar la complejidad,  y la libertad con la cual podemos entender eso complejo que no es lineal, tratar de mostrar que no hay una sola visión del mundo. No me interesa quienes quieren manejar verdades únicas como el blanco y el negro. A mí me interesan todos los grises posibles que puedan surgir entre lo blanco y lo negro. No hay para nada verdades absolutas. Lo que más me espeluzna es que  se quiera reducir a verdades absolutas, bueno-malo, feo-bonito.

Si imaginaste una penúltima región, imaginaste una última

—No. No hay última,  es como el horizonte, está ahí pero nunca llegas. Lo rico es que sea la penúltima, que nos da la posibilidad de construir otra, que seguramente será otra penúltima y así, en una idea de movimiento continuo. Si  le hubiera puesto la última, hubiera cancelado, cerrado esa posibilidad, y lo verías negro, pero siendo penúltima lo vas a ver  de un gris que podría llegar a ser oscuro o un poco más claro, da la posibilidad de pensar que hay otra región que podría  ser mejor… O peor.

“Viene de la idea de cómo ha crecido esta ciudad, para los lados ya no puede, se va para arriba, le salen chipotes crece, de manera orgánica, sistémica y le empiezan a salir penúltimas regiones por todos lados.

“¿Por qué la Ciudad de México?, porque aquí viví toda mi vida, me gusta, es de la ciudades más vitales del mundo, pasa todo, te encuentras todo, es incomprensible. Me chocan los lugares que los entiendes, son lugares aburridos. Esta vitalidad de la ciudad de México es muy importante y es una de las cosas que más me ha llamado la atención, la he visto desde distintos lados. Se me antojó.”

© Gerardo Suter. Refundación, 2010. Cortesía Antiguo Colegio de San Ildefonso

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