DE LO HISTÓRICO A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
De la importancia de los archivos históricos a las nuevas tecnologías, de las primeras coberturas de conflictos bélicos a ocupar campos desconocidos dentro de la imagen proviniendo de la palabra…
Por estos y más caminos transitó en segundo día del Coloquio Internacional Los Lenguajes Itinerantes en la Fotografía, en donde se ha puesto a discusión análisis teóricos de la fotografía, bien sea desde sus correspondencias, realidades, utopías o proximidades.
En la mesa titulada Fotografía y la Revolución Mexicana, la investigadora Rebeca Monroy rescató a Ezequiel Carrasco como el gran fotógrafo de la Decena Trágica, al lograr vender tirajes históricos de 60 mil ejemplares de la revista para la cual trabajó “Revista de revistas”, logrando que la fotografía llegase a lugares inimaginables anteriormente.
Como buen pionero, Carrasco buscó rebasar los alcances de la fotografía fija e incursiona en la imagen movimiento, filmando su primer película mexicana en 1917, a la cual tituló “La Luz” , señaló Monroy.
Samuel Villela sedujo con la idea de quién podría ser la primera mujer en el mundo cubriendo un conflicto bélico: Sara Castrejón, originaria de Teloloapan, Guerrero, quien registra las primeras imágenes en 1911 de la Revolución Mexicana, y con ellas el idilio del primer acercamiento femenino a un campo reservado para hombres.
Además, hizo un apunte por las microhistorias que se desarrollan fuera de la oficialidad, donde el investigador nos lleva a la región de Guerrero para analizar y reconstruir una narrativa de la Revolución a través de la fotografía.
En su turno, el investigador John Mraz analizó los diferentes archivos que se tienen de la Revolución Mexicana, el trabajo de Agustín Víctor Casasola, de quien sospecha que destruyó los archivos de simpatizantes a Díaz por ser, él mismo, un seguidor de Madero, contando con ello el poder subjetivo e inevitablemente personal que hay en la fotografía hasta en la de prensa.
Los sesgos en la información, así como políticas de preservación, se hacen ausentes al hacer un recuento de la historiografía oficial, donde los gobiernos dejan fuera la historia crítica, aquella que no quieren legitimar; en este caso, la de los zapatistas.
FOTO Y LITERATURA
En un ámbito de la fotografía totalmente alejado, el de la expresión, el escritor Mario Bellatin y la fotógrafa Graciela Iturbide narraron cómo llegaron a descubrir la intimidad de una Frida Kahlo vedada por 50 años.
Escapándose del discurso que hubieran tenido que explicar acerca de la pintora, conversaron sobre sus obsesiones en la fotografía y la escritura, respectivamente… Bellatin llegó a la fotografía por un incentivo de Graciela, y de allí no la soltó de su vida. Graciela hizo un muy breve recorrido por su obra y narró cómo surgieron las imágenes en su cabeza: “Las obsesiones provocan las apariciones”, dijo.
La última charla del día fue la conversación entre Pablo Ortiz Monasterio y Pedro Meyer, quienes hablaron de la institucionalización de la fotografía en México con la creación del Consejo Mexicano de la Fotografía, y el Centro de la Imagen durante la administración de Víctor Flores Olea al mando del Conaculta.
Hablaron también de la creación de las Bienales de Fotografía y su devenir en el presente, donde se revisaron los trabajos de cuatro fotógrafos contemporáneos: Fernando Brito, Ana Casas Broda, José Luis Cuevas, Gabriel de la Mora y la colección intervenida de las Revistas Vea que guarda Armando Bartra.
(Joyce García)
Por estos y más caminos transitó en segundo día del Coloquio Internacional Los Lenguajes Itinerantes en la Fotografía, en donde se ha puesto a discusión análisis teóricos de la fotografía, bien sea desde sus correspondencias, realidades, utopías o proximidades.
En la mesa titulada Fotografía y la Revolución Mexicana, la investigadora Rebeca Monroy rescató a Ezequiel Carrasco como el gran fotógrafo de la Decena Trágica, al lograr vender tirajes históricos de 60 mil ejemplares de la revista para la cual trabajó “Revista de revistas”, logrando que la fotografía llegase a lugares inimaginables anteriormente.
Como buen pionero, Carrasco buscó rebasar los alcances de la fotografía fija e incursiona en la imagen movimiento, filmando su primer película mexicana en 1917, a la cual tituló “La Luz” , señaló Monroy.
Samuel Villela sedujo con la idea de quién podría ser la primera mujer en el mundo cubriendo un conflicto bélico: Sara Castrejón, originaria de Teloloapan, Guerrero, quien registra las primeras imágenes en 1911 de la Revolución Mexicana, y con ellas el idilio del primer acercamiento femenino a un campo reservado para hombres.
Además, hizo un apunte por las microhistorias que se desarrollan fuera de la oficialidad, donde el investigador nos lleva a la región de Guerrero para analizar y reconstruir una narrativa de la Revolución a través de la fotografía.
En su turno, el investigador John Mraz analizó los diferentes archivos que se tienen de la Revolución Mexicana, el trabajo de Agustín Víctor Casasola, de quien sospecha que destruyó los archivos de simpatizantes a Díaz por ser, él mismo, un seguidor de Madero, contando con ello el poder subjetivo e inevitablemente personal que hay en la fotografía hasta en la de prensa.
Los sesgos en la información, así como políticas de preservación, se hacen ausentes al hacer un recuento de la historiografía oficial, donde los gobiernos dejan fuera la historia crítica, aquella que no quieren legitimar; en este caso, la de los zapatistas.
FOTO Y LITERATURA
En un ámbito de la fotografía totalmente alejado, el de la expresión, el escritor Mario Bellatin y la fotógrafa Graciela Iturbide narraron cómo llegaron a descubrir la intimidad de una Frida Kahlo vedada por 50 años.
Escapándose del discurso que hubieran tenido que explicar acerca de la pintora, conversaron sobre sus obsesiones en la fotografía y la escritura, respectivamente… Bellatin llegó a la fotografía por un incentivo de Graciela, y de allí no la soltó de su vida. Graciela hizo un muy breve recorrido por su obra y narró cómo surgieron las imágenes en su cabeza: “Las obsesiones provocan las apariciones”, dijo.
La última charla del día fue la conversación entre Pablo Ortiz Monasterio y Pedro Meyer, quienes hablaron de la institucionalización de la fotografía en México con la creación del Consejo Mexicano de la Fotografía, y el Centro de la Imagen durante la administración de Víctor Flores Olea al mando del Conaculta.
Hablaron también de la creación de las Bienales de Fotografía y su devenir en el presente, donde se revisaron los trabajos de cuatro fotógrafos contemporáneos: Fernando Brito, Ana Casas Broda, José Luis Cuevas, Gabriel de la Mora y la colección intervenida de las Revistas Vea que guarda Armando Bartra.
(Joyce García)