AL RESCATE DEL FRESNILLO DE ANTAÑO

[slideshow_deploy id=’31146′]

Por Juan Carlos Basabe Bañuelos

Uno de los oficios respetados del México de antaño, y por cuyos estudios pasaba obligatoriamente toda la población, era el del fotógrafo. Todavía en algunas ciudades y pueblos existen estos personajes del pasado.

Tristemente, sus archivos han quedado muchas veces en el olvido, fragmentados, destruidos o totalmente perdidos, aunque su contenido sea de reconocido valor. Nuestra historia se va perdiendo. Cuando son rescatados, al fin son valorados como un grial histórico.

Uno de estos casos es el del archivo de don Ricardo Sánchez Ortega, quien amasó a lo largo de su vida un gran acervo que va desde principios de la década de los 40 hasta la de los 80 del siglo pasado.

Don Ricardo nació en San Francisco, Michoacán (ca. 1910) y fue un entusiasta trabajador que llegó a una comunidad minera de Zacatecas llamada Noria de San Pantaleón entre 1927 y 1928, para dedicarse al análisis químico de los productos extraídos de la mina del mismo nombre.

Sus conocimientos en la materia fueron los que lo llevaron a interesarse en la fotografía. Es así que comenzó a hacer imágenes de los eventos locales y de sus amigos.

Pasada la bonanza de la mina de San Pantaleón y con el pueblo en quiebra, se trasladó a Fresnillo, en donde decidió que la foto debía dejar de ser su hobby para convertirse en el trabajo que definiría su vida.

Hacia 1936, montó un estudio fotográfico en el centro de la ciudad. Aunque don Ricardo no conservó el trabajo de sus primeros años, empezó a guardarlo a partir de 1942 y, en 1943, comenzó sus estudios de fotografía vía correspondencia en Eastman Kodak, con sede en Rochester, Nueva York.

Poco a poco, don Ricardo comenzó a ganarse la confianza de las personas de Fresnillo y de las comunidades vecinas, pues solían llamarlo para cualquier clase de evento.

Sus imágenes, realizadas en formato 4×5 y 5×7 revelan un estilo común en la época pues, en su mayoría, son retratos y fotografías de grupo dentro del estudio. Sin embargo, también existen algunas no del todo usuales, como las de personas paseando en el campo o en actividades cinegéticas, y las de muertos –especialmente niños–, una costumbre de la época.

Podemos suponer que don Ricardo se sentía profundamente atraído por los músicos, tanto por su melomanía como por su porte, pues dedicó gran parte de su trabajo a retratarlos. Prueba de ello son los excelentes retratos de Beto Díaz y su orquesta, notable músico de Fresnillo.

Al igual que los músicos, los deportistas forman gran parte de su trabajo: toreros como Manolete, boxeadores y, sobre todo, beisbolistas componen otra parte importante de su obra.

Se dedicó también a fotografiar productos para las empresas locales, escaparates, inauguraciones de plantas, e hizo reproducciones de documentos como títulos, licencias y mapas.

Las imágenes de don Ricardo Sánchez Ortega representan, en sí mismas y en su conjunto, la idea que quería proyectar el municipio de Fresnillo y sus habitantes, tanto hacia dentro como al exterior.

En sus imágenes no sólo debemos leer lo que está, sino también lo que no encontramos: en la gran masa del trabajo de don Ricardo no existen fotografías de trabajadores, de mineros, de obreros.

Sin embargo, existen fotografías de visitas presidenciales, de gobernadores y de líderes sindicales, de fiestas y reuniones, y mítines políticos, así como un cúmulo infinito de retratos de estudio, de personas posando para la cámara.

Pero no todo dura para siempre. Don Ricardo tuvo que cerrar el estudio a mediados de la década de los 80 por problemas de la vista y el archivo se quedó en un rincón de su casa.

Tristemente, la historia de su archivo es la habitual. Cuando don Ricardo se retiró de la fotografía, el archivo estorbaba y, como generalmente pasaba, una parte fue quemada.

Al darse cuenta de esto, su yerno Rafael Pinedo Robles, le propuso que le donara el archivo completo ya que, en su calidad de cronista de Fresnillo, tendría posibilidades de trabajarlo. Finalmente, el 12 de agosto de 1991 se concretó la donación. Y, efectivamente, don Rafael trabajó el archivo y dio luz a varias publicaciones sobre algunas temáticas como la de músicos, deportistas, y la ciudad en general.

Hace un tiempo, don Rafael acudió a la Fototeca de Zacatecas para pedir asesoría y ver la posibilidad de que el acervo quedara a resguardo. Desafortunadamente, murió antes de concretarse el proyecto y el archivo fue trasladado a un bodega que lo ponía en peligro.

Fue entonces cuando la Fundación Pedro Valtierra A.C. y la Fototeca de Zacatecas, en un ejercicio de cooperación, lograron rescatar el archivo y trasladarlo a sus instalaciones, donde está siendo resguardado. Actualmente, se encuentra en trabajos de conservación y catalogación con apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

Es misión de las fototecas, historiadores, sociólogos e instituciones el rescatar el quehacer de aquellos fotógrafos, pues la memoria de nuestros pueblos y municipios, las crónicas de los eventos importantes del siglo XX, no están albergados en las arcas o estantes de los archivos históricos, sino colgadas en las paredes de las casas o guardados en cajas olvidadas. Es la historia no escrita, sino fotografiada justo por esos fotógrafos de antaño.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba
Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?