Buscar historias regionales sobre foto más allá de la historia impuesta: J. A. Rodríguez
San Luis Potosí, 24 de noviembre.- No se puede escribir una historia de México desde el Distrito Federal, tenemos que acercarnos a las regiones, a las microhistorias, a los lugares apartados, postura que está contra los cánones impuestos y la historia eurocentrista, a la que sólo se puede acudir para constatar cuánto desconoce nuestra historia y nos quiere mantener alejada de ella. Así lo consideró el historiador José Antonio Rodríguez en la conferencia inaugural Las historias de la fotografía en México, durante el Primer Encuentro Nacional de Investigación sobre la Fotografía, que tiene como sede el Centro de las Artes de San Luis Potosí.
El historiador se refirió a los momentos que han marcado el desarrollo de la investigación de la fotografía en nuestro país durante los últimos treinta años del siglo XX, y dejó en claro que no se trata de hacer una historia latinoamericana o mexicana al margen de las historias existentes, —las eurocentristas— pero sí de recuperar las historias regionales, porque escribir historias en nuestro caso, destacó Rodríguez, «es reconstruirnos constantemente como nación y cultura con nuestros propios códigos de ver y hacer imagen».
En un país donde la foto que no vestía a los gobernadores o personajes públicos no existía, relató, la investigación y recopilación de archivos de investigadores sacan a luz las historias. Mencionó varios ejemplos como el Archivo Pedro Guerra (Yucatán), Los Salmeron (fotografía en Guerrero, realizada por Samuel Villela), lo hecho en Veracruz, así como el rescate a partir de un perfil biográfico como en el caso de Romualdo García, realizado por la historiadora Claudia Canales, o el trabajo de José Antonio Bustamante (fotógrafo de Fresnillo, Zacatecas). Todos estas historias regionales, dijo Rodríguez, eliminan la “acartonada” historia en México.
Rodríguez consideró que hay que apelar a la historia que dé entrada a las minorías, a los autores marginales, “cosa de realización bastante difícil” ante el desconocimiento de lo ajeno, de otras historias que no le interesa integrar a la europea.
En coincidencia con esta postura contra el eurocentrismo, el propio historiador se refirió a uno de los teórico más importante en América Latina, el brasileño Boris Kossoy, quien en los noventa abogaba, dijo, por historias que recurrieran a la interdisciplina, a diferenciar las historias nacionales y/o continentales contra una historia generalista hecha desde un centro hegemónico. Kossoy, agregó Rodríguez, apostaba por lo regional.
En este sentido, mencionó: hay que entender que “cada comunidad puede tener material e informaciones en espera de futuros investigadores; hay que poner atención en centralismos y eurocentrismo para dejarlos de lado al momento de hacer historia fotográfica”.
Con la emergencia de historias latinoamericanas, agregó, hay una contraposición con a la mirada opulenta, la eruocentrista que se empeña en ver estas imágenes como productos naiv,e registros vernáculos, muy lejos de cualquier asomo de identidad, según teóricos como el francés Michel Frizot .
José Antonio Rodríguez también se refirió algunas tesis de Marie Loup Sougez, quien plantea cómo las historias muestran las filias de quienes las escriben; “según la nacionalidad su historia iba a tener más predominancia”.
Se trataría, menciona Rodríguez, de aprender la propia historia de la foto como formas de escritura de diferentes niveles, no una sola historia basada en la historia de celebres autores a quienes hay que imitar, sino diferentes formas de entender la foto como un complejo interrelacionado.
Rodríguez refirió 1978 como punto de partida de su disertación, año en el que mencionó había más dudas que certezas respecto de lo fotográfico, pero en el que ya se dejaba ver su complejidad. Entonces “las fuentes eran casi nulas, la reflexión se daba a cuenta gotas”, pero en ese año fue justo cuando se publicó La gracia de los retratos antiguos (abril 1978), que “revela una sociedad mexicana de siglo XIX y XX, dando cuenta que la historia fotográfica se extendía muchas décadas atrás”.
Otro de los momentos claves recientes en la investigación, apuntó el historiador, fue cuando Claudia Canales, Ernesto García Canclini, Lázaro Blanco y otros historiadores bajo la coordinación de Eugenia Meyer realizaron la exposición Imagen histórica de la fotografía en México, montada en el Museo de Antropología e historia, conformada por más de mil 500 piezas en exhibición, «con lo que se evidenció que el universo vastísimo de la foto en México era inaprensible».
Sobre Meyer citó: “No hay fotos inocentes ni involuntaria”, todas implican compromiso del autor y refleja el medio al que éste pertenece, tanto como el ámbito que rechaza y admira; por lo que habrá que definir y precisar esfuerzos en la búsqueda de autenticidad para lograr la toma de consciencia de la fotografía mexicana.
Y respecto de la historia de la Revolución Mexicana, consideró que a pesar de los esfuerzos realizados todavía está en etapa generalista pues es demasiada la información existente y habría que comenzar a hacer estudios de autores específicos, para historiar la Revolución, no quedarnos con las puras imágenes, ir más allá, eso muestra lo difícil que es hacer la historia. (Anasella Acosta N.)