La belleza del error, Chéroux
Entrevista a Clément Chéroux
Galo Ramírez
Fuera de foco, mal encuadre, doble exposición, sombras, reflejos, destellos, un mal revelado, accidentes en el cuarto oscuro. Todos estos considerados errores en la fotografía, pero a partir de los cuales el historiador francés, Clément Chéroux publica en español Breve historia del error fotográfico, en la colección “serieve” de editorial Almadía.
“No cometas errores”. Es una frase usual en cualquier tipo de actividad que desarrolla el ser humano, pero Chéroux nos lleva a comprender que en el error radica lo inexplicable y la incertidumbre, circunstancias que, a su vez, abren el camino del descubrimiento.
En la fotografía, si ésta no era nítida y representante de la realidad se tiraba a la basura, no servía, pero la mirada de fotógrafos como Moholy Nagy, Man Ray o Eugene Aget marcaron paradigmas en este sentido e incorparon un nuevo lenguaje fotográfico.
El psicoanálisis, la serendipidad y el azar se hacen presentes en el ensayo de Chéroux, donde aborda cómo las vanguardias, en especial la surrealista, descubren en las fotografías que la deformación, la experimentación y la doble dimensión de los reflejos conducen a esa realidad oculta de las cosas y el entorno.
En entrevista con Cuartoscuro, el investigador francés habla sobre las pretensiones del libro y su motivación para abordar el tema, y defiende su postura: “No hay que contraponer la belleza y el error”.
“Las fotos que en el siglo XIX se consideraron fallidas, durante el desarrollo de las vanguardias en 1920, en especial la surrealista, se transformaron en propuestas estéticas, lo que era rechazado antes: sobreimpresión, solarización, un mal encuadre, doble exposición… Se convirtieron en expresiones artísticas”, plantea Chéroux como circunstancia motivadora del libro.
La relatividad del error es uno de los temas enfáticos en el trabajo. El autor explica: “La falla no existe en sí, sino contrapuesto de lo que se considera un logro. Sobre lo que se considera el error, lo que existe es un aquí y ahora; y cuando cambia de tiempo, el error puede llegar a convertirse en un acierto”.
Cheroux explica que la valoración de las fotografías se dá a partir de una “evolución de la mirada” y por dos tipos de desplazamientos en la apreciación de la obra: “El desplazamiento temporal provoca que una foto fallida en una época, pueda transformarse en un logro en otra, y en el desplazamiento espacial una foto fallida que puede ser considerada como tal para un aficionado, a su vez puede ser un logro para un artista”.
Como ejemplo Chéroux refiere la foto de Lartigue que en su momento se consideró fallida, y al paso de 20 años es considerada como un icono en la fotografía.
Asimismo, el historiador menciona las fotos fallidas de los aficionados y considera su papel esencial tanto en la historia de la fotografía como en la evolución de la técnica; incluso, las vanguardias comenzaron a mirar fotos de aficionados, quienes a decir de Chéroux tenían el privilegio de “no tener que hacer nada para alguien, lo que les permitía experimentaciones más grandes e interesantes”.
El especialista considera esencial regresar al concepto de obstáculo que plantea Gaston Bachelard: “El obstáculo a la luz está por todas partes, necesitamos poner la mano, veo la sombra y sé que la luz existe”.
Este razonamiento usa para ejemplificar el concepto de obstáculo de Man Ray y Moholy Nagy: “A través del obstáculo, de la sombra, puedo ver la luz. En todo caso, los dos tomaron este efecto de una manera radicalmente distinta. A Man Ray lo que le interesaba era el juego de las sombras, la poesía que podía producir con sus formas; para Moholy era el aspecto óptico técnico que se podía ver en la sombra, la incidencia de la luz, cómo funcionaba la luz y la sombra”.
La experimentación ayudó a que lo convencional no afectará el desarrollo de la fotografía, y es Man Ray quien cuestiona la omnividencia (mirada inequívoca) de autor y pone a lo accidental como parte del proceso fotográfico.
Chéroux coincide con Man Ray sobre tres categorías: operador, aparato y tema: este último importante porque es lo que se va a presentar y el fotógrafo es el primero en ver la imagen, lo que representa y lo que va hacer.
“No hay que buscar la perfección; hay que ir por caminos ladeados, dejarse errar, vagabundear, a veces de ese modo uno puede encontrar nuevas series, proyectos; me baso en el aforismo de Picasso yo no busco, encuentro. Creo que no hay nada peor para un artista que tener la perfeccion”.
No todos los errores son buenos, aclara Chéroux, se necesita esa mirada que encuentre lo sorprendente en el error, “no basta una foto fallida para que sea buena… Hay que tener visión para distinguir los frutos y desechar lo que no se produjo”.