LAS MUJERES EN EL FINI

El Festival Internacional de la Imagen nació hace tres años y hoy está buscando posicionarse como una ventana de reflexión de las diferentes manifestaciones de la imagen, trayendo con ello conferencias, charlas, exposiciones y concursos para incentivar la producción y reconocer el talento emergente o consolidado que se desarrolla alrededor del mundo.

Así, este año el tema en el que confluyen todas las actividades es el de la mujer, donde se abre el punto de debate en cuestiones tan frágiles como la prostitución, el amor, la libertad sexual, el abandono o la violencia, resaltando y homenajeando la producción de artistas mujeres donde su obra habla por ellas.
En dicho contexto es donde escuchamos la charla de Graciela Iturbide, en donde se celebra su producción, que por más  de 30 años ha propuesto imaginarios que vienen de la escuela de Manuel Álvarez Bravo pero que se han enriquecido y evolucionado, convirtiéndose en ícono y referente de la fotografía en México a  través de lo que captura con su instrumento, pero más que nada, con su curiosidad.

Imágenes trasladadas a estatua o monumento,impresa en estampa o grafitti, plasmada en delgado papel de periódico o en grueso hahnemühle de reconocidas casas editoriales, las imágenes que Graciela Iturbide encuentra por el camino están destinadas a viajar solas: con su ya conocida por  todos “Señora de las Iguanas” ha traspasado la frontera de lo que muchas veces pasa en el arte, dejar una obra encriptada y en el circuito de museos y galerías, para convertirse en una obra que la sociedad se apropia, hace suya, mira y transforma.
A lo largo de su carrera, lo que le queda a Graciela de su trabajo fotográfico es la experiencia, que va más allá de solo producir imágenes, en donde sus fotografiados se apropian de su reflejo y lo guardan en el alma.
En esta ocasión, su presencia es para contarnos lo que vive a través del acto fotográfico, las largas caminatas, los pasos perdidos y las personas encontradas en su camino con la cámara al hombro, una obra de vida que le ha llevado más de 30 años conformar y consolidar.
A la par, nace de ella una generación más joven que busca, a través de la fotografía documental, acercarse a sus demonios, conocerlos y abrazarlos. Casi ahijada de Graciela, Maya Goded comienza a fotografiar a sus 15 años y no para desde entonces, donde el acto de fotografiar ha significado más que la obtención de imágenes, una expiación de sus demonios, un reconocerse a si misma, un estar en los lugares, conocer a la gente y  hacerse parte de sus vidas; su proceso no termina en el revelado de la película sino en las confesiones y las relaciones que establece con sus sujetos fotografiados…
Es así que Maya inaugura su exposición retrospectiva en la galería de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, exhibición que reúne las series “La Plaza de la Soledad” y “Welcome to Lipstick”, la primera trabajada durante 8 años con las sexoservidoras del Barrio de la Merced en la Ciudad de México, en un proceso no de trabajo, sino de entrega. Maya entró a sus habitaciones y a sus vidas no como  una intrusa sino como una confidente, parte hermana y parte amiga que quiere reconocer, a través de sus experiencias de vida, las suyas propias.
Sin intimidar con su cámara sino esperando, no detrás de un lente sino con el corazón frente a el, Maya logra una intimidad que se huele en sus fotos, una comunión con el sentirse mujer y vivir en un mundo hostil frente a ellas, y, de la mano, logra entrar en un mundo vedado para muchos y satanizado por otros, devolviéndoles su carácter humano y de lucha, un modo de vida que conlleva a la resistencia de la carne y del espíritu.
Con menos tiempo de desarrollo, aparece su trabajo menos conocido titulado “Welcome to Lipstick”, obra que desarrolló en Reynosa, Tamaulipas envolviéndose en la zona roja de la ciudad, pero que presenta otros conflictos más fuertes como la trata de personas, la violencia, el narcotráfico, etc., por lo cual el acercamiento va en un sentido distinto. Aún con un panorama de sumo cuidado, donde el territorialismo y el negocio se desborda con problemas graves, Maya pudo entrar a conocer sus lugares de trabajo, a platicar con ellas y capturarlas entre atmósferas de desesperanza, duras como la luz que retratan, sin ese rastro de romance que sus viejitos abrazados de La Soledad le dejaron fotografiar. Aquí se vive el ambiente crudo de quienes día a día tienen que sobrevivir y con ello, corren los peligros de la vida de la calle y sus múltiples heridas.
Texto: Joyce García

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