UN RECINTO ESPECIAL PARA LOS BURROS
Por Moisés Pablo
En México quedan cerca de 300 mil burros, cantidad que puede parecer elevada, pero que resulta alarmante si se toma en cuenta que hace tan solo 30 años había cerca de 1 millón y medio de estos animales.
Considerados un símbolo de la mexicanidad, a pesar de que son originarios de África, los burros fueron utilizados desde su introducción al continente americano como animales de carga. En su momento desplazaron a los llamados “tamemes”, hombres indígenas que se dedicaban al transporte de mercancías y personas. Gracias a su fortaleza y resistencia, los burros se volvieron indispensables para realizar estas tareas.
Sin embargo, tras la introducción de los vehículos automotores su utilidad productiva fue desechada, sobre todo en el ámbito agrícola, en el que por siglos sirvieron para labrar la tierra. Gran parte de su población terminó en rastros clandestinos y hoy en día, algunos propietarios los venden por 300 o 400 pesos para que sean sacrificados cuando ya no saben qué hacer con ellos.
Miembros de la sociedad civil han realizado esfuerzos para intentar conservar la especie, tal es el caso de Burrolandia, un santuario localizado en el municipio de Otumba, en el Estado de México.
La gente del lugar asegura que es la capital del burro y cada 1 de mayo celebran el día de dicho animal.
En este sitio se dedican a rescatar, rehabilitar y darles un lugar digno a muchos burros que han sido maltratados por sus dueños y que quizás ya no tengan otro destino mas que el rastro, señaló Raúl Flores, uno de los administradores.
Burrolandia se fundó en 2006 y empezó con 10 ejemplares; hoy tienen casi 38.
Para sostener este proyecto, a diario ofrecen recorridos por sus instalaciones. El lugar se ha ido convirtiendo en un parque temático dedicado a este equino, ahí se les informa a los visitantes de la difícil situación por la que está pasando esta especie, su historia y, sobre todo, se les permite convivir con ellos, para que los conozcan o los puedan alimentar con zanahorias.
Ahí los visitantes pueden constatar que son animales extremadamente inteligentes y sociables. En el recorrido se podrán observar varios vehículos decorados con orejas o prominente dientes, figuras de papel mache alusivos al burro, pero un sitio muy especial es una de las paredes, la cual tiene retratos de los ejemplares que fundaron este sitio, cuyo objetivo principal es desmitificar la imagen del burro, el cual por siglos sólo se pensó como una bestia de carga necia, para darle paso a una nueva concepción de esta especie y verlo como un animal lleno de virtudes, lealtad, cariño, inteligencia, y sobre todo como un excelente compañero.
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