TESTIGO DE UNA GUERRA SIN FIN
Testigo de una guerra sin fin
La madre de todas las batallas
Texto e imágenes de Narciso Contreras
Las palabras enmudecen, dibujan un silencio funesto, se niegan a salir, guardan para la mirada, para el testigo, el horror que éstas podrían describir; pero las palabras no son suficientes para hacer el recuento de los hechos.
Hoy estoy sentado a miles de kilómetros de las líneas de combate, de las calles convertidas en vertederos de cuerpos muertos y destrucción y me doy cuenta de que las palabras guardan silenciosamente el recuerdo de las imágenes que hoy rodean mi mente; sumisamente, las palabras se retiran vencidas. El horror de Siria no es un enemigo a la altura. Esta impresión golpea mi mente al mirar mi paso por el corazón del mundo musulmán: Siria. Sentado, mirando el dolor de un país que se desgarra en sangre y fuego, trato de reconstruir los días de batallas y lamentos.
La llamada Primavera Árabe se convirtió en el verano de horror para el pueblo sirio, cuando las primeras noticias surgían desde el noroeste, a 40 kilómetros de la frontera con Turquía. La oposición armada se movilizaba para entrar en Alepo, la segunda gran ciudad del país, y los rebeldes anunciaron la que sería recordada como la Madre de todas las batallas: la batalla por Alepo.
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