SALAZAR Y LA EXTRAÑEZA

Nacido en la ciudad de México en 1947, el maestro Salazar reproduce en cada una de las 35 piezas que componen Inesperada extrañeza intrincados mundos que parecieran surgir de proyecciones casi oníricas, los cuales sorprenden al espectador por la destreza de la técnica, y la vehemencia para crear las complejas capas que los componen.
Su pintura fluye entre elementos figurativos y abstractos, en planos traslúcidos, en los que la imaginación viaja entre umbrales, recovecos, túneles, corredores que se superponen con edificios que se desvanecen en distintos submundos que se traslapan en una vorágine de color, creando atmósferas fantasmales. Para el artista, la composición en la pintura comprende una serie de vivencias matizadas con la prestidigitación, malabarismo, caídas, errores, aciertos y, nuevamente, la incertidumbre que conduce a una permanente búsqueda de lo imposible.
En sus pinturas, va configurando la composición en base a imágenes mentales que funcionan, en palabras del artista, como un basamento. Sobre esta base se cimentan elementos de ritmo, color, estructuras y un sinfín de símbolos que revelan al observador la riqueza de la vida espiritual del pintor y su predisposición a los estados contemplativos y reflexivos.
El pintor y escultor zacatecano Manuel Felguérez, su maestro en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, describe a Ignacio Salazar como “artista que ha desarrollado una vida asentada en la sensibilidad de su quehacer y la conducción hacia una permanente contemplación a través de prácticas íntimas […] Esta manifiesta capacidad introspectiva, ha llevado su práctica de la pintura a través de un constante ejercicio espiritual”.
Para Salazar, el arte es siempre un viaje hacia adentro de uno. La práctica espiritual como tal es una acción de la mente que requiere forzosamente una acción, una práctica, lo demás pueden ser especulaciones vacías, sin sentido, sin fundamentación trascendente.
Sobre la exposición, añade, es silenciosa hasta cierto punto, tiene un discontinuo en la secuencia de las obras, no hay un discurso en las piezas, son piezas salteadas, únicas y obedece a esta sorpresa cotidiana de un nuevo amanecer y un renacimiento y de reconsideración existencial que se va dando en la cotidianeidad y que inevitablemente se condensa y se vuelve una obra artística, una pintura.
La muestra permanecerá abierta al público del 15 de marzo al 2 de junio.