Sin culpa: César Saldívar
Anasella Acosta
Transitar la piel. Hacer de ésta un lenguaje, una apropiación epidérmica que deviene en nueva creación a merced de un ojo seducido y obsesionado por la necesidad de mirar y ser mirado a través de la imagen. Tal, es la suerte del fotógrafo mexicano César Saldívar, cuyo trabajo en gran medida, ha tenido como instrumento de expresión el desnudo.
El cuerpo despojado de atavíos es, por herencia religiosa y moralina, territorio de culpa, de escándalo, de provocación, tabúes, dominación; el fotógrafo propone saltar este légamo y asumir el cuerpo como una especie de alfabeto, de piedra a tallar, como otrora lo hicieran los helénicos para humanizar a sus dioses y héroes; claro que ahora con nuevos protagonistas.
A tal grado asume este pensar que en su voz admite: “El desnudo se ha convertido en uno de los colores de mi paleta, y así lo instrumento al servicio de otros discursos”. Hay algo nítido en esta concepción: el desnudo no es un fin, la piel es un código sumado a otros, juntos conforman un discurso que no se agota en el despojo.
La estética corporal en las fotografías de Saldívar es puente para nuevos pregones. Así, ha logrado acercarse al caso de las muertas de Juárez en el proyecto titulado “No smoking society”; o bien al desarrollo de una serie donde si bien los genitales masculinos son los protagonistas, la propuesta estética permite gozar de un planteamiento plástico liberado de estigmas que dictan el ahogo del disfrute, incluso artístico.
César explica el proceso de apropiación del cuerpo desnudo: “Primero fue una obsesión, luego una característica que derivó en discurso, luego un sello personal y, posteriormente, un lenguaje natural de mi expresión emotiva, artística, pero sublimada en una conquista de la no-culpa”.
Y es que más allá de los planteamientos punitivos, connotaciones religiosas y fetiches, el fotógrafo mantiene una búsqueda de la espiritualidad, a través de lo no-religioso: “El estar exento de culpa permite enfrentamientos a lo corporal, consecuentemente se da una convivencia identitaria de nuevos códigos para alcanzar lo espiritual”. En este terreno Saldívar encuentra que “el grado de responsabilidad se vuelve mayor, porque ya no lo descargas en otros, sino en ti mismo, pero sólo así se alcanza la honestidad en el arte”.
Si la verdadera afición del artista radica en explorar la transmisión de emociones, Saldívar halla en el cuerpo desnudo un conductor de las mismas, cuya eficacia radica en la totalidad que enmarca el límite físico de sus imágenes, pero cuya lectura se ubica más allá de las fronteras del montaje.
El fotógrafo no se queda en la primera fascinación del desnudo, hurga en la sutileza de la provocación, el carácter expresionista del despojo, pasa del escándalo a la estética, a la proclama de discursos, incluso cargados de ideología política y social, en algunos casos con un toque de ironía.
“La propuesta para la lectura de los discursos no se queda en lo físico, en la forma; hay que leer las luces, las sombras, los símbolos; no disociar, no sólo importa el cuerpo del modelo o la modelo, porque hay una apropiación del cuerpo para otro fin; es todo el paquete”.
Hace una década Saldívar presentó su primera exposición de desnudos, en la que se evidencia la piel al servicio de la luz natural; en adelante se convirtió en característica de su hacer, en el que también se cuenta el éxito de peculiares retratos de actores del cine español y mexicano, cuyo dramatismo descansa justamente en el manejo de los claroscuros.
Ante las críticas que lo pueden observar como un romántico o tradicional dado su trabajo con luz natural y película, Saldívar se asume como artista, y como tal “en una especie en extinción” dentro de un mundo que responde a intereses, porque “el arte, cuando lo es, no está sujeto a ningún tipo de interés”. Bajo esta lógica se ubica al margen de modas y tendencias del mercado para reivindicar su hacer: “En un mundo enfermo, el arte es tan importante como la ciencia, ambos son campos humanistas que hay que impulsar del mismo modo; la propia ciencia válida que el arte es curativo, eso es lo que a mí me mueve.»
Nota:
Las fotografías publicadas en este portafolio están catalogadas en distintos libros de autor, publicados en Europa bajo los títulos: Juegos de luces, Espejos femeninos, Reflejos masculinos y Non smoking society.
www.cesarsaldivar.com