POR LA 57

Por Ana Luisa Anza
Por la 57 habré pasado, ida y vuelta, decenas de veces. Quizá podría decir que más de cien.
Al principio, y especialmente cuando salía desde la Ciudad de México hacia Monterrey, me asombraba la transformación del paisaje, los cambios en la vegetación, la soledad del desierto. Acostumbrada más a jalar hacia las junglas y las selvas, el semidesierto de Matehuala y la infinita carretera recta que llega hasta Saltillo, por ejemplo, eran interminables y -así pensaba- de paisaje hosco y poco atractivo.
El inconsciente desdén tardó uno o dos viajes en transformarse en la apreciación de una belleza distinta: la maravilla de la escasa vegetación, la línea de una cordillera que no te suelta, la sensación de soledad y ahí, como plantados en la mitad de la nada, los cientos de fondas, casitas en el semi abandono, letreros desvencijados, capillas frecuentadas que aparentan no serlo, dos-tres seres humanos que transitan por las orilla…
Y luego la luz. Ya para después del décimo viaje se puede hasta establecer rutina y calcular a qué hora hay que pasar por El Leoncito, en qué época del año conviene no tomar el libramiento tal si se quiere pescar una mejor vista del atardecer, o cómo aprender a ver los reflejos de la luz sobre el rosa o el azul o el verde la vulcanizadora.
Así que qué bueno que Aristeo Jiménez haya decidido documentar esa ruta 57 que va de la capital del país hasta la fronteriza Piedras Negras, con sus palmas y cactus, su horizonte infinito y sus paisajes de desierto para plasmarlos en imágenes y descubrir para otros lo aparentemente escondido: el trazo de las líneas en las montañas, la luz que juega con las fachadas de negocios increíbles, las escenas inverosímiles, el asombro escondido de una ruta que, de tan lineal y aburrida, engaña a tantos.
Hace unos años Aristeo presentó un proyecto para el Sistema Nacional de Creadores del Fonca. Justo ese: Carretera México 57, hoy una serie emblemática de su obra de la cual se muestra una selección a partir del 24 de septiembre en el Museo el Centenario, ubicado en Libertad 116 en el Casco Urbano del municipio de Garza García, Nuevo León.
Como señala Sara López, coordinadora del museo:
«El estudio fotográfico de Aristeo Jiménez de la carretera México 57, tantas veces por el recorrida, tan significativa en su existencia, es una vía de escape, porque Aristeo puede capturar como lo hace un cazador experimentado, pero jamás permitirá que lo capturen a él, y siempre que sea necesario podrá volver a subirse a un autobús pollero que vaya para esa ruta, y agarrar camino».
[slideshow_deploy id=’56762′]

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba
Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?