Los coras del Nayar

Coras de Santa Teresa del Nayar, Nayarit. © Raúl Barrera/ Cortesía INAH

Por unos días el mal pobló sobre la tierra, con el sacrificio mayor los hombres estuvieron huérfanos de su sol, de su dios. Así nace la “Judea cora”. Unidos, la Pasión de Cristo y el rito prehispánico “mitote guerrero”,  en el que se personifica a las figurillas de barro  con dos mil 200 años de antigüedad, conforman la  Semana Santa Cora, que llega a la ciudad de México en las fotografías del arquéologo Raúl Barrera.

Los coras del Nayar. Imágenes de una herencia ancestral se exhibe en el Museo del Templo Mayor (MTM), y está integrada por 57 fotografías, 47 de ellas inéditas, captadas a lo largo de cuatro años de investigación (2006-2010) en esa comunidad. Las otras diez, muestran piezas arqueológicas recuperadas en entierros prehispánicos, denominados tumbas de tiro, en la región de Nayarit, tomadas por el reconocido fotógrafo franco-mexicano Michel Zabé.

El arqueólogo Raúl Barrera explica que en la celebración de Semana Santa en Nayarit, a la cual se le conoce como la “Judea cora”, participan más de 350 hombres.  Consiste en varios ritos, en estos los participantes cambian su condición humana a demonios o judíos personificados al pintarse el cuerpo con franjas verticales y horizontales blancas y negras. Durante el Viernes Santo o día de la Pasión y Crucifixión de Cristo,  esas franjas se pintan de color rojo, ocre o naranja, lo que simboliza muerte y sacrificio.

En la ceremonia que inicia desde el miércoles y termina el sábado las mujeres sólo  son espectadoras, y sólo algunas, a las que se les conoce como ‘tenanches’, tienen una pequeña participación cargando algunas imágenes, como las de San Miguel Arcángel, San José, Jesucristo y la Virgen María.

“Los coras han asumido la religión católica según sus necesidades a partir de 1722, es decir, en ellos no se logró una completa evangelización por parte de los españoles debido a que la región agreste les impidió lograr el sometimiento total de esta cultura, es por ello que esta etnia continuó con sus tradiciones prehispánicas”, dice Barrera.

Los “centuriones”son los organizadores de dicha festividad y se convierten en la autoridad de la localidad durante esta celebración. Se caracterizan por su atuendo oscuro, contrario a la vestimenta de los demonios o judíos, que consiste en pantaloncillos blancos de manta, huaraches con correas y un cinto conocido como cotense.

Los varones de la comunidad van a los márgenes del riachuelo, ubicado al poniente de Santa Teresa, para pintar su cuerpo con ca, tizne de carbón y barro mezclado con miel, y con ello “transformarse” en demonios y autodenominarse ‘borrados’. “Una vez así —agrega el arqueólogo—, se arman con macanas, mazos, y portan tocados de plumas de guajolote o cabelleras hechas de tiras de papel china de colores para dar comienzo al “mitote guerrero”, el que tiene como finalidad que impere el mal y la armonía peligre, por ello, los diferentes guerreros, que se visualizan a sí mismos como demonios, judíos o fariseos, buscan la muerte de Cristo o del Sol, la cual consiguen el Viernes Santo día de la Crucifixión”, refirió Barrera.

De manera simultánea los hombres bailan al ritmo de flautas y tambores, para solicitar las bondades de la lluvia y con ello iniciar un culto de fertilidad de la tierra, relacionado con la actividad agrícola, el cual se vincula con tradiciones de origen prehispánico.

“El día siguiente, conocido como Sábado de Gloria, cuando Cristo resucita —según la religión católica— o el Cristo Sol renace —en la cosmovisión cora—, los ‘borrados’ o demonios regresan al riachuelo donde se lavan y quitan la pintura, y con ello desaparece su condición judía o maligna y ‘recuperan’ su forma humana”, comenta por su parte Carlos González, director del Museo del Templo Mayor.

Los coras del Nayar. Imágenes de una herencia ancestral está dividida en cuatro temáticas: área geográfica de los coras, esculturas de barro encontradas en los entierros de Nayarit, la “Judea Cora” de Santa Teresa del Nayar, y la vida cotidiana de esta comunidad indígena.

El Museo de Templo Mayor se localiza en la calle Seminario número 8, Centro Histórico, Ciudad de México. Está abierto al público de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. El costo de admisión es de 51 pesos, excepto para menores de 13 años, jubilados, personas de la tercera edad, estudiantes y maestros con credencial vigente. Los domingos hay entrada libre para público nacional y extranjeros residentes. Esta exposición fotográfica concluye el 14 de agosto. (Con información del INAH)

Coras de Santa Teresa del Nayar, Nayarit. © Raúl Barrera/ Cortesía INAH

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