43

[slideshow_deploy id=’39551′] Se puede uno maravillar en cualquier lugar del planeta de la capacidad autodestructora del ser humano, no basta ya con la historia para comprobarlo. Como si necesitáramos fuertes recordatorios de que no valemos nada para unos cuantos, vienen los duros golpes del presente de los cuales desgraciadamente somos de alguna forma corresponsables. Y quizá, para muchos esto no tenga sentido, quizá para muchos esto sea un hecho lejano, sin textura visceral ni colores sanguinarios, sin mayor importancia, olvidando, que ese individuo, maestro, periodista, estudiante o cualquiera sin importar su nacionalidad, es tu padre, tu madre, tu hermano, tu hijo y tu amigo.
Resulta ser el gran error de nosotros los que nos hacemos llamar ciudadanos y contamos con una identificación oficial de nuestro país de origen y vagabundeamos por la vida mendigando, mendigando una forma de vida en la que nos maltraten en las  diferentes modalidades del maltrato ¡Qué logro tan estupendo por parte del capital! Bien lo decía Marcuse desde la década de los sesentas “el máximo logro del capitalismo, es que las personas creen que la vida tal como la conocemos hoy en día se debe a un orden natural”, palabras más palabras menos, que por más que pasen los tiempos siguen vigentes.
Esta naturalidad en las ideas de los individuos nos ha llevado a soportar las más graves barbaridades, de toda índole, desde la violencia simbólica, que logra pasar desapercibida, hasta los más brutales genocidios ya sean estos patrocinados por los monopolios legitimados de la violencia (Estado), o por el crimen (“ilegal”) organizado, que escandalizan unos días o semanas y luego se nos convence de volver a nuestras vidas cotidianas sin mayor lamento.
Es por ello que en el marco de las brutalidades efectuadas por el gobierno mexicano en el año Siempre-y-por-los-siglos-de-los-siglos, los estudiantes Tercero Díaz y Alejandro Barboza de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) Campus Mexicali, traen humildemente a la luz el proyecto fotográfico titulado “43” en honor y memoria a los normalistas asesinados y a los 43 desaparecidos en septiembre del 2014 en Guerrero, por ser este un hecho que merece toda la atención del mundo manifestada de las más diversas maneras posibles, merece el ruido dignificante de una sociedad que olvida pero que lucha y hace el esfuerzo por no caer en esos comportamientos y actitudes de indiferencia y apatía hacia lo que resulta ser lo más importante en el discurso cotidiano: la vida misma.

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