LA HISTORIA DEL METRO EN SÓLO TRES PARADAS

Por Carolina Romero
Aunque la historia del Metro no empezó en el Zócalo capitalino, es justo esa estación la que da la bienvenida a un viaje que, en tan sólo tres paradas, recorre a través de fotografías los 50 años del Sistema de Transporte Colectivo (STC) más emblemático de la Ciudad de México.
Se trata de la exposición El viaje continúa, que se inaugura hoy en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF), la cual invita al espectador a abordar un convoy con destino al pasado.
Las puertas se abren en el corazón de la Línea azul del  STC y durante el trayecto remontan a la mitad del siglo XX, época en la que para las autoridades locales era impensable apostar por un tranvía que atravesara la ciudad. Por el contrario, las imágenes expuestas muestran cómo se constuyeron más vialidades con la idea de que los automóviles eran el futuro.
Sin embargo, al cabo de algunos años comenzaron a esbozarse planos de un proyecto que culminó con la colocación de la primera piedra del Metro, retratada en la esquina de Bucareli y Chapultepec, e imagen inédita que pertenece al archivo histórico del MAF.
Sombrerudos, con botas y pantalones de mezclilla, las fotos dan cuenta de cómo los constructores de las obras excavaban tramos no muy profundos para colocar las vigas y soportes de acero que se convertirían en el esqueleto de una ciudad subterránea, de un mundo paralelo en donde el tiempo se mide en cuántos minutos tarda en arribar el siguiente tren, y que hoy tiene 12 líneas y 195 estaciones que recorren la urbe de cabo a rabo.
Los vagones siguen corriendo y la siguiente parada es Zaragoza, de la Línea 1, la primera en ser construida. ¿Por qué Zaragoza? ¿A caso por su imagen, por su ubicación o por su gran afluencia de pasajeros? Nada de eso…
En blanco y negro, como casi la mayoría de las fotos de la muestra, aparece una señora de pantalones anchos que dan señales de que nos encontramos allá por los años 70. Trae un rebozo y a un niño en brazos que mira de frente a su padre, quien se encuentra tras tres botes de basura que sirven de barrera, custodiada por un policía de esos que, al mero estilo del cine de oro mexicano, portan su boina, lentes de sol y corbata. De su lado se observan las filas de hombres que esperan el tren.
El viaje hace una pausa en el oriente de la Ciudad para hacer énfasis en un tema que, 50 años después, aún está sobre la mesa: fue en esa estación donde los vagones del Metro se separaron por primera vez entre hombres y mujeres.
Las mujeres son justamente las protagonistas de la segunda parada, pues, como parte del festival FotoMéxico, al menos 20 fotógrafas comparten su mirada y a los personajes que se encuentran tras las ventanas de los vagones, disfrutando de un sueño recargados en las esquinas de las puertas; maquillándose hábilmente con una mano mientras la otra se aferra a cualquier tubo; con la mirada perdida, leyendo un libro o simplemente lanzando un suspiro al aire.
Casi a punto de finalizar el viaje, nos encontramos en Tlatelolco para disfrutar de las postales en las que se ve a un Metro vivo, lleno de verbena, tiendas, vendedores y folclor que se puede escuchar y hasta oler aunque esté plasmado en fotos. De ellas se despiden sonidos que todos conocemos, las voces de quienes despiertan al viajero soñoliento o amenizan el ir y venir de otros.
Tres líneas. Las primeras en construirse. Un viaje. 50 años del tururú y del «antes de entrar, permita salir» reunidos en más de 150 fotografías.
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