La fotografía en pos de un mundo, ¿mejor o peor?
Entervista a Mary Ellen Mark
Anasella Acosta
La imagen: Dos largas trenzas escoltan su figura menuda. La impresión: una mirada inquisitiva y la paciencia que sólo es tesoro de quien ha conocido los laberintos de la condición humana. El personaje: la fotógrafa estadunidense Mary Ellen Mark (Filadelfia, 1940) de visita en la ciudad de México.
Una lista de reporteros llena la agenda. Grabadoras, cámaras, videocámaras, preguntas, dudas se suceden una tras otra en Patricia Conde Galería, lugar que dio cabida durante marzo a la serie fotográfica Tiny, de Mark, integrada por diecisiete fotografías en blanco y negro, seleccionadas de un trabajo documental más amplio titulado Streetwise, sobre los adolescentes en huida permanente, tanto física como emocional, que sobreviven como prostitutas, padrotes, vendedores de droga o “haciendo lo que sea” por dinero en las calles de la que se creyó en un tiempo —el del boom financiero— la ciudad de vanguardia: Seattle.
Tiny, cuyo título es el nombre de una de las adolescentes retratadas, es la historia de vida de una mujer inmersa en lo que parece un círculo de perdición. A partir de 1983, Mark retrata íntimamente a Tiny en diferentes momentos de su vida, con lo que construye un peculiar ensayo en torno a un personaje de la vida real.
En charla con Cuartoscuro Mark, un poco saturada pero siempre amable, cierra los ojos para mirar en su pensamiento y responder.
¿Puede hablarnos un poco de la serie Tiny y por qué elige fotografiarla a ella?
—La conocí a principios de los ochentas, durante un trabajo para la revista Life. Ella resultó muy interesante y también asombrosa frente a la cámara. Ciertas personas son asombrosas frente a la cámara y ella lo es. Así que continué fotografiándola, claro que en mi trabajo ya se había desarrollado la tendencia a seguir a las personas, y me gusta seguirlas, seguir sus vidas.
En Mary Ellen Mark no es una frase común aquello de ser considerada una de las fotodocumentalistas más influyentes y respetadas a nivel mundial; su trabajo es su imagen. Su cámara escudriña lo mismo a la Madre Teresa de Calcutta en su misión de caridad, que a las prostitutas y sus clientes en la famosa calle de Bombay: Falkland. Lo mismo a los directores, actores y escritores más venerados de la industria cinematográfica como Francis Ford Coppola, Federico Fellini, Marlon Brando o Catherine Deneuve que a los niños discapacitados o a las mujeres con enfermedades mentales en un centro de salud de Oregon. El denominador común en todos estos temas: el ser humano.
¿Por qué elige la realidad social, la foto documental?
—Porque es lo que me interesa, es lo que siempre me interesó, cómo vive la gente, qué hacen, dónde están, quiénes son. Soy una realista social.
Fotografía eventos muy intensos, ¿cómo hace para separar sus emociones de lo que está fotografiando?
—Uno nunca separa realmente sus emociones de los hechos, sino que aprendes en cierta forma a guardarlas, aunque siempre están presentes. Aprendes a separar porque es lo que tienes que hacer como fotógrafo, tienes que aprender a tomar distancia, tomar una fotografía y tratar de tener una perspectiva honesta y clara de las cosas. Pero el sentimiento (las emociones) siempre están ahí.
¿Hay alguna serie de pasos que siga para tomar sus fotografías?
—No, trato de no formalizar las cosas. Tienes que ser libre y dejar que las cosas sucedan y fluyan, definitivamente. No debe haber reglas ni fórmulas.
¿Cómo define el fotodocumentalismo?
—Capturar o documentar cierta realidad que uno percibe, creo que esa es la mejor forma. No tiene que ser sobre personas, puede ser sobre paisajes o lo que sea. Pero creo que la base siempre tiene que ser la realidad.
¿Qué significado tiene la fotografía en su vida?
—Es mi vida, es lo que hago, es lo que me forma, es lo que soy, es mi forma de pensar, es todo sobre mí.
¿Cree que la fotografía pueda ayudar a hacer un mundo mejor?
—También puede ayudar a hacer un mundo peor. Depende de lo que se fotografíe. Creo que si la fotografía muestra la verdad puede mejorar el mundo. Los objetos, los fotógrafos y lo que documentan pueden mejorar el mundo si muestran la verdad, las injusticias en la vida y en el mundo, los terribles efectos de la guerra, los prejuicios, la pobreza. Si eso es lo que se muestra, entonces sí, pueden hacer una diferencia si a las personas les afecta lo que ven. Y les ha afectado en el pasado. Creo que hay fotografías que han cambiado la forma en que las personas ven las cosas, como la fotografía de Eddie Adams del hombre siendo ejecutado en Vietnam, o la de la niña corriendo por el camino. Ciertamente, esas fotografías ayudaron a parar la guerra, y creo que es muy interesante revisar la historia de esas fotografías.
¿Qué consejo le da a sus alumnos para hacer buenas fotografías?
Yo creo que uno debe ser sincero consigo mismo, no querer ser otra cosa, no todos tienen que ser fotógrafos de documentalismo social, algunas personas quieren tomar imágenes hermosas de paisajes o de moda o lo que sea, pero tienen que ser sinceros consigo mismos y no dejarse influenciar por el comercio. Influenciarse e inspirarse por la gente cuyo trabajo les gusta y no por eso copiarlos, sino inspirarse. Deben de seguir sus propios sueños y caminos.
Mary Ellen Mark también presentó en México el libro XV años del taller Fotográfico en Oaxaca, resultado del tiempo en que Mark ha venido dos veces por año a trabajar con alumnos en Oaxaca. Este libro, comenta la propia Mary Ellen es trabajo de “los grupos de estudiantes que tuve en Oaxaca por 15 años, un libro que existe gracias a la idea de Francisco Toledo… Todos mis estudiantes donaron las fotografías”.
(Apoyo en traducción: Carlos María Meza)