IMAGINARIA, LA COLECCIÓN DE FUNDACIÓN TELEVISA
Por David Polo
La fotografía apresa el tiempo y el espacio. Cada imagen hecha con la cámara es una discontinuidad arrancada con violencia del curso corriente de los acontecimientos. Es posible que la necesidad de aprehender una imagen tras otra esté relacionada con la costumbre de percibir el tiempo como una cosa escurridiza, presente y ausente a la vez.
La fotografía es contingente. Aún así se ha convertido en la medida de la realidad. La realidad hoy en día se encuentra construida a base de contingencias y trivialidades.
A pesar de ello, quizá lo que más extraña (y sorprende) de la fotografía es la verdad aparente que arroja a la cara. Los fragmentos de tiempo y espacio obligan a observar detalles, a fijar la mirada en un cierto punto, a sentirse apabullado por una carga de realidad sin precedentes.
“Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo”. La cita de Susan Sontag abre la introducción al catálogo de la Colección y archivo de Fundación Televisa, editado por RM.
En sus casi 400 páginas alberga imágenes de autores de tiempos y lugares tan diversos entre sí como Julia Margaret Cameron, fotógrafa británica del siglo XIX y Maya Goded, mexicana cuya obra se extiende de finales del siglo XX a la fecha. La colección, iniciada en 1986 por Manuel Álvarez Bravo, es un referente y repositorio de la fotografía mexicana e internacional a lo largo de toda su historia.
Como ocurre con todas las colecciones fotográficas, no deja de atrapar al espectador. Cada una de las imágenes es un testimonio de un determinado contexto, pero la importancia principal del acervo de la Fundación Televisa quizá sea que inaugura un espacio para la producción fotográfica en México como no lo había antes de 1986, así como proporciona la oportunidad de ver reunidas muchas de las obras cuyo impacto y claridad han sido decisivas en el imaginario de muchas generaciones en todo el mundo.
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