Hacer fotos para visibilizar el conflicto
Por Carolina Romero
El viaje de Ron Haviv en el mundo del fotoperiodismo comenzó cuando su tío le regaló una cámara mientras cursaba la universidad. Aquel artefacto, que comenzó a formar parte de su vida cotidiana, fue el responsable de que Ron dejara atrás su pasión por contar historias a través de las letras y comenzara a retratar hechos que necesitaban ser visibilizados.
En sus inicios, tocó varias puertas para conseguir empleo, pero ninguna se abrió hasta que un pequeño diario en Nueva York le dio un puesto como becario. Así, Ron se convirtió en el fotógrafo más joven de la Gran Manzana.
A través del diarismo, de caminar por las calles y hacer sus órdenes de trabajo, descubrió una perspectiva nueva a través de los ojos de sus compañeros del medio; quienes no sólo le mostraron el amplio panorama que conllevaba el fotoperiodismo, sino que le enseñaron una de sus las más grandes lecciones de su carrera…
“Algo grandioso que aprendí es que entre fotógrafos se ayudan mucho y son muy protectores de la idea de contar historias y que hay algo siempre que retratar para contarlas a través de las fotos”, comenta el fotógrafo estadounidense.
Sin embargo, el punto de quiebre, aquel momento decisivo que cambió la forma en la que Ron veía y hacía fotografía ocurrió cuando tuvo la oportunidad de viajar a Panamá para cubrir la invasión que llevó a cabo Estados Unidos para terminar con la dictadura del militar Manuel Antonio Noriega.
Ron no sabía del todo cuál era el conflicto que debía fotografiar. Su mentalidad al pisar ese país era la de llevarse portadas, que su nombre fuera reconocido y poder ganar dinero… pero ese pensamiento no le duró mucho tiempo.
De vuelta en Estados Unidos, y tras ver el impacto de las fotografías de Panamá y cómo habían influido en la manera de pensar de la población, Ron se dio cuenta de que “el fotoperiodismo no es un oficio que sea para llevarse portadas o ser famoso, sino para darle voz a los que no la tienen y contar las historias que no se ven para que las personas se enteren”.
“Ese es el impacto de la fotografía: los fotógrafos no pueden cambiar el mundo con sus imágenes, pero son una parte muy importante en el proceso de crear conciencia en las personas”.
A partir de entonces, Ron se dedicó a fotografiar los más grandes conflictos bélicos del mundo como la Guerra de los Balcanes; el asedio de 87 días contra la ciudad de Vukovar, en Croacia; el sitio de Sarajevo durante la Guerra de Bosnia, así como la limpieza étnica y los campos de concentración en Bosnia y Herzegovina.
Para él, la posibilidad de que los fotógrafos estén presentes en ese tipo de conflictos es lo que le da importancia a sus trabajos, pues ellos son quienes tienen en sus manos las historias que hay que contarle al mundo.
“Los fotoperiodistas deben estar consientes de esto, por eso tiene importancia Foundry, porque podemos enseñar a las nuevas generaciones de fotoperiodistas a ser capaces de decirle al mundo lo que está pasando”.
Desde hace 10 años, Ron es instructor de los talleres de Foundry Photojournalism Workshop, espacio donde busca compartir con fotoperiodistas alrededor del mundo todas las posibilidades para contar historias, ayudarlos a desarrollar su potencial, mostrarles que se puede vivir de la fotografía y hacerlos conscientes de la responsabilidad que tienen para ayudar a cambiar la vida de las personas.
“Es impresionante tener un impacto en las conversaciones, en la comunicación y formar parte de ese cambio… ser un contador de historias visuales”, pues a través de la mirada única que encuentra cada fotoperiodista se puede lograr visibilizar y señalar los conflictos que aquejan al mundo.
“La vida de las personas pasa demasiado rápido y está muy ligada a lo inmediato. Es nuestra labor recordar a los demás que la gente que retratamos necesita ayuda, necesita autonomía, necesita reconocimiento de derechos, esa es nuestra responsabilidad”.
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