UNA BIOGRAFÍA CULTURAL
Salvadas todas las distancias, de espacios, distribución y objetos tras los cristales, es como entrar en el ambiente que rodeaba a Manuel Álvarez Bravo. Si alguien pensaba en encontrar únicamente fotografías del artista mexicano podría llevarse una decepción. Y luego, al comprender el concepto de la muestra, llevarse una gran sorpresa.
Porque sí, efectivamente podemos ver esas imágenes cuando Manuel -todavía no Don Manuel-, a sus 26 años empieza a exponer: ahí está la pureza de líneas de las mariquitas de papel, la simplicidad aparente del plumero, lo grueso de las espinas de un cactus o el retrato del peluquero.
Se pasa luego a una segunda sala. En mucho, está dedicada a la gran exposición de 1945, aquella propuesta por Fernando Gamboa, entonces director de la Sociedad de Arte Moderno, aquella para la que se hizo un catálogo (nada común en esas épocas), aquella en la que las invitaciones fueron diseñadas por Gabriel Fernández Ledezma. Y así rezan las invitaciones, el catálogo: «La fotografía como arte».
El contexto cultural en el que se movía Álvarez Bravo está claro en la tercera sala. En la pared amarilla del fondo resaltan carteles de sus exposiciones. Al lado derecho, las publicaciones periódicas que hablaron de su trabajo; en la izquierda, los libros sobre su trabajo. Se trata, en palabras del curador Horacio Fernández, de una muestra de la difusión de su obra y de cómo trascendía las fronteras.
Fechados cronológicamente, podemos ver el libro «Manuel Álvarez Bravo» editado durante la Olimpiada de 1968 hasta el monográfico impreso en París en 2012; o la publicación de su obra en Ovo Magazine de Canadá o las más recientes de Cuartoscuro (2002) y Alquimia (2003).
Su increíble faceta de coleccionista está clara en la sala cuatro. Con sus fotografías podría construirse de alguna manera la historia de la fotografía: Foz Talbot, Arget, Cartier Bresson, Brassaï, Kertész, Koudelka, Paul Strand, Paolo Gasparini, y los mexicanos Héctor García y Antonio Reynoso.
Es clara su afición por la estampa, con obras de Leopoldo Méndez, de José Guadalupe Posada, de Mariana Yampolsky, de Siqueiros o del Dr. Átl. Y por el grabado o el dibujo con trabajos de Ruelas, Tamayo, Mérida, Orozco Romero, Rivera. De un sólo vistazo a una vitrina, podemos ver un grabado de Alberto Durero (1496-98) o uno de Pablo Picasso, de 1936. En la misma sala, y para seguir con sus intereses y aficiones, nos encontramos con una colección de artesanía popular y piezas arqueológicas.
Sin duda, ésta es la primera exposición que intenta acercarse a la figura de don Manuel Álvarez Bravo, pero no sólo a través de su fotografía, sino como el hombre de gustos ricos que lee, que estudia, que mira, que colecciona y tiene tantos intereses.
La muestra, a 110 años de su nacimiento y 10 de su muerte, estará abierta en el Museo del Palacio de Bellas Artes de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. Durante el periodo de exhibición se presentará un programa académico que incluye visitas guiadas, cursos, talleres y mesas de discusión. Adicionalmente, del 30 de enero al 27 de febrero de 2013 habrá un ciclo de cine Manuel Álvarez Bravo: 24 cuadros por segundo, coordinado por Erick Estrada.