EL OTRO IRÁN

Desde el inicio de la revolución islámica, en 1979, las imágenes provenientes de Irán se convirtieron en clichés de un falsa sociedad considerada extremista y retrógrada. Hasta la fecha, el mundo conserva una impresión de que los iraníes mantienen unas costumbres «exóticas» como  el uso de las burkas, la barba como símbolo forzoso de hombría y las múltiples prohibiciones sociales, rechazadas desde la visión del mundo occidental.

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Newsha Tavakolian, nacida en 1981 en Teherán, capital de Irán, es la ganadora del Quinto Premio de Fotoperiodismo Carmignac, que en esta edición convocó a los fotógrafos a participar con el tema “Irán”.  La intención de esta selección fotográfica es borrar fronteras ideológicas y ayudar a la comprensión mutua entre las culturas.

«Comencé a hacer fotografía muy joven por unas cuantas razones. La primera y más importante es que nunca disfruté la escuela porque era disléxica, siempre se me dificultó aprender en el modo que quise o esperaba. La fotografía vino a mí como un nuevo lenguaje, una forma de expresar mis ideas y sentimientos a través de mis imágenes».

Tavakolian nunca estudió fotografía formalmente. Su primer acercamiento a ésta fue cuando encontró una vieja cámara de su padre. «Una vez que comencé a hacer fotos ya no pude parar», comenta. «Pasé todo mi tiempo haciendo tomas porque se hizo mi pasión. Así que dejé la escuela a los 16 años y decidí que esa era la carrera que quería e iba a perseguir».

 La fotoperiodista se inició profesionalmente en el oficio a los 16 años en  «Zan», un diario local para mujeres. Desde entonces ha cubierto conflictos regionales, desastres naturales e historias documentales en el Líbano, Irak, Siria, Arabia Saudita, Pakistán y Yemen.

«Cuando obtuve mi primer empleo supe de inmediato que había tomado la decisión correcta y que mi futuro iba a estar en la fotografía. De esta manera, también me independicé de mi familia, pude sostenerme económicamente, algo que era muy importante en ese tiempo».

Su trabajo se ha publicado en revistas y periódicos internacionales como Time, Newsweek, Stern, Le Figaro, Colors, The New York Times, Der Spiegel, Le Monde, NRC Handelsblad y la revista The New York Times. A la edad de 18 años era la fotoperiodista más joven en cubrir la manifestación estudiantil iraní de 1999.

«Cuando empecé como fotoperiodista, sabía que quería estar en medio de la acción, y al saber que había nacido en Medio Oriente, una región en constante conflicto, quería sentir la guerra y retratar lo que veía», explica. «Encontré el fotoperiodismo muy gratificante hasta que cubrí dos guerras (Irak y el Líbano), en ese momento me di cuenta de que la guerra no satisfacía mis ambiciones profesionales».

Irán es un país que enlaza la modernidad y la tradición, donde el oscurantismo y la tolerancia coexisten, a pesar de las contradicciones que envuelve. Parece ser que la cultura occidental también es muy aprehensiva en muchos sentidos e imposibilita la comprensión de las culturas en Medio Oriente, es un fenómeno que aún no puede entender.

 «Siempre es difícil ser mujer en un campo dominado por los hombres, en cualquier lugar o situación que sea, ser una fotoperiodista en Irán es bastante parecido a serlo en cualquier otra parte del mundo. Y claro, encaras más desafíos si eres mujer, pero para mí eso significa que hay que trabajar más duro para llegar a donde quiero estar».

Hoy en día, el mundo contempla a un Irán de post-guerra, después de un enfrentamiento de 8 años contra Irak, gran parte de lo que se puede apreciar en Teherán es la vida en una ciudad metropolitana y cómo la gente común le hace frente.

«Espero que estas fotografías posibiliten a la gente tener una visión distinta de Irán, a través de los ojos de alguien que vive y siempre ha trabajado en el país, deseo mostrar la otra parte de Irán y no las imágenes cliché que siempre vemos de Medio Oriente: los extremos de los conservadores y los que de la alta sociedad que tienen una vida muy lujosa».

Los temas de Newsha Tavakolian son visualmente desafiantes, casi rompecabezas, pero estas historias son importantes para contar por medio de la fotografía. La fotoperiodista espera que el espectador además de observarlas, pueda sentirlas.