De autos, andares y parajes: la mirada discreta de Ricardo Jiménez
Las grandes ciudades están hechas para los autos, son su sangre. Circulan sus arterias: las tapan, liberan, suben, bajan y van en círculos. Es desde esta extensión de las piernas del hombre que Ricardo Jiménez comienza su recorrido visual por las calles de Caracas, Venezuela, aunque bien se puede imaginar cualquier urbe latinoamericana.
Las calles son unas al caminarlas. Otras al ir en bicicleta. Y otras más al ir en auto. En las fotografías nunca se ve el auto de Ricardo, se ve a Ricardo desde el auto enfocando la neblina, dando el paso a peatones y caballos. También, se aprecia en momentum desde el autobús o siguiendo la sombra de algún peatón. Y al final, estático frente a una mesa de billar, una escalera o en medio de un páramo.
Los medios son la extensión del hombre, planteó McLuhan. La cámara es la extensión del ojo, las ciudades de los cuerpos. Ricardo Jiménez nos enseña su cuerpo. Sus entrañas habitadas por gallos, por quienes viajan en autobús, andan por la orilla del mar, no lo voltean a ver y otros que le clavan la mirada.
Estar afuera es estar adentro es el título de la última obra de este ensayo. Una puerta a lo que quizás sea su hogar, pero ya lo hemos visto. Recorrimos su antesala, conocimos a sus compañeros de dormitorio, compartimos mesa, dormitorio y baño. Fuimos su visita y hemos sido bien recibidos.
En 2017 la colección de PHotoBolsillo publica un libro que recopila estas imágenes en blanco y negro de Ricardo Jiménez.