Cuartoscuro en contexto

por Pedro Valtierra

Desde que empezó a rondarnos en la mente la idea de una agencia, nuestros objetivos eran claros: tener recursos financieros que nos permitieran ser independientes para poder realizar las tareas periodísticas con absoluta libertad, sin compromisos con ningún tipo de poder y atender las necesidades de información gráfica de los medios.

Nos inspiraba la gran agencia francesa Magnum, toda proporción guardada… pero, se valía soñar en grande ¿o no? Nuestro deseo era viajar por el mundo en busca de los mejores reportajes e historias para nuestros clientes y que muchos periódicos o revistas nos los compraran a un buen precio, si se podía en dólares (aún no existían los euros).

Pensábamos vender fotos y conservar los negativos para editar en el futuro uno que otro libro, organizar exposiciones en museos y galerías o en donde se pudiera, con tal de llevar la fotografía de prensa a otros espacios pues, contrariamente a lo que algunos conservadores pensaban, sabíamos que la trascendencia de la foto no termina al ser publicada.

Íbamos a hacer fotoperiodismo e intentar darle un trato diferente a la imagen, hacer que se la respetara, y a generar nuevas alternativas para obtener ingresos, como vender fotos en las galerías y al público en general, como se hacía en el llamado primer mundo.

Tomamos los ejemplos cercanos e inmediatos, como la agencia de los Hermanos Mayo, el trabajo de Agustín Víctor Casasola o del propio maestro Héctor García, quien había sostenido durante varios años su agencia Photo Press.

Esos eran nuestros objetivos y sueños desde 1984. Sin exagerar, puedo asegurar que muchas veces terminamos a golpes por las discusiones, impulsadas un tanto por el ron que estaba de moda o por el tequila que, aunque a precio accesible, era considerado una bebida nada elegante, a pesar de que sus crudas no eran tan crueles.

Fueron esos los cimientos de lo que dos años después sería Cuartoscuro. Había ganas y entusiasmo pero también muchos sueños, pues cuando nos conformamos como la agencia imagenlatina el 11 de marzo de 1984 en un estrecho departamento en la calle Vito Alessio Robles en la colonia Florida, el mismo día de mi renuncia al unomásuno, no había recursos para rollos originales, para latas de película de 100 pies, para químicos, ni para otras necesidades propias de nuestro oficio. Tampoco para la comida.

Había invitado a tres fotógrafos a que se sumaran al proyecto. Primero, a Luis Humberto González, quien había aprendido con los Hermanos Mayo y trabajaba para el periódico El Día, con quien me reunía desde un año antes en el café El Gran Premio o en la cantina La Castellana a intercambiar ideas; luego invitamos a Marco Antonio Cruz, fotógrafo del periódico Oposición del Partido Comunista que, aunque sin experiencia en el diarismo, tenía un gran sentido de la composición; al poco tiempo, compartió nuestros puntos de vista el brasileño Jesús Carlos, quien tenía experiencia en retratar movimientos obreros. Incluso ahora recuerdo sus fotos del líder Lula, muchos años antes de ser presidente. Fuimos él y yo quienes aportamos las ideas para el nombre: imagenlatina, en minúsculas y unidas las palabras, como el unomásuno, pues queríamos darle continuidad a las ideas de ese periódico.

Solidarios, Arturo Fuentes, Eloy Valtierra y Rubén Pax nos apoyaron con este proyecto y su presentación como agencia imagenlatina en el Museo de Culturas Populares, con el apoyo de amigos y amigas como Alfonso Morales y Eblen Macari, quien alegró la fiesta. Arturo y Eloy fueron los barman que, con una pata de elefante y soda de cola, hicieron bailar al público asistente, entre ellos al joven reportero de la sección Cultural del periódico Excélsior, Rafael Luviano, quien entre trago y trago nos hizo una entrevista que publicó tres días después. A pesar de los sueños, ideas, fiestas, gritos, ningún medio nos contrató desde marzo hasta junio de ese año.

Sin embargo, la concepción acerca de la fotografía que tuvimos como agencia sirvió de base para la propuesta que me pidió Carlos Payán para  hacer el departamento de fotografía del periódico que ya se organizaba en la calle

Durango en la colonia Roma: La Jornada. Un tiempo después, ya como director, Payán me nombró formalmente Jefe de Fotografía el 26 de junio de 1984. En los siguientes días se empezó a armar el equipo: Rogelio Cuéllar, Luis Humberto González, Marco Antonio Cruz, Fabrizio León, José Gómez de León —quien se había integrado a la agencia unos días antes— y Rubén Pax quien, además de fotógrafo, era el encargado de laboratorio junto con Frida Hartz. Andrés Garay se incorporó poco después, completando así al grupo de los fundadores.

Éste es el contexto y antecedentes de lo que hoy es Cuartoscuro. Primero con el nacimiento de la agencia imagenlatina, la experiencia de La Jornada y la continuidad de Cuartoscuro que, a diferencia de la primera agencia, que era una cooperativa, es una empresa privada comprometida social e históricamente.

En cuanto a recursos, fue como empezar. Teníamos sólo tres periódicos y un público lector que nos seguía en el semanario Punto, que dirigía Benjamin Wong Castañeda, y en El Día, bajo la dirección de Socorro Díaz, en donde semanalmente publicábamos una página,  editada por los jóvenes fotoperiodistas para aprender no sólo el oficio de fotografiar sino el valor de la selección y edición de imágenes.

Resultaba un reto cubrir las manifestaciones, las protestas, las conferencias de prensa del PAN —entonces encabezado por Pablo Emilio Madero—, los ires y venires de Rosario Ibarra de Piedra, las marchas de los homosexuales que en esos tiempos atraían a apenas dos o tres fotógrafos, los actos de la Corriente Democrática que encabezaban Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros. Las noticias tenían que darse en imágenes pues, como decía Aarón Sánchez, el fotógrafo debe sostener sus dichos con fotos para no ser simples “platicógrafos”.

Desde su fundación en 1986, Cuartoscuro se propuso:

a) Ser una agencia independiente para trabajar con absoluta libertad en función del interés de clientes y lectores.

b) Apoyar a los fotógrafos mexicanos para que desarrollen todo su potencial creativo y aprendan las bases del fotoperiodismo.

c) Formar fotógrafos que sean autosuficientes, no sólo técnicamente, sino como periodistas. Desde siempre, ha sido y es

obligatoria la lectura de por lo menos un medio impreso para estar al tanto de la noticia y de la grilla, porque somos periodistas:

reporteamos y escribimos con imágenes las noticias. Un fotógrafo puede tener una gran técnica, pero sin información, las imágenes no trascienden ni van más allá de su publicación.

d) Exigir al joven fotógrafo que se cuestione a sí mismo día a día para que sea más exigente con su trabajo.

e) Comprender que la mejor manera de aprender es dejar la vanidad a un lado.

Cuartoscuro no se hizo en un escritorio o en una oficina. Se fue planeando poco a poco, en la calle, cubriendo las órdenes de trabajo en el diarismo, entre el correr de un lado para el otro, entre foto y foto y siempre contra reloj.

Esta agencia es el resultado del trabajo de muchos fotógrafos que empezaron, aprendieron y se fueron a otros medios o a otras latitudes para continuar con su gusto por la fotografía. Aquí comprendieron lo que es ser, ver y sentir como periodistas, no artistas, y el  compromiso que ello implica.

Al cumplir nuestro primer cuarto de siglo, podemos decir que apenas estamos comenzando pues tenemos que aprender todos los días de los errores, las fallas, las complicaciones, los reclamos producto del acelere y la adrenalina generada por el periodismo. Pero sabemos que, mientras exista éste que es el oficio más hermoso del mundo, lo nuestro seguirá siendo correr por la calle para lograr la mejor foto… Ahora tenemos claro lo que estamos buscando.