Conoce el trabajo de Juan Felix, alumno del taller Cuartoscuro
Fotografías y texto por Juan Felix
Los cargadores de la Central de Abastos (CEDA) en la Ciudad de México son los pilares del flujo de este negocio. Llevan mercancía de local a local, a veces con carga ligera y en ocasiones con carga muy pesada. Suben y bajan pendientes, claro, avisando con sus respectivos chiflidos, transitando sobre los ejes y pasillos de la central, una gran edificación de concreto que se compone de al menos 38 grandes bodegas codificadas en orden alfabético de A a la X; cada pasillo se divide en dos letras y los locales van numerados del 1 al 200 aproximadamente, con venta de productos como frutas y verduras. Los cargadores recorren largas distancias sobre este laberinto de números y letras con sus «diablos» y en sus tiempos de ocio, aprovechan para dormir, descansar, comer, apostar, o simplemente estar parado sobre su diablito.
En la central de abastos hay dos grandes monopolios de renta y uso de diablitos que son «El Chavo» y «El Chino», los cuales tienen bodegas donde se guarda esta herramienta, pero al mismo tiempo cada local trabaja con sus propios diablitos, la mayoría están personalizados con algún color, diseño, nombre, apodo, algo que los haga especiales y diferentes del otro.
El dinamismo es un patrón visual en la CEDA, los diableros esquivan a los clientes y, los más experimentados, realizan maniobras como los zig zags, hay una que, con el uso de un patín hidráulico, se dejan ir y el peso hace que baje más rápido la carga aunque es algo peligroso.
Capturé momentos donde los trabajadores juegan dominó, cartas y otros juegos de azar, lo que es algo común en los pasillos de la central. Documenté el proceso semanalmente para acercarme con los cargadores y su cotidianidad.