37 º de Bela
37° de Bela
Con los casi 37 grados que mantienen mi cuerpo y los 37 grados con que el sol agobia, siento el impulso del clavado hacia el cuadro impresionista que azul-verdea frente a mí. No es un nenúfar ni un lirio: es sólo un cuerpo móvil capturado en el tiempo, como un trazo de luces y colores, en esa agua que se vuelve tan espesa como un óleo, una pintura lograda con el plástico, la luz y el ojo de Bela Limenes.
Quiero quitarme la imagen de Monet paseando por un puente desde donde ve los reflejos y tonos del agua que se transforman, se mueven, se convierten, desaparecen….
Vuelvo a desear convertirme en el cuerpo inmovilizado, pero fresco y húmedo. Quiero saltar. Pero un ancla me detiene. Ancla-corbata, ancla-rutina, ancla-trabajo, ancla-responsabilidades, ancla-reloj. El día a día como un grillete que me separa de las posibilidades infinitas del agua, del chapoteo, de las gotas en la piel chamuscada que se evaporan lentamente… El día a día que me mantiene en el presente como si no pudiera volver a atrás.
Un esfuerzo y abro la puerta a la nostalgia.
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