ASÍ SE VE LA MIGRACIÓN DESDE EL OTRO LADO DEL MURO
Por Carolina Romero
A través de sus fotos, Kirsten Luce le ha prestado al mundo sus ojos y su forma de mirar el paso de los migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos, desde el otro lado de la frontera con México.
En sus imágenes, se han quedado las huellas de los que se van en busca de sueños o mejores condiciones de vida; la constante cacería de la policía fronteriza; el peregrinar por un camino que conduce a las celdas de “la migra”; los rostros de los indocumentados y todo lo que ocurre del otro lado del muro.
Para la fotógrafa estadounidense, es necesario contar las historias de los que viven con miedo, huyen y se esconden para no ser deportados.
“En verdad siento que nadie lo está haciendo. Todos están enfocados en Tijuana o Ciudad Juárez, pero no de este lado de la frontera y no sabemos lo que está pasando en otros lugares. Eso tiene mucha cobertura y necesitamos cubrir otras áreas”, comenta.
Su misión, considera, siempre ha sido contar historias, alimentar su curiosidad periodística, explorar comunidades y conocer personas para recolectar fragmentos de sus vidas y, después, convertirlos en imágenes, registros tangibles de lo que puede ver y escuchar.
“Tomar fotos es mi propósito en la vida, reportear y denunciar lo que está mal para intentar hacer un cambio. El fotoperiodismo es todo para mí”.
Esa curiosidad y ganas de relacionarse con la comunidad latina en Estados Unidos surgió, aproximadamente, a partir de 2004; cuando se acrecentó el número de mexicanos, centro y sudamericanos en su ciudad natal: Birmingham, Alabama.
Entonces, Kirsten se dio cuenta de que nadie contaba las historias de esas personas porque los fotógrafos y reporteros no sabían hablar español.
Ella quería asegurarse de que la comunidad latina en Estados Unidos no estuviera olvidada por la prensa estadounidense, por lo que buscó un intercambio académico y viajó a México para estudiar en la Universidad de Colima y aprender el idioma.
“Después de dos semanas, ya estaba enamorada de México. Ir ahí cambió el camino de mi vida”, añade, pues a partir de entonces, pudo desentrañar todo lo que conlleva la militarización de la frontera y las actividades de quienes tienen la tarea de cazar migrantes.
Para poder desarrollar este proyecto documental, Kirsten ha aprendido a trabajar en órdenes cotidianas para juntar dinero. Así, cada cierto tiempo, puede volver a los escenarios que la apasionan para investigar qué es lo que está pasando con los indocumentados.
Ese es su motor periodístico: involucrarse en lo que está pasando, investigarlo, estar en el lugar u después tomar las fotos para poder contar una historia de manera completa a partir de las imágenes, pues “la práctica te puede hacer un buen fotógrafo, pero es mucho más complicado ser un buen periodista”.
Kirsten forma parte de los instructores de Foundry Photojournalism Workshop, espacio en donde la fotógrafa busca compartir no sólo sus experiencias al realizar su trabajo de campo, sino mostrar a las nuevas generaciones de fotoperiodistas cómo armar una historia correctamente para acercarse a los editores y vender su trabajo.
“Quiero que los fotógrafos construyan carreras, no portafolios. En Foundry, creemos que debemos empoderar a los contadores de historias, principalmente en los países en vías de desarrollo, y ser capaces de ayudarlos y enseñarlos a vivir de la fotografía y sobrevivir en los contextos de violencia”.
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