Fallece el fotógrafo mexicano Lázaro Blanco (1938-2011)

Perfección, Ciudad de México, 1988 ©Lázaro Blanco
Falleció hoy el eminente fotógrafo mexicano Lázaro Blanco (Ciudad Juárez 1 de abril 1938-4 de mayo, Ciudad de México 2011), quien por más de cuarenta años participó en la formación de decenas de fotógrafos como coordinador de los talleres fotográficos de la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Aunque fue físico de profesión, su importante carrera como fotógrafo y su lenguaje visual le valieron  la posibilidad de realizar distintas exposiciones a lo largo de su vida, como 500 fotografías (1980 en el Museo de Arte Carrillo Gil), Musicantes (1990 en la Galería del Museo Mural Diego Rivera), Luz en el tiempo (Palacio de Bellas Artes), Tiempo Cautivo (Casa del Lago) y The photographs of Lázaro Blanco (Wittliff Gallery of Southern an Mexican Photography en la Universidad de Texas). Su última gran exposición fue Temporarios, que se exhibió en el Centro de la Imagen en 2010.
Sus méritos le valieron distintos reconocimientos a lo largo de su vida, como la Mención en el Primer Concurso de Fotografía Internacional Centro de Artes Integrales de Caracas Venezuela (1979), el Premio de Adquisición en la sección Bienal de Gráfica de Salón Nacional de Artes Plásticas (1982), el Diploma al Mérito de la Revista Fotozoom por docencia en la Fotografía (1980) y la Medalla al Mérito Fotográfico de la Fototteca Nacional (2008). También fue miembro fundador y vicepresidente del Consejo Mexicano de Fotografía.
Cuartoscuro lamenta la pérdida de este importante fotógrafo y maestro.

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Un comentario

  1. Siempre alejado de los reflectores, de la promoción y autopromoción vacías pero siempre empeñado en un trabajo riguroso hasta el extremo, con un espíritu crítico con el trabajo propio y con el ajeno que no pocas veces fue incómodo, es creador de grandes imágenes que sin duda trascenderán en la historia de la fotografía.
    Su personalidad crece con los más de cuarenta años dedicados a sus clases en el Taller de Casa del Lago, una labor que se extendía, pródiga e incansable, a las calles de la Ciudad donde era posible encontrarlo, siempre empeñado en su trabajo de fotógrafo, y en la que era posible caminar a su lado, platicando de todo y de nada: del desarrollo y cambios de la ciudad, de literatura, de arte, de sus recuerdos personales, pero sobre todo de fotografía, de los grandes maestros de la fotografía a quienes siempre tuvo a la vista y a los que siempre mostró a sus alumnos.

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