Impresicindibles para la historia de la fotografía
Alberto Castillo Troncoso
Palpitaciones de la vida nacional fue una de las exposiciones fotográficas más importantes del país ocurridas en el siglo pasado. Tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes en 1947 y en ella intervinieron cuatro generaciones de fotoperiodistas que documentaron algunos de los episodios más relevantes del México de la primera mitad del siglo XX: Entre ellos, cabe citar a Agustín Casasola, Enrique Díaz, Juan Guzmán, Francisco Mayo, Tomas Montero y Aurelio Montes de Oca. El escritor Antonio Rodríguez fue el animador principal del gran evento y realizó 19 reportajes con entrevistas a los fotógrafos para la exposición y ocho más para una segunda presentación que iba a realizarse en 1952, pero que nunca se concretó por distintas circunstancias personales y políticas.
En estos artículos periodísticos Rodríguez elaboró su punto de vista sobre las obras y razonó en torno a las premisas críticas necesarias para una valoración hermenéutica de los trabajos, de acuerdo al horizonte teórico predominante en el mundo occidental en aquellos años y teniendo en cuenta los distintos contextos históricos detrás de cada trabajo que iban de los tiempos de don Porfirio al sexenio de Miguel Alemán.
Sobre este tema el libro de Rebeca Monroy[1] constituye una aportación relevante para la investigación de la historia de las ideas y, en particular, para la historia de la fotografía de este país, y lo es por partida doble:
En primer lugar porque indaga en los vericuetos políticos y culturales de la época y construye una convincente aproximación a la biografía del escritor lusitano, un personaje poco investigado, pero sin duda imprescindible para la crítica de arte y para el universo de la fotografía, donde se erige como una de las referencias más importantes para los interesados en recrear el imaginario fotográfico de México del siglo pasado. Resultan relevantes la incorporación de datos procedentes no sólo de archivos y alguna otra documentación escrita, y los testimonios orales de familiares cercanos al escritor, como su esposa e hijos, quienes compartieron con el critico una atmósfera vital y visión del mundo, cuestiones de fondo que se recuperan en este libro.
En segundo lugar porque esta investigación comenta y da a conocer los textos de fotocrítica de Rodríguez en torno a la famosa exposición de Bellas Artes, tantas veces citada de manera legendaria en los trabajos de historia cultural y de la fotografía, y cuyo contenido resulta prácticamente desconocido.
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