Jobs y la complejidad de la sencillez
Todo empezó en el garage de la casa de sus padres adoptivos. Corría la década de los setenta. Steve Jobs (1955-2011) no imaginaba entonces que, entre muchas otras cosas, la creación de su naciente empresa de cómputo impulsaría a la fotografía digital y, en general, a la revolución del procesamiento y concepto de las imágenes, y de mucho más: la música, el cine, el diseño…
En tan sólo diez años la empresa que nació en la cochera y que fundara con su colega Woz, se convirtió en una firma sólida de la que dependían 4 mil personas y que estaba valorada en 2 mil millones de dólares. Pero ese no sería el logro mayor, pues hoy Apple ha cotizado en 350 mil millones de dólares en la bolsa de Nueva York. Así, Jobs se convirtió —hasta octubre pasado cuando sólo el cáncer lo venció—, en el personaje al frente de una de las empresas más influyentes en este principio de siglo.
La presencia de Apple en el terreno de la fotografía y concretamente en el de la imagen es fundamental en el proceso de la digitalización; quizá la sencillez que brindaron las Mac en la integración de programas de procesamiento de imagen, al igual que hoy los dispositivos móviles (iPod y iPad), es lo que ha impulsado la rapidez de la digitalización fotográfica, incluyendo edición, organización y el intenso intercambio de imágenes. Por eso, Cuartoscuro recuerda ahora a Steve Jobs, quien dio al mundo de la foto poderosas herramientas.
El objetivo de Apple fue claro desde sus inicios: conjugar tecnología, ciencia y arte en un sistema operativo: así nacieron las Macintoch, hoy revolucionadas MAC, que se convirtieron pronto en las computadoras preferidas por la mayoría de los creativos: ingenieros, arquitectos, diseñadores, fotógrafos, cineastas, músicos, dada su sencillez y eficiencia.
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