REFUGIADOS, LA OTRA CRISIS EN UCRANIA
La ruta del éxodo que han seguido miles de refugiados ucranianos los ha traído hasta aquí, a la franja de Siret, Rumania, donde, a pesar del aire gélido que cala los huesos, entume el rostro y adormece las manos, se respira un remanso de paz en medio de la guerra.
Para las mujeres y niños que lograron escapar de los ataques y cercos militares por parte de Rusia, que iniciaron el 25 de febrero pasado, han sido días de incertidumbre, de caminar, subir y bajar de autobuses en búsqueda de esperanza… de un territorio ajeno en el cual escribir un nuevo comienzo. Los hombres ucranianos, por decreto presidencial, no pueden abandonar el país; deben quedarse a luchar.
«En tan sólo siete días, un millón de personas han huido de Ucrania, desarraigadas por esta guerra sin sentido. Llevo casi 40 años trabajando en emergencias de refugiados y rara vez he visto un éxodo tan rápido como éste. Hora a hora, minuto a minuto, más personas tienen que huir de la aterradora realidad de la violencia. Son innumerables los desplazados dentro del país. Y a menos que se ponga fin al conflicto de forma inmediata, es probable que más millones de personas se vean obligadas a huir de Ucrania», afirmó el titular del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en un comunicado
Esta frontera ha sido testigo de miles de despedidas, pero también del desbordamiento de la ayuda humanitaria por parte de países como República Checa, Rumania y Turquía, que lo primero que ofrecían a los desplazados era café, mantas y chamarras para enfrentar el frío.
A pesar de la situación, los niños sonríen y, de vez en cuando, se oye el graznar de la parvada de cuervos que sobrevuela el paisaje desértico blancuzco.
Con información de Galo Cañas/ Enviado
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