TAEKO NOMIYA ABRE UNA VENTANA A TOKIO
Por Carolina Romero
Una mañana, el papá de Taeko guardó su martillo en una bolsa, se calzó los zapatos y caminó de la mano de su hija hasta Parque Hundido. El señor Nomiya escogió dos viejos troncos y, con su herramienta, colocó en ellos un par de clavos. Les amarró un lazo pequeño y ayudó a la niña a colgar en el improvisado tendedero unas 15 fotografías. Con un sello de emoción impreso en el rostro, la pequeña, de apenas siete años de edad, había montado su primera exposición con ayuda de su padre, para compartir los momentos capturados a través de la cámara con cualquiera que se acercara.
Han pasado 12 años de aquel momento, recuerda Taeko Nomiya, fotógrafa mexicana de ascendencia japonesa. El vasito de té de jasmín que preparó se enfría en la mesa en la que me muestra las imágenes que ha realizado durante las múltiples veces que ha pisado la tierra de sus padres, y con las cuales abre una ventana al país nipón.
Sus padres viajaron a México para explorar la libertad de una nación que se alejaba del rigor exigente de lo que implica ser japonés. «Aquí podían ser japoneses sin tener que cumplir con todas las expectativas», asegura la fotógrafa, quien cuenta que esa dualidad innata en su identidad nunca le generó conflicto en su niñez o en algún momento de su vida; sin embargo, siempre supo que era distinta.
Su historia con la fotografía es la de un acompañamiento silencioso y constante, pues las cámaras siempre estuvieron ahí: en el tocador de su madre, a un lado del prendedor de plata que le heredó su abuela el día de su boda; en el recibidor de la entrada, junto a una perfectamente acomodada fila de zapatos; en los estantes de la sala, haciendo guardia a los jarrones que sus padres habían traído desde Japón; sobre la mesita de noche de la recámara… y así en casi todos los rincones de la casa.
Taeko capturaba imágenes desde que era niña. Para ella, eso siempre fue algo tan normalizado como ponerse un suéter cuando hace frío. Por eso, creció con la noción de que las fotografías eran algo colectivo, se tomaban para registrar momentos… y los momentos eran de todos.
Quizá su dicotomía cultural la llevó a explorar la fotografía de manera profesional, a jugar con la doble exposición y encontrar en esa técnica una manera única para expresarse.
«Países como Japón o México no se pueden expresar en una sola imagen. Los objetos retratados siempre tienen un subtexto que no se lee, pero que intento reflejar a través de la doble exposición. En mis fotos, en una de las tomas te muestro el lugar y en la otra te muestro algo del imaginario. Eso es lo que me permite la doble exposición, contar una realidad más compleja», narra.
Hace poco, Taeko fue invitada a participar en la exposición Nippon América 日本アメリカ, a realizarse en Tokio. Para llevar a cabo dicha muestra, tres fotógrafos latinoamericanos de origen japonés viajarán al país de los árboles de cerezo para capturar su visión de Japón. Las imágenes de la muestra se presentarán también en el Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla, a principios de 2020.
«Me emociona este viaje porque por primera vez voy a Japón con un propósito. Estoy descubriendo mi fotografía, mi ojo personal. Yo antes pensaba que las fotos que yo hacía era algo que podía hacer cualquier persona. Entonces por primera vez tengo una intención en mi foto. Quiero decir dos cosas con este proyecto: a los mexicanos, ‘miren cómo es Japón’, y a los japoneses, ‘miren cómo los vemos desde afuera’. Soy como un filtro», comenta.
La encomienda de buscar a los artistas recayó en el curador Alantl Molina, quien descubrió a Taeko en Instagram: «La profundidad de lectura de sus fotos me encantó, además de que son muy bonitas, cada vez que las miras descubres un elemento interesante que estaba oculto y que te quiere decir algo más de lo que puedes ver».
Taeko considera que esta exposición es una oportunidad para contarle a los japoneses algo que no les han contado. La muestra se inaugurará a finales de septiembre próximo.
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