SER MARIACHI
Por Carolina Romero y fotos de Omar Martínez
Encima de un enorme ropero, además del montón de juguetes que yacen acomodados como palillos chinos, cuelga un saco blanco de mariachi; mientras que el pantalón descansa sobre una pila de ropa, al lado de la litera. Ambos, entre sus costuras, adornos y botones, resguardan la historia de Moisés Camacho, músico de Garibaldi desde hace 26 años.
Por las tardes, Moisés se viste con su traje; su esposa le acomoda el moño verde que adorna su cuello y le da la bendición para que lo acompañe. Cuando llega la hora de irse, se echa al hombro el estuche con su violín y deja que sus seis hijos lo llenen de besos.
Desde el balcón de su casa, en una vecindad de la colonia Guerrero, la familia lo ve partir hacia el boulevard ubicado a un lado de la plaza de Garibaldi, donde corretea los autos para ofrecer sus servicios como parte de un grupo musical formado con sus hermanos.
Cuando le llega un servicio, toma sus cosas y se va con el cliente para ofrecer sus notas y canciones en serenatas, tocadas, cumpleaños, fiestas o cualquier evento.
Frente a la imagen de Santa Cecilia, patrona de los músicos, se fuma un cigarrillo y agradece las dos actuaciones que suele tener por día. Tal vez puede irle mejor o peor; sin embargo, Moisés le sonríe a la vida, pues, a pesar de que su trabajo no le deja mucho, hace lo que le gusta.
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