Mujeres a la cámara (2/2)

Por Elisa Lozano

Para Rebeca Monroy, con cariño y gratitud

Celiana Cardenas a la camara. Cortesia Celiana Cardenas

En los años sesenta y setenta con el establecimiento del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) las mujeres comenzaron a filmar de manera regular, aunque en su mayoría se trataba de ejercicios escolares, cortos o documentales independientes, por lo que en el cine industrial del periodo no se registró el nombre de ninguna directora de fotografía.[1] Aún se afirmaba que las mujeres no ejercían dicha actividad porque operar una cámara de cine  requería además del conocimiento técnico, de gran fuerza física pero los  motivos eran otros.

A la evidente discriminación de género —común en nuestro país— se agregaba el complejo aparato sindical. Como se sabe el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) impidió por largo tiempo el ingreso de nuevos integrantes a sus filas, lo que provocó anquilosamiento e incluso truncó la carrera de notables cinefotógrafos. Y si los hombres habían de “ganarse” el ascenso paso a paso en el escalafón, o bien esperar a que algún miembro falleciera para ocupar el puesto vacante, la incorporación de las mujeres a la rama de cámara era impensable.

Por ello el caso de Laura Ferlo (Laura Fernández López) resulta trascendente. Ella cambió la actuaciónn por la dirección de fotografía de las películas Lola la trailera (1983), El secuestro de Lola (1986) y La rielera (1987), dirigidas por Raúl Fernández. Aunque hay quien quita méritos a Ferlo por desempeñarse en películas realizadas por su familia, también es cierto que ese trabajo abrió camino en el área para la siguiente generación, y derribó los tabúes “que históricamente excluían a las mujeres de esta profesión”, como señala Hugo Lara.

Otra pionera de la imagen en movimiento en México es Celiana Cárdenas, asidua cinéfila desde niña, quien accedió al mundo del arte a través de su madre, la escultora Clemencia Pallares, y de su amistad con otros jóvenes a la postre destacados, como Xavier Pérez Grobet y Mauricio Rocha, por quien contactó a dos grandes figuras de la fotografía contemporánea mexicana: Graciela Iturbide y Pedro Meyer, con quienes asistió a Los talleres de los lunes:

Nos juntábamos varios jóvenes a tomar fotografías; Pedro y Graciela nos daban la crítica de las imágenes […] Pedro nos decía que lo importante de la fotografía era capturar la sorpresa del momento, y yo lo cuestionaba: ¿qué pasa si yo creo el momento y lo fotografío?, ¿cómo te vas a dar cuenta si es algo espontáneo o no?. Pedro me respondía que si yo quería planearlo, eso era fotografía de cine […] me fascinaba el cine. Comencé a considerarlo como una opción.

Eso sucedió a finales de los ochenta, cuando figuras cruciales para el nuevo cine mexicano como Emmanuel Lubezki, Carlos Marcovich, Luis Estrada, Alfonso Cuarón, Guillermo Granillo, Claudio Rocha y Jorge Medina estaban ya en las escuelas de cine. Celiana ingresó entonces al Centro de Capacitación Cinematográica (CCC), cuando le preguntaron cuál sería su especialidad, y respondió “dirección de fotografía”, no la tomaron muy en serio e, incluso, “todo el mundo me empujó a no ser fotógrafa”, afirma. Pero al fotografiar seis ejercicios escolares en el primer año demostró su verdadera vocación. En el CCC fue alumna de Santiago Navarrete, Rodrigo García, Henner Hofmann y Januz Polom, figuras definitivas en su formación que la llevaron a ser la primera cinefotógrafa egresada de dicho centro. La dificultad se presentó al enfrentar la vida profesional:

«En ese momento el sindicato no me permitió ser parte del Departamento de cámara por ser mujer. Fue un problema para mí porque cualquier gente que me quisiera contratar como asistente de cámara tenía que pagar un desplazamiento al sindicato por no llevar a uno de sus asistentes.» (Para  leer  este artículo completo,  adquiera  Cuartoscruo 112 en tiendas  Sanborns, red de librerías  Educal y De Cristal.)

Filmografía selecta

María Secco Gasolina (2008) Las marimbas del infierno (2010), ambas de Julio Hernández Cordón, La demora (Rodrigo Plá, 2011), Agua fría de mar (Paz Fábrega, 2010), Polvo (Julio Hernández, 2011).

Ericka Licea La leyenda del tesoro, Una pared para Cecilia (Hugo Rodríguez, 2011) Al acecho del leopardo (Enrique Rentería, 2011), Mi vida dentro (Lucía Gajá, 2007).


[1] La información de este artículo ha sido tomada de Lara, Hugo y Elisa Lozano, Cinefotógrafos del cine mexicano, 1931-2011, México, IMCINE, Cineteca Nacional, Festival ed Amiens, 2011, y de la entrevista de la autora a Hilda Mercado, realizada el día 7 de diciembre de 2011 en el D.F.

[2]Nelson Carro “Recuerdos” http://www.fipresci.org/festivals/archive/2003/guadalajara_2003/guadalajara_2003_ncarro_spanish.htm

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