Violencia & fotografía. Publicar o no, he ahí el dilema
Carlos María Meza y Anasella Acosta
El incremento del número de ejecuciones y muertes violentas en los años recientes —en su mayoría adjudicadas al crimen organizado— se ha traducido, en los ámbitos informativo y artístico, en la proliferación y circulación abundante de imágenes que dan cuenta de esos hechos.
Algunos políticos, intelectuales y periodistas han expresado “preocupación” ante la publicación de este tipo de imágenes, quizá incluso con más ahínco que su exigencia por desentrañar lo que originó el crimen organizado, el cuestionamiento a la efectividad de las políticas para su combate y la mezcla de intereses en mostrar públicamente las ejecuciones.
Cuartoscuro considera urgente reflexionar en el porqué publicamos este tipo de imágenes, antes que dictaminar o exigir su no publicación o una regulación al ejercicio periodístico que de por sí enfrenta ya muchos obstáculos, incluso la propia persecución y muerte.
Pensar implica forzosamente poner en juego las ideas, no de uno sino de varios actores: los que hacen, los que observan, los que están a favor y/o contra, o bien señalan los matices.
Por ello, decidimos incitar una breve reflexión haciendo una pregunta a varios personajes involucrados en este hacer: “¿Por qué sí o no, publicar las imágenes en torno a la violencia que vive actualmente el país?”
Agradecemos la disposición de quienes contestaron, y con el afán de brindar armas (las del pensamiento) para delinear las posturas que se tomen en torno a este tema compartimos las respuestas.
Fernando Villa del Ángel
(Editor de fotografía del periódico El Economista)
No, no se deben publicar las fotos de violencia explícita porque es ofrecer una ventana al crimen. No es lo mismo publicar fotografías sobre tragedias como una explosión, un derrumbe o un ataque terrorista que imágenes sobre la violencia, me parece algo como gratuito. No hay necesidad de publicar fotografías de violencia explícita porque a ese tipo de hechos se le puede dedicar espacio en una nota con palabras.
Ulises Castellanos
(Fotoperiodista)
Hay dos corrientes. Una apoya la idea de publicar todas las fotografías violentas porque sólo sacando a la luz esa situación es como vamos a exponerlos y acabar con esa impunidad. Otra corriente, dice que no hay que publicar nada porque se está siguiendo el juego a los grupos criminales para infundir miedo a la sociedad o para transmitir mensajes, y si las fotos no aportan información adicional no deben publicarse. Me parece que al final el lector tiene la opción de comprar unos u otros periódicos. Los fotógrafos tenemos la responsabilidad de fotografiar siempre y ser fieles al testimonio de lo que nos toca ver, sea narcotráfico, ejecuciones, etcétera. Es urgente que México reflexione sobre la violencia, la imagen de la violencia y el narcotráfico.
Fernando Brito
(Editor de fotografía del periódico El Debate de Sinaloa)
Como medio no puedes dejar de publicar lo que está sucediendo en la ciudad o en el país. No podemos hacernos los ciegos. La violencia es ya tan común que no necesita estar en portada todos los días. A final de cuentas es noticia y esto sigue sucediendo. Cada medio tendrá su línea editorial, unos serán más violentos y otros más suaves pero a final de cuentas es la misma noticia: los muertos. Estamos hablando ya de otros niveles de violencia, un aumento estratosférico en las ejecuciones.
Paco Ignacio Taibo II
(Escritor)
Yo no diría que no deben publicarse, el problema es cómo se publican. Cuando lo que quieres es impactar a la opinión publica para mostrarle que hay cosas que están sucediendo y que no puedes cerrar los ojos frente a ellas, a mí me parece legítimo publicar las imágenes. Cuando se reitera una y otra vez y lo único que se trata de hacer es mostrar el cuerpo descuartizado, la cabeza cortada, el niño muerto, etc., etc., se está apelando a la mentalidad morbosa de la ciudadanía y de esa manera moralmente no surte el mismo efecto sino que es contrario.
Pablo Ortiz Monasterio
(Editor de Fotografía)
Me parece que la pregunta no está del todo bien formulada, no es por qué sí o por qué no, sino en qué contexto. Sin duda alguna sí existe violencia en el país, a mí me parece que hay que informar al respecto, pero no nada más publicar una foto escandalosa de una cabeza rodando sino darle un contexto, meterla dentro de un texto y un conjunto de imágenes que permitan al espectador comprender cabalmente el problema. La posición de “como le estamos haciendo el juego a un grupo de narcos que ven en eso una ganancia, entonces no lo publicamos”, me parece incorrecta. Es ahí donde el fotógrafo, el editor, no nada más registra sino también tiene una opinión y una visión. Me inclino fuertemente a que el fotógrafo no nada más registre, sino ordene y organice los materiales para explicar, para dar cuenta de un fenómeno complejo y no nada más “ah, pues ahí está la cámara, ta-ta-ta-ta, toma, toma, toma, toma fotos”. Estoy porque las cosas se digan y articulemos de una manera que no pueda hacerle el juego ni a los malos ni a los buenos.
Moisés Pablo
(Editor de la Agencia de Fotografía Cuartoscuro)
Sí se deben publicar porque las imágenes hablan de la realidad que vive el país y la tarea del periodismo es la denuncia, el análisis, la crítica. Las imágenes violentas siempre se han publicado, parece que hoy se señala más porque incumbe directamente al gobierno por esta guerra que empezó y que no se sabe cuándo va a terminar, y donde los muertos no siempre son malos, sino niños, estudiantes, amas de casa. Se está tratando de disimular desde una trinchera de ciertos grupos de periodistas para quienes pareciera que, ahora resulta, todas esas imágenes molestan.
Ernesto Villanueva
(Miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, especialista en temas sobre libertad de expresión)
Estoy convencido que la libertad de expresión reclama la difusión de imágenes violentas. No se puede tapar el sol con un dedo. No obstante, también existe el derecho a la vida privada y una vertiente de éste conocido como derecho a la propia imagen. La armonización entre el derecho a saber de la gente y el derecho a la propia imagen reclama que un fotoperiodista publique las fotos que retratan la violencia, pero evite la reproducción de las imágenes que reproduzcan los rasgos de identidad de las personas que ahí aparecen. Así, se mantiene la libertad de informar y al mismo tiempo el derecho de la persona a su propia imagen. La solución no es todo o nada, sino que la sociedad necesita saber lo que pasa, pero no le añade nada la imagen reconocible de la persona en la fotografía y sí con ello se protege el derecho a la vida privada.
Nacho Ruiz
(Fotoperiodista de Ciudad Juárez, Chihuahua)
Nosotros estamos en medio de los narcos y de la autoridad pero no por ello se va a dejar de informar, la realidad es ésta y no tiene por qué ocultarse. Yo estoy informando lo que sucede, es al gobierno federal al que le toca poner un alto a la situación de violencia, porque aquí en Juárez no se ha arreglado nada. Cuando tomas las fotos no lo haces con morbo sino con la intención de cubrir toda la escena y los detalles.
Eduardo R. Huchim
(Escritor y periodista)
Creo que lo que debe regir para decidir la publicación o no de una fotografía “dura” vinculada con la violencia no es lo sangriento o su “dureza”, sino esencialmente su interés periodístico. Ejemplifico con la foto del capo bañado en billetes. Por supuesto que es ofensivo para el caído y sus familiares una foto así, pero también denuncia que hubo alguien o un grupo que fue capaz de hacerlo. Esto merece denunciarse gráficamente y además tiene interés periodístico por lo insólito. Frente a lo noticioso(que es la expresión del derecho a saber), por lo general, todo debe supeditarse.
Leovigildo González
(Fotoperiodista en Michoacán)
En temas de violencia siempre hay un factor humano, una expresión que te permite graficar el hecho violento sin mostrar sangre. En lo personal y por cuestiones éticas trato de mantener un equilibrio, a veces por simple respeto a familiares de la víctima. Eso de no publicar las imágenes crearía más desinformación porque son de interés social, debería de haber algún lineamiento ético, pero no dejarse de publicar. Debe haber ética, sobre todo.
Crisanto Rodríguez
(Editor de fotografía de El Universal)
No es que no se deban publicar, hay una ética profesional para no publicarlas en portada. Muchas veces hay que publicarlas en interiores y con mucho cuidado de no ser muy flagrante. No se puede publicar así a destajo cualquier fotografía que uno se encuentra, los descabezados o fotos muy fuertes, no todas son publicables. Hay que cuidar mucho la imagen en los medios.
Iván Stephens
(Fotógrafo de la Agencia Cuartoscuro)
Sí se deben publicar porque es algo que está sucediendo y no nos debemos autocensurar ante situaciones que está viviendo el país. La labor es informar, no hacer de mensajero, es decir, una cosa es publicar las imágenes violentas de lo que está sucediendo y otra es publicar fotografías con todo y los narco-mensajes. Sin importar qué tan violentas sean las imágenes son fotografías que quizás en diez años serán documentos históricos, un registro que dé cuenta de los niveles de violencia que se alcanzaron en el país. Hoy no sabríamos de los cristeros colgados si en su momento no se hubieran publicado sus fotografías; no porque fueran escenas violentas se dejaron de lado.
Martín Salas
(Editor de fotografía del periódico Milenio Diario)
No puede haber un sí o un no rotundos. Cada evento tiene sus características particulares y dependiendo de éstas es que en el día a día se decide publicar o no las fotografías relacionadas con la violencia en nuestro país.
Alejandro Sánchez Camacho
(Asambleísta impulsor de una iniciativa para regular la publicación de “fotografías violentas” en México)
Creemos que no deben publicarse. Por un lado hay un impacto psicológico considerable, no sólo en las familias de los afectados sino también en el conjunto social. Es por eso que debería de encontrarse alguna forma de equilibrio donde se garantice la libertad de expresión pero también se salvaguarde esos elementos de carácter personal o familiar. Se tiene que garantizar el derecho a la libertad de expresión y el derecho a estar bien informado, pero se tiene que cuidar, tener equilibrio en no llegar a imágenes extremas que no cubren solamente el asunto de informar, sino que ya genera (reitero) impactos psicológicos y sociales negativos. Debe haber primero una etapa como de transición donde haya un código de comunicación entre los informadores; y segundo, que se pudiera regular estas imágenes. Pero es importante subrayar que de ninguna manera se debe limitar la libertad de expresión.
Bernandino Hernández
(Fotoperiodista en Acapulco, Guerrero)
Sí tenemos que publicar porque tenemos que mostrar cómo puede uno terminar portando un arma, claro que siempre cuidando la intención periodística, pero no hay preparación académica para esto porque al momento de ver una persona destazada, ejecutados, los sesos tirados, todo eso te impacta. La experiencia la vas adquiriendo con el tiempo.
Alejandro Castellanos
(Director del Centro de la Imagen)
Hay que publicar las imágenes pero cuidando mucho la forma en que se maneja la información, contextualizándola para evitar que se manejen a favor de la comercialización. Lo que menos debe suceder es generar censura o autocensura porque eso favorece a la violencia como por desgracia está sucediendo. El problema es que hay como un culto hacia la violencia, hacia ese tipo de situaciones de vida; es importante identificar en qué medida eso promueve que, expresamente, se tergiversen los valores. El problema no se ve de manera matizada, sino en términos de blanco y negro, y por desgracia quienes aprovechan esto la mayoría de las veces son los políticos, y no necesariamente los más inteligentes. Elmiedo es un factor que se utiliza, eso tiene mucho que ver con la forma en que se contextualizan las imágenes.
Luz Acevedo
(Fotoperiodista en el Distrito Federal y Estado de México)
Depende del punto de vista de donde lo veas. Yo siento que la fotografía de nota roja te muestra una realidad que de alguna forma va marcando la transformación de la mentalidad que tenemos en las grandes urbes. Los grandes periódicos han tratado de disfrazar los hechos sangrientos no publicando este tipo de imágenes, pero sí deben de existir porque este tipo de foto es la punta de lanza en la investigación. Muchas veces los investigadores dan seguimiento a los asuntos a partir de una fotografía.
Elena Ayala
(Editora de fotografía del periódico El Excélsior)
No se deben publicar. ¿Por qué no? Porque se fomenta el consumo de estas imágenes y es darle de alguna manera publicidad a la misma gente que comete el hecho. Si estamos en un país muy violento, y la violencia intrafamiliar es alta y todas esas cosas, publicar más violencia es fomentar la misma. Entonces no estoy de acuerdo en que se publiquen las fotografías de violencia. Se pueden hacer cosas en otro tono.
Claudia Hans
(Fotógrafa y psicóloga)
Más que en el sí o no, la respuesta está en el por qué y para qué. Es importante cuestionar el fin de dichas publicaciones tomando en cuenta el mensaje que queremos transmitir, hacia qué público las queremos dirigir, qué queremos lograr con eso, etcétera. El problema es que las imágenes son publicadas diariamente en exceso y la gente se ha acostumbrado a verlas con normalidad e indiferencia. La gran mayoría de las imágenes están tomadas de manera morbosa y con un fin amarillista. ¿Por qué se piensa que una imagen tiene más poder mientras más violenta sea? y ¿por qué necesitamos mostrar los detalles de una situación para transmitir un mensaje? Es importante estar comprometidos con lo que hacemos y buscar que nuestro trabajo como fotógrafos genere una reflexión y cumpla una función.
Humberto Musacchio
(Periodista)
Creo que la información se debe publicar, el límite es un asunto de buen gusto. Fuera de eso, no veo por qué no deban publicarse. El riesgo es que se banalicen los hechos, pero eso no es culpa nuestra, la obligación de los periodistas es informar. Por ejemplo, la foto de la mujer colgada en un puente en Monterrey, pues no es una foto precisamente de buen gusto, pero me parece que ilustra muy bien los extremos a que ha llegado el crimen organizado o no organizado, el crimen en general. Que al publicarlas se esté haciendo publicidad al crimen organizado es una mentira. La fotografía cumple un papel de primera importancia en la información. Recuerdo que en sus inicios, los periódicos Unomásuno y La Jornada no publicaban fotos de cadáveres (me refiero al Unomásuno de los buenos tiempos, no la porquería que anda por ahí) porque es un asunto de mal gusto, pero hoy la criminalidad se ha convertido en el principal problema político del país, y por supuesto tenemos que darle cabida a las fotografías sobre la criminalidad.
John Mraz
(Historiador)
Para publicar una imagen de violencia, estéticamente hablando, debe existir algo que cambie esa foto de simple documento macabro a una fotografía, aunque si hablamos de noticias es otra cosa. Por ejemplo, en la foto que fue censurada en la exposición Testimonios de una guerra, el ejecutado mismo está mostrando la terrible herida que tiene en la cabeza. Una foto así merece su publicación. El periodismo visual es también fotografía, tenemos que encontrar maneras de abrir los ojos de nuestro público. Si vemos la misma foto de diferentes sujetos, eso no los abre, los cierra. Es un error acostumbrar a la gente a ver eso todos los días, porque apagamos el switch. Habrá que buscar fotos que, como digo, tengan un elemento estético que pudiera comunicar la tragedia terrible que estamos viviendo.
No me interesa los problemas morales o estéticos ya sean del director, editor de un medio o del lector del medio. Sólo me hago una pregunta: ¿Cuál es la labor del fotógrafo de prensa?: Documentar y revelar la vida pública. Con esto se construye el retrato colectivo. Con censura o visión de buenas costumbres o con moralinas ( como el «amarillismo») se construye un retrato falaz del proceso histórico, de la radiografía social ya sea de un País, una región, una ciudad, un barrio o de un grupo.
Vaya tema controversial como legalizar o no la marihuana, nunca se llega a ganar en ningún terreno.