VER ES UN TODO

 

Después de la exposición “Henri Cartier-Bresson” realizada en el año 2014 con sede en el Centre Pompidou en París y posteriormente en el Instituto de Cultura/Fundación Mapfre en Madrid, se publicó el presente volumen en el que se presentan doce entrevistas o conversaciones con Henri Cartier-Bresson, uno de los padres del fotorreportaje, y fundador, junto a Robert Capa y David Seymour, de la agencia Magnum (1947).

Este libro nos acerca al personaje icónico de una manera distinta a lo habitual, pues al explorar diversos temas de su obra y retomarlos en repetidas ocasiones a lo largo del texto, el fotógrafo se dibuja con sutileza; se explica a sí mismo, entre razones y algunas contradicciones, explora su visión de mundo a través del lente de la cámara y los cambios que ésta ha manifestado a lo largo del tiempo. Se trata, pues, de un relato, en el que lo personal y lo profesional, se fusionan y se equilibran de tal forma que dan paso a una mirada que encuadró siempre la realidad que observaba.

Ver es un todoPara el francés, la fotografía representaba el medio de expresión idóneo para capturar con inmediatez lo que le llamaba atención. Portar una cámara le permitía llevar una especie de diario y ahí poder esbozar sus pensamientos. Es por ello que Cartier-Bresson, manifiesta que todo lo que debe saberse de él está en sus imágenes: “La imagen es la proyección de la personalidad del fotógrafo”. La coherencia entre la sensatez de su persona y la fidelidad de su ojo se ven incluso reflejadas en su interés y constancia por siempre trabajar con luz natural, y evitar reencuadrar las fotografías, aunque sí lo hacía.

La cámara Leica era, para él, una extensión de su ojo. Portaba consigo dos o tres objetivos para trabajar y concebía el oficio del fotorreportero, como una labor en la que el respeto al otro desempeña un papel fundamental y en la que el desdoblamiento de un fotógrafo es indispensable: “Lo maravilloso de la fotografía intuitiva, de la fotografía del natural, es esa reacción de vida, donde uno es uno mismo y al mismo tiempo se olvida de sí mismo para interrogar la realidad o para tratar de comprenderla.”

La expresión “El momento decisivo” nunca lo abandonará desde la publicación de la versión en inglés de su libro Images à la sauvette (1954), pues Cartier-Bresson declara que el placer de tomar fotografías se encuentra al momento de disparar: “hay una alegría de fotografiar que existirá siempre, es la alegría de la mirada, de captar la fracción de segundo, el disparo fotográfico, el disparo intuitivo”.

Sin duda, lo que hacía una buena foto bajo su perspectiva era la geometría que encontraba en el entorno y los elementos que actuaban dentro de ese marco, pero también era de suma importancia para él la reflexión humana que llevaba a cabo antes o después de la fotografía, nunca en el instante de disparar: “El único arte verdadero reside en la humanidad de tu reflexión, en la mirada y en la coincidencia de encontrarte en determinado lugar y determinado momento, y no en tu manera de componer.”

Para el francés, lo importante era no sólo mirar, sino aprender a mirar; lección que aprendió y aplicó gracias a su formación pictórica: “Mi gusto por la forma, la composición y la geometría en fotografía salen de ahí. No sé contar, pero sí sé dónde cae el número áureo.” Las páginas del libro nos muestran a un hombre que cultivó su mirada y la fue educando a través de la contemplación de las obras de sus pintores predilectos y la observación de la relación estrecha entre el mundo y otras disciplinas artísticas como la música y la literatura.

Cartier-Bresson viajó y conoció otras realidades con el fin de ampliar su panorama de la vida. Frente a la diferencia, procuró siempre dejar los prejuicios atrás y mantener un espíritu sensible. Una estancia en Costa de Marfil marcó su pensamiento y su forma de percibir el mundo, adquirió una perspectiva parecida a la que tenía el surrealista André Breton sobre la estética del azar, de la intuición y la fusión del arte y la vida.

El final del siglo XIX —que para él tuvo lugar en 1955 con el triunfo de la sociedad de consumo— lo llevó a regresar al dibujo. Su realidad había cambiado y ahora la vida se encontraba saturada de imágenes. Sin embargo, para él, la competencia en fotografía era inexistente puesto que cada imagen presentaba una mirada distinta, y propia a cada fotógrafo, de contemplar la realidad y entenderla.

Finalmente, a lo largo de las entrevistas contenidas en este libro, Henri Cartier-Bresson se presenta como un hombre que respetaba su trabajo y que admiraba la integridad y la intuición como grandes valores en los seres humanos. La fotografía fue su medio de expresión por muchos años y fue una manera de dejar testimonio de su mirada y comprensión de la vida. La poesía, el amor y la pasión fueron siempre elementos fundamentales fueron puntos en el que se apoyó siempre para mirar el entorno y capturar el momento preciso.

 Henri Cartier-Bresson. Ver es un todo. Entrevistas y conversaciones 1951-1998. Trad. Carles Roche. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 2014. 127p.

Más información en ggili.com.mx

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