UNA LÍNEA EN MEDIO DEL CAMINO
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Por Martha Patricia Montero
El horizonte es una línea imaginaria que colocamos donde los sueños nos indican… En el siglo XV, un genovés crecía al amparo de una línea, de la que desconfiaba la mayoría de sus coterráneos: el mar parecía deslizarse hacia el abismo y preferían explorar hasta donde la costa era visible, porque ese más allá les angustiaba.
En cambio, él, quien por nombre tenía el de Cristóbal Colón, gustaba de observar ese desliz descubriendo su particular curvatura. Animoso –y cabe decir que después de varios intentos–, logró seducir a la reina Isabel de Castilla, quien encantada por el halo que envolvía la aventura, lo apoyó con tres carabelas para remontar la imposibilidad de ese cruce.
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El horizonte es una línea imaginaria que colocamos donde los sueños nos indican… En el siglo XV, un genovés crecía al amparo de una línea, de la que desconfiaba la mayoría de sus coterráneos: el mar parecía deslizarse hacia el abismo y preferían explorar hasta donde la costa era visible, porque ese más allá les angustiaba.
En cambio, él, quien por nombre tenía el de Cristóbal Colón, gustaba de observar ese desliz descubriendo su particular curvatura. Animoso –y cabe decir que después de varios intentos–, logró seducir a la reina Isabel de Castilla, quien encantada por el halo que envolvía la aventura, lo apoyó con tres carabelas para remontar la imposibilidad de ese cruce.
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